Es tan evidente la crisis tanto política como especialmente económica, que el plan de los candidatos para las elecciones generales del próximo año, resulta muy fácil. En síntesis, tienen que hacer exactamente lo contrario de lo que han hecho el ex y el actual presidente, en sus más de 15 años de disponer del poder casi exclusivamente.
Es decir, respetar la ley de la oferta y la demanda, esa ley que tiene vigencia indefinida, que funciona en Rusia, Cuba y Venezuela, en Europa y en Estados Unidos, esa ley que no se mata ni con bala ni con decretos, desde que Adam Smith la describiera tan claramente en su libro “La Riqueza de las Naciones”.
No haber efectuado ajustes periódicos en la economía, en el tipo de cambio del dólar, divisa que tendrá vigencia durante muchísimos años, como se ha demostrado cuando crearon el euro y otras monedas que murieron antes de nacer; son pruebas irrefutables de lo afirmado.
Mantener subvenciones con la esperanza de conservar la estabilidad económica en beneficio del pueblo, al que todos los políticos afirman representar, funciona durante un tiempo, mientras existen recursos que ingresen permanentemente, como los del gas, que heredaron los dos últimos presidentes y aplicaron el modelo bautizado como social comunitario productivo, caracterizado más por gastar que por invertir, con excepciones como el mejoramiento de carreteras que es justo destacar.
La economía se ha desangrado en tal forma que los recursos del gas no fueron suficientes, acabaron con las reservas del Banco Central. Ya no hay los dólares que el sistema bancario recibió y que no puede devolver sino al cambio oficial, lo que es un robo a los que creyeron en la seriedad del sistema financiero y en la pregonada economía que según el presidente estaba blindada. Los famosos bonos son gasto y no inversión, no crean fuentes de trabajo, deberían estar destinados exclusivamente a los discapacitados.
Y claro, de todo esto se dice que no tiene culpa el sistema, el modelo, o el gobierno. Tiene la culpa el imperio, las guerras internacionales, el fenómeno del niño, el clima, la Jeannine, injustamente detenida, aunque tuvo un mal gobierno por varias razones, empezando por la pandemia y por el error de querer postularse a la presidencia, en lugar de cumplir con la misión que el pueblo había encomendado.
Es necesario un cambio radical de timón, como en la Argentina que siguió el camino que nosotros todavía estamos siguiendo. Con sus subvenciones, nos llenó de productos para alegría de nuestros gobernantes porque los mercados bolivianos estaban abastecidos, subvencionados por los argentinos. Eso se acabó, ahora es al revés.
Esta situación que se vuelve desesperante tenemos que arreglarla los bolivianos, como lo están haciendo los argentinos en su país, pero cuesta sacrificio y lágrimas, vertidas por el pueblo que tiene que pagar la factura de los que se tiraron la plata y disfrutaron del poder en lugar de ejercerlo patrióticamente.
Los problemas económicos se resuelven con soluciones económicas, con gente capaz. No se puede convertir a las autoridades en comisarios para estabilizar precios. Es ridículo. No sigamos el camino de Cuba y Venezuela. ¿Por qué su gente se escapa a otros países arriesgando su vida?
