Las elecciones judiciales parciales de 2024 ya son historia y ahora resta esperar los resultados de la votación, que determinarán cómo será la correlación de fuerzas en los tribunales de justicia, especialmente en aquellos en los que algunas autoridades se dieron modos para extender su mandato más allá de lo que nadie había previsto.
En los tribunales Supremo y Constitucional, habrá una renovación parcial y eso podría ser determinante a la hora de votar por ciertos fallos, especialmente aquellos que estén relacionados con cuestiones de Estado. A partir de esa característica, inédita desde que se promulgó la vigente Constitución Política del Estado, esas instancias judiciales podrían convertirse en nuevos escenarios de disputas políticas, lo que devaluará todavía más a la justicia boliviana.
Ensayando una evaluación de estas elecciones basándonos en lo que se vio en los recintos, se escuchó de los votantes y de las organizaciones que se encargaron de monitorear los comicios que el denominador común es la desinformación.
La Misión Nacional de Observación Electoral de Fundación Jubileo, que trabaja con organizaciones de la alianza Observación Ciudadana de la Democracia, acreditada por el Órgano Electoral Plurinacional, reportó que las elecciones se desarrollaron “en un ambiente de duda y desinformación generalizada” por el escaso conocimiento que los electores tenían sobre los candidatos, sus méritos y propuestas. “A la falta de información en los recintos y el desconocimiento sobre los candidatos e instancias a elegir, se sumó el cambio de recintos electorales. Se evidenció, además, la falta de señalética en varios puntos de votación”, agrega ese informe.
Como la desinformación fue el síntoma más advertido, el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Óscar Hassenteufel, aseguró que la institución a su cargo no solo hizo lo que la ley ordena en cuanto a difusión, sino que se fue más allá de lo establecido. “Si bien la gente, algunas personas por lo menos, se han quejado de que no conocen a los candidatos, quizás sea porque no le pusieron atención en los momentos en que se hacía la difusión”, declaró a los medios ayer.
Es importante hacer notar que el fenómeno de la desinformación no es exclusivo de estos comicios, puesto que se ha advertido en otros. Cuando se eligen autoridades para los otros órganos del Estado, el TSE publica los programas de gobierno, puesto que así lo exige la ley electoral, pero, en honor a la verdad, no muchos ciudadanos los revisan.
Se trata, entre otras razones, de un fenómeno comunicacional. A estas alturas del siglo XXI, cuando las redes sociales han masificado los mensajes en formato audiovisual, resulta más cómodo ver un video que leer un texto de una plana. Esta evasión de la lectura se hizo evidente, precisamente, desde la aparición del cine y la adaptación de obras literarias en películas, primero, y de series, después. Por eso es que se hizo tristemente popular la excusa de “no voy a leer el libro… esperaré a que salga la película”.
En este tiempo de lo efímero, de la denominada ‘infoxicación’ (sobreabundancia de información) y de la escasa concentración, se ha ido perdiendo el hábito de la lectura. Lo grave es que esto afecte, incluso, a personas que tienen la responsabilidad de elegir autoridades mediante un voto informado y consciente.
Habrá que tomar en cuenta estos datos para, en próximas elecciones, encarar esta realidad desde el punto de vista del pensamiento de las generaciones que acuden a las urnas influidas más por el consumo de información audiovisual antes que por la que se transmite por otros formatos. Esto, acompañado de campañas de educación en las que se incida en la necesidad de que los futuros votantes comprendan la importancia del voto informado para el fortalecimiento de la democracia.
En la niñez y la juventud, sobre todo en los nuevos electores, está la esperanza del país. En ellos hay que poner el foco de la educación, en aras de desarrollar una mayor conciencia ciudadana respecto a los procesos electorales.