El Bicentenario y Bolívar

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 02/01/2025
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El año del Bicentenario llegó y los bolivianos no hemos cumplido con la obligación que tenemos de reflexionar en torno a tan importante efeméride.

Para la mayoría de los bolivianos, este 2025 recordaremos los 200 años del nacimiento de la República que hoy lleva el nombre de Estado Plurinacional de Bolivia. Poco se ha debatido sobre lo que ocurrió antes y después del 6 de Agosto de 1825.

Los altares patrios, con el Escudo Nacional al centro, flanqueado por los retratos de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, se han convertido en parte de nuestro paisaje cívico. Son comunes en las aulas de los establecimientos educativos, tanto como llamar “padres de la Patria” a los retratados. El Bicentenario es un motivo para reflexionar hasta qué punto es cierto ese rótulo.

¿Cuál fue el papel de Bolívar en la libertad del territorio que durante la Guerra de la Independencia se llamó “alto Perú” ¿Por qué la asamblea de diputados reunida en Chuquisaca decidió darle su nombre al nuevo país? Estas son apenas dos de las preguntas que debían ser el centro de debates que nunca fueron convocados por el gobierno central. Las carreras de historia lo hicieron, pero desde una mirada más regionalizada, conforme a las regiones donde funcionan.

¿Puedo ser libre el alto Perú sin Bolívar? ¿Qué hubiera pasado en el resto del continente, como, por ejemplo, en Colombia, que en 1825 abarcaba a lo que hoy son Panamá, Venezuela, Ecuador y la propia Colombia? ¿En qué hubiera terminado el caos de Perú tras el alejamiento de José de San Martín? Las respuestas a esas preguntas forman parte del debate que nunca se instauró en nuestro país, ni siquiera con motivo del bicentenario.

La verdad es que Bolívar fue gravitante, puesto que se convirtió en un elemento catalizador de los complejos procesos independentistas de los Virreinatos de Nueva Granada y Perú y, de manera indirecta pero determinante, del Río de la Plata.

Los líderes regionales siguieron a Bolívar debido a que este tuvo la virtud de vencer las dificultades para unir regiones, conformar ejércitos y vencer a los españoles, pero, una vez obtenida la libertad, se convirtió en un estorbo para aquellos.

El 17 de diciembre de 1830 el hombre cuyo sueño de redención continental le había llevado a libertar a lo que hoy son seis países moría en la pobreza y en la casa de un español; es decir, de una persona del país a quien él combatió hasta derrotar. Por si esa paradoja no fuera suficiente, el personaje más célebre que tuvo nuestra región fue enterrado con una camisa prestada.

¿Cómo es posible que un hombre que nació en cuna de oro y conoció las glorias más grandes haya muerto de esa manera tan amarga y vergonzosa?

La explicación recién aparece ahora, cuando entendemos que la verdadera razón para las pugnas que surgieron en la América post colonial es el divisionismo.

Luego de haber derrotado al régimen español, Bolívar comenzó a trabajar en otro sueño: la integración de las naciones por él libertadas en una sola y gran patria. Estadista como era, el Libertador sabía que las antiguas colonias americanas sucumbirían ante la ambición de los poderosos si es que se fragmentaban así que la única solución era constituir un estado grande, poderoso: los Estados Unidos de Sudamérica.

Pero el mayor problema que tuvo que enfrentar fue precisamente el que intentaba evitar; es decir, el divisionismo.  

Los poderosos de entonces –los dueños de minas y los terratenientes– entendieron que ellos no podrían controlar un país grande así que empezaron a conspirar para que los pueblos libertados se erijan cada uno en naciones independientes. Así nos hicimos pedazos, y así llegamos hasta nuestros días.

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