Donald Trump se convirtió este lunes en el presidente número 47 de Estados Unidos de Norteamérica. Se trata de su segundo mandato, después de su primera gestión (2017-2021), pero, como bien lo señalan los mejores analistas, hay suficientes razones para creer que esta marcará grandes diferencias con la anterior.
Al terminar su primer periodo, se volvió a postular y perdió en las elecciones frente al demócrata Joe Biden, aunque nunca aceptó los resultados en su contra (incluso ayer mismo aludió a este controvertido tema) y hasta ordenó la por todos conocida toma del Capitolio. Esto le ha costado uno de los más de 15 juicios instaurados en su contra y que, desde su inobjetable triunfo electoral, se han puesto en suspenso hasta que termine este nuevo mandato.
Que el candidato republicano haya retornado a la presidencia tras haber ganado elecciones como lo hizo Trump es un hecho que está sirviendo para decenas de tesis. Antes de los últimos resultados electorales, el carismático político-empresario del jopo dorado, supuestamente, no gozaba de la popularidad deseada por él entre la ciudadanía estadounidense, debido a decisiones cuestionables de su primer gobierno como, por ejemplo, el haber puesto tras las rejas a miles de inmigrantes, sin considerar edades, lo que dio lugar a que Estados Unidos se convirtiera en un país que encarcelaba niños, hasta antes de la presidencia de Biden.
Y es precisamente su política migratoria la que volverá a caracterizar su presidencia, como bien lo ha confirmado Trump en sus primeros discursos. En primer lugar, declaró una “emergencia nacional” en la frontera sur con México, algo que dará lugar al reinicio de su férreo y ya histórico combate contra la inmigración ilegal.
El flamante presidente estadounidense confirmó que se detendrán “inmediatamente” todas las entradas irregulares a su país y que el Gobierno procederá a la deportación de “millones y millones de extranjeros criminales”. No se trata de ninguna sorpresa. En su campaña, se comprometió a expulsar masivamente a los migrantes con la Guardia Nacional. De acuerdo con informaciones previas, el nuevo gobierno tiene pensado deportar entre 15 y 20 millones de indocumentados, entre los que los más afectados serían ciudadanos mexicanos.
Por supuesto que, sobre todo a Latinoamérica, importa y mucho lo que vaya a ocurrir con los latinos en EEUU, porque Trump, además, ha colocado a este tema entre sus prioridades, pero no es de lo único que se ocupará ni que interesa al mundo. También está la cuestión de las guerras y su compromiso de frenar la que enfrenta a Rusia con Ucrania, o cómo encarará sus —ya anunciadas— duras políticas comerciales con China, entre otros asuntos. Luego, la llamativa presencia de los magnates tecnológicos, como se les reconoce a los CEO de las redes sociales X, Instagram y Facebook, además de las empresas Google y Amazon, con el apartado especial de la —por ahora, al menos— china TikTok. Incluso será interesante saber exactamente en qué redundarán las buenas relaciones de Trump con Javier Milei, para beneficio de la vecina Argentina, donde reside una gran cantidad de bolivianos.
Los ojos están puestos en EEUU, hoy, más que nunca, con la expectativa mundial por lo que vaya a ocurrir en los próximos días, semanas y meses.
