Estudiar a Antonio José de Sucre

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 03/02/2025
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El día del nacimiento del mariscal Antonio José de Sucre suele coincidir con la inauguración del año escolar, como ahora, y eso minimiza su impacto en la memoria colectiva nacional.

Por razones obvias, la memoria del joven mariscal es recordada fundamentalmente en la ciudad que lleva su nombre, la capital constitucional de Bolivia, pero, al ser este el año del Bicentenario, se debe debatir sobre el papel que tuvo en el nacimiento de nuestro país.

Para empezar por el principio, habrá que recordar que Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá nació un día como hoy, pero de 1795, en Cumaná, actualmente la capital del Estado Sucre de Venezuela. Esa ciudad está ubicada en la entrada del Golfo de Cariaco, junto a la desembocadura del río Manzanares, y cuenta con una población que supera los 470 mil habitantes, pero, si se toma en cuenta toda su área metropolitana, puede llegar al medio millón.

Ingresó a las milicias revolucionarias a la edad de 15 años, cuando Sudamérica se convulsionaba por el avance de las invasiones napoleónicas en Europa. Sirvió a las órdenes del general Francisco de Miranda en los años 1811 y 1812 y, cuando se inició la reconquista, en 1813, sirvió en el Estado Mayor General del Ejército de Oriente, entre 1814 y 1817, cuando se produjo la determinante Batalla de Boyacá. Después de esa victoria fue nombrado jefe del Estado Mayor Libertador, negoció el armisticio y regulación de la guerra con el general Morrillo en 1820 y llegó al grado de general de división al vencer en la Batalla de Pichincha. Tenía apenas 27 años.

Ese apretado resumen sirve para explicar por qué Simón Bolívar se fijó en él al terminar la campaña en el antiguo Virreinato de Nueva Granada, convertido en la República de Colombia, e inició la del Perú, en circunstancias todavía más difíciles. El Libertador lo nombra jefe supremo del Ejército Libertador Unido del Sur, integrado mayoritariamente por colombianos y peruanos, que fue el que ganó la Guerra de la Independencia en ese territorio, particularmente con las batallas de Junín y Ayacucho.

Pero la relación directa con Bolivia viene después, cuando llega a Puno y redacta el proyecto de un decreto por el que se llamaba a las provincias del Alto Perú a elegir diputados que deliberen sobre el destino de este territorio, que era reclamado tanto por Lima como por Buenos Aires.

En sus cartas, Sucre le decía a Bolívar que no quería inmiscuirse en los asuntos del Alto Perú, pero, prácticamente al mismo tiempo, comenzaba a organizar el que después sería un nuevo país. Esta última apreciación, emergente del estudio de la correspondencia del Gran Mariscal, demuestra la necesidad de estudiar al personaje con mayor detalle y más ahora, cuando estamos en el bicentenario de la declaración de la independencia boliviana.

Sucre es uno de los personajes más estudiados del continente y gracias a investigadores como William Lofstrom (QEPD) se han destapado varias líneas de análisis de su conducta. En lo que tiene que ver con el nacimiento de Bolivia, ¿qué tanto había avanzado el cumanés en la fundación del nuevo Estado? Resulta curioso que, al emitir el decreto del 9 de febrero de 1825, ya haya dispuesto que las cuatro provincias del Alto Perú se dividan en cinco departamentos, creando el de Cochabamba, al que fraccionó de Santa Cruz. También es necesario poner atención a las cartas que mandó a los ayuntamientos de Cochabamba, Chuquisaca y La Paz, hablándoles de la necesidad de crear nuevas instituciones, incluidos colegios y universidades.   

Alguna vez dijimos que Sucre debía estudiarse mediante cátedra expresa. Este año sería un momento más que oportuno para hacerlo.

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