¿Noboa o González? Uno de los dos será el próximo presidente de Ecuador. La decisión final ha sido trasladada para el 13 de abril, cuando el balotaje ponga fin a la disputa electoral. Y es que, como en otros países, las elecciones no cierran las pugnas.
Habrá que recordar que la consulta popular del domingo recién pasado se realiza apenas un año después de que Guillermo Lasso, elegido presidente para el periodo 2021-2025, disolviera el Parlamento con el propósito de evitar juicios que se habían iniciado en su contra debido a acusaciones de corrupción. Tras esa maniobra, prevista en la legislación ecuatoriana aunque tildada de ilegal por sus adversarios políticos, se celebraron elecciones solo para completar su periodo y estas fueron ganadas por Noboa.
El todavía presidente asumió el cargo cuando tenía 35 años, aunque su autosuficiencia y manejo de las nuevas tecnologías no evitó que la crisis ocasionada por la maniobra de Lasso haya empeorado en su corto mandato. Pese a eso, un total de 25 candidaturas se presentaron para los comicios, en una innegable muestra de ambición política. En lo que a él concierne, Noboa no solo utilizó el aparato estatal para promover su candidatura, sino que no renunció a su alto cargo para evitar que la vicepresidenta, Verónica Abad —con la que se distanciaron—, asuma el poder.
En ese panorama, la sospecha de fraude fue una sombra más porque era difícil que un presidente con mala gestión, y acusado de pisotear la Constitución Política del Estado, sea reelegido. Pese a eso, el Gobierno estaba tan seguro de conservar el poder que había organizado un acto de celebración en un céntrico hotel de Quito. Los resultados computados hasta la noche del domingo no alcanzaron sus expectativas y Noboa no se presentó. Lo hizo recién ayer, para proclamar su victoria, aunque, con el 92% de las actas escrutadas, su diferencia con su rival, Luisa González, es de apenas 0,48 puntos. Esta última rechaza esos resultados y afirma que aventaja al presidente candidato con el 2%.
Entonces, las dos fuerzas políticas en las que se ha dividido el Ecuador festejan por su lado. La oficialista por considerar que se ha convertido en el partido con más votación del país y la opositora, que está liderada por el expresidente Rafael Correa, por haber roto su votación histórica. Esa división se verá reflejada en la Asamblea Nacional, en la que ninguna tiene la mayoría necesaria para aprobar leyes o frenarlas. Acción Democrática Nacional (ADN), el partido de Noboa, podría alcanzar entre 65 y 68 escaños de los 151 curules, mientras que el movimiento Revolución Ciudadana (RC), que postuló a González, alcanzaría 64 puestos. La mayoría es de 77 por lo que, para alcanzarla, tanto ADN como RC necesitarán pactar con los partidos que consiguieron elegir algunos diputados. El que tendrá más curules, en un lejano tercer lugar, es el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, que llegaría a tener ocho votos de oro. Esto en términos políticos —que ahora van de la mano con los económicos— representarán buenos ingresos para quienes los controlen.
En consecuencia, lo que se ve es que en Ecuador se aplicaron las más conocidas —y muchas veces detestables— prácticas políticas tradicionales como postularse, aún sin tener posibilidades de ganar, tan solo para habilitar “votos de oro”. Esto debe servir de lección para los países con elecciones en puertas, como Bolivia.