El “sicariato” como mal nacional

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 23/02/2025
PUBLICITE AQUÍ

El asesinato del capitán José Carlos Aldunate Meneses no fue un crimen común, ni tuvo móviles personales. La evidencia disponible en redes sociales permite evidenciar que se trató de una acción planificada que fue ejecutada por asesinos profesionales, los denominados sicarios, y eso es algo que debería preocuparnos.

Aldunate no era un oficial de policía cualquiera. Trabajaba en los servicios de Inteligencia y dependía directamente del viceministro de régimen interior, Jhonny Aguilera, que, como se sabe, fue comandante general de la Policía Boliviana. A ese dato hay que agregar tres más de su hoja de vida: trabajó en la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen de Santa Cruz, en la Dirección de Análisis Criminal e Inteligencia y en la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico. Por este último detalle se puede suponer que tuvo algún tipo de contacto con gente dedicada al comercio de droga, así sea el que corresponde de policía a criminal.

Entre los antecedentes del asesinado existen otros que deben tomarse en cuenta, así luego sean solo para la anécdota: En 2022, el capitán fue acusado de proteger a un grupo de policías que supuestamente sembraron droga a un ciudadano colombiano para encarcelarlo. Este tipo de actuaciones se han hecho comunes en la Policía Boliviana, puesto que se emplea con fines de extorsión.

Otro detalle de importancia es el vehículo que Aldunate estaba utilizando cuando fue asesinado. La vagoneta le había sido entregada por un fiscal de Santa Cruz el 16 de abril de 2024, en calidad de "depositario judicial". Eso significa que el vehículo fue incautado y, aunque todavía no había pasado a formar parte del patrimonio del Estado, sí estaba bajo custodia de este. El capitán no le debió dar uso personal, como es obvio que lo estaba haciendo.

Pero lo verdaderamente grave fue el “modus operandi” del crimen. Según informó el Ministerio de Gobierno, los asesinos estuvieron vigilando la casa del capitán durante 15 minutos, los anteriores al hecho; pero eso parece poco probable puesto que un estudio de situación no se hace en ese tiempo. El tiempo mínimo de vigilancia, para determinar los tiempos de comportamientos de una persona es de tres días y el hecho se produjo el miércoles 19 de febrero. Es de suponer, entonces, que hubo seguimiento por lo menos desde el lunes para determinar que cada día, de lunes a viernes, Aldunate salía de su casa llevando a su hija al colegio y eso ocurría al promediar las 08:00 de la mañana. Según los videos disponibles, el asesinato ocurrió a las 08:09.

Y lo que se ve en el último video filtrado en las redes es lo que preocupa: como se sabe, el crimen ocurrió en la puerta del garaje de la casa de Aguilera, pero en la grabación se puede ver que, luego de interceptar a la vagoneta, dos personas con antifaces bajan de un Suzuki Vitara portando armas de fuego y apuntando con la clara intención de disparar. Uno abre la puerta y abre fuego a bocajarro contra Aldunate mientras que el segundo, que ha visto dónde se sentaba la víctima, se aleja y dispara desde atrás un tiro limpio que cruza el vehículo y sale por la parte delantera. Si la autopsia lo confirma, ese tiro también atravesó al capitán. Hay que tomar en cuenta que en el vehículo estaba la hija de siete años de Aldunate, en el asiento del acompañante, pero a ella no le alcanzó ningún disparo. Fue un trabajo de profesionales.

Entonces, no estamos hablando de un crimen por motivos personales. El capitán estuvo involucrado en acusaciones de robo de vehículos y narcotráfico en Chile, así que por ahí debe comenzar cualquier investigación. Lo preocupante para el país es que este es uno de los cinco casos de “sicariato” ocurridos en Bolivia en solo tres días. Un récord alarmante que amerita acciones inmediatas.

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor