Hace aproximadamente una semana, amanecimos con la desagradable noticia relacionada con el despido de tres jefes de área del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia ABNB, decisión tomada por la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, sin la participación ni conocimiento del director de esta entidad de prestigio internacional, lo que provocó su indignación y su decisión de renunciar como demostración de su disconformidad con la injusta e inconsulta determinación.
La Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia fue creada en 1995 con el objeto de mantener, proteger, conservar, promocionar y administrar los Repositorios Nacionales y Centros Culturales. Por tanto, tiene competencia administrativa. Sin embargo, por principios, por respeto y por normas de elemental educación, no debe procederse como lo han hecho sus integrantes pasando por alto, no solo los antecedentes de los temporalmente afectados, sino y especialmente sin la participación del director de una entidad tan importante como es la que conserva la memoria de la patria.
Sucre y Chuquisaca se dieron íntegros en evitar que se apruebe la actual Constitución, con muertos y heridos durante los sucesos de La Calancha. Nuestra ciudad fue calumniada un nefasto 24 de mayo, día en el que se cometió un acto censurable de ignominia contra algunos campesinos en el que los citadinos no tuvimos nada que ver. Fuimos después marginados de las celebraciones del Bicentenario del Primer Grito de Libertad en América y nos dejaron librados a nuestra suerte desde entonces, ocasionando que sus habitantes sufrieran una especie de marasmo colectivo, como dicen los versos de uno de nuestros poetas.
No se imaginaron los integrantes de la Fundación del Banco Central, y quizá ni nosotros mismos, que esa actitud iba a ocasionar una enérgica reaccioón en contra del centralismo. Lo ocurrido con la determinación de la Fundación del Banco Central, finalmente fracasada, es un síntoma claro de que las regiones y en especial la Capital Constitucional del Estado Boliviano, han decidido hacerse respetar.
La pretensión de lograr que algunas instituciones como la Corte Electoral, por ejemplo, a iniciativa del actual presidente de esa entidad se traslade a Sucre, aún en el caso de tenerse éxito en el objetivo, no servirían de nada porque estén donde estén las instituciones, reciben órdenes desde la ciudad de La Paz, sede de los Poderes del Estado, con excepción del Judicial. La realidad demuestra que eso del Gobierno Autónomo Departamental o del Gobierno Autónomo Municipal, son actualmente simples enunciados puesto que nada se hace sin la venia de las autoridades nacionales de turno.
Los historiadores de la Fundación parece que no conocieran el mensaje del paceñísimo Franz Tamayo: “Los del norte tenemos una deuda muy grande que pagar a nuestros hermanos del sur, puntos azarosísimos que, sin embargo, el Hombre Libre (publicación de la época), tendrá el coraje de romper y tallar”.