La mayor tragedia de la temporada de lluvias

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 31/03/2025
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Se acaba marzo y, en condiciones normales, el periodo de lluvias debería estar terminando. Pero las precipitaciones pluviales se prolongan más de lo esperado y dejan a su paso un saldo lamentable: luto, dolor y desastres.

Las escenas más desoladoras son las de decenas de familias abandonando sus hogares en Codavisa, una urbanización ubicada entre la ciudad de La Paz y Palca. Allí, en un abrir y cerrar de ojos, varias casas se vinieron abajo.

El impacto de las lluvias puede medirse en cifras que dan una idea de la magnitud de la tragedia. Pero la parte humana solo puede expresarse en preguntas: ¿Qué sentimientos embargan a quienes pierden sus viviendas en un instante? ¿A dónde irán? ¿Quiénes las ayudarán? ¿Cómo soportar la pérdida del techo que se hizo con el esfuerzo de toda una vida? ¿Habrá alguien que se interese de manera genuina por ellos? ¿Las autoridades —ejecutivas y legislativas— son conscientes de la pérdida de estas personas? 

Otro ejemplo que duele es el Tipuani. Esa localidad, minera de vocación, quedó prácticamente sumergida por el agua del desborde del río. Unas 400 familias resultaron afectadas por las inundaciones: el agua alcanzó los 10 metros de altura. Los pobladores perdieron todo, los colegios se cerraron y más de 200 estudiantes tuvieron que pasaron clases a distancia. Además, los expertos advierten que Tipuani puede desaparecer por la minería descontrolada.

Las lluvias también están dejando luto. Hasta este domingo, el Gobierno informó de 52 fallecidos en el país como consecuencias de riadas, derrumbes y otras catástrofes. 

Después de los desastres se activan los planes de emergencia, pero el futuro de los damnificados es incierto porque, para mitigar el daño, irremediablemente, se necesitarán recursos económicos. Dólares, lo que más escasea en estos momentos…

La escalada de precios está siendo vertical y, todos con el mismo denominador común: la falta de dólares encarece su precio en el mercado negro y, de ahí, sube todo; incluso la producción nacional se achaca al coste de los repuestos.

En paralelo, se ha adelantado el debate del incremento salarial, en este caso para nivelar los sueldos a los precios disparados; y aunque han aparecido las clásicas argumentaciones alertando de la inflación, lo cierto es que queda tan poco trabajo formal que el impacto será mínimo.

Se acaban las lluvias, el año del Bicentenario sigue avanzando y, da la sensación de que no hemos crecido como país. Tal vez hayamos aprendido algunas cosas, como que la vida real no se sostiene con consignas, que vale la pena escuchar a quienes dan consejos desde el conocimiento o la experiencia, que es necesario asumir los errores para corregir sus consecuencias, y que todo tiene solución cuando se enfrenta con honestidad y no desde intereses mezquinos. Ojalá sirva en el futuro.

 

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