Kailasa: Estafadores internacionales

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 02/04/2025
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No son argumentos de películas o series de televisión. A lo largo de la historia se conocieron casos de robos masivos o negocios tramposos que todavía hoy resultan difíciles de creer como fue, en su momento, la gran estafa con la Enron, que durante años funcionó como una transnacional, hasta que fue desenmascarada.

Entre las estafas más famosas de la historia está la venta del puente de Brooklyn, ejecutada más de una vez por George C. Parker que, para tal fin, no solo armó una intrincada red de documentos que le daban la titularidad, sino que hasta instaló una oficina en la que atendía su negocio. Este, sorprendentemente, consistía en vender monumentos públicos de Nueva York.

Las estafas de Parker son las que más se parecen a las que estuvieron a punto de ser ejecutadas por una organización seudoreligiosa que incluso llegó a adoptar la forma de un Estado, aunque sin territorio: los denominados Estados Unidos de Kailasa.

Un reportaje del diario El Deber reveló que los que se mostraron como responsables de Kailasa habían negociado con las autoridades indígenas de las naciones Baure, Cayubaba, y Esse Ejja para arrendar a perpetuidad una buena parte del territorio de Pando y Beni.

La investigación fue tirando del hilo y descubrió que esta organización, que efectivamente se hacía llamar Estados Unidos de Kailasa, era en realidad una secta que ya había operado de forma similar en Ecuador y Paraguay con denuncias incluso ante Naciones Unidas y cuya misión en sí sigue siendo un tanto difusa, pero que desde luego utiliza diferentes artimañas para hacerse con territorio a cambio de dinero aprovechando los agujeros de la legislación vigente, que confiere a las naciones y territorios indígenas mucho poder de decisión sobre sus territorios reconocidos por el Estado Plurinacional, sin que nadie sepa bien qué significa cada cosa.

En efecto, el supuesto Estado de Kailasa se asemeja más a una secta religiosa que a un país. Según sus líderes, sus tierras se perdieron bajo el océano Índico, lo que llevó a su gente a buscar nuevos territorios. Detrás de esta trama está el autoproclamado dios hindú Swami Nithyananda, quien se presenta como “fundador” del país desde 2019 y que estuvo involucrado en denuncias de violencia sexual, según otro artículo, uno que fue publicado por María Silvia Trigo en Infobae.

En búsqueda de tierras llegaron a Ecuador, Paraguay, Estados Unidos y ahora en Bolivia, pero su paso no estuvo exento de problemas. En Paraguay, un ministro fue destituido de su cargo en 2023 por haber firmado un acuerdo con Kailasa para recibir ayuda para su país. 

En Bolivia, estuvieron a punto de conseguir el uso de tierras, lo que pudo haber derivado en otras figuras como los “loteamientos”, que tantos dolores de cabeza han provocado en el país. Sorprende que los acuerdos con las naciones originarias no hayan pasado por Cancillería y el nivel central del Estado.

No obstante, la capacidad de engaño de Kailasa ha sobrepasado todo límite. En 2024, un monje del supuesto Estado se reunió en un acto oficial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con la ministra ecuatoriana de medioambiente, lo que generó cuestionamientos y provocó un comunicado del Gobierno con explicaciones sobre ese acercamiento. Pese a que no existe ni legal ni físicamente, Kailasa estuvo representado en dos sesiones de la ONU en Ginebra (Suiza). 

Se trata, entonces, de una organización criminal que encuentra maneras de lucrar aprovechando los vacíos en las legislaciones de los países, como Bolivia, a consecuencia de la actitud gubernamental de conferir derechos a los pueblos indígenas sin terminar de entender los conflictos en cada uno de sus territorios. 

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