Un cambio de estrategia

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 09/04/2025
PUBLICITE AQUÍ

Hubo un tiempo en el que medidas de presión como paros, huelgas de hambre y bloqueos de caminos eran realmente efectivas.

Los paros afectan al aparato productivo y, por eso, son indeseables. Un gobernante que respeta a su país y que se respeta a sí mismo busca evitarlos y, para ello, agota las vías del diálogo. Si se presta atención a las noticias de otros países, particularmente del Viejo Continente, se comprueba que las noticias de paros existen, pero en una mínima proporción.

Las huelgas inquietaban a los gobernantes porque son autoatentados, es decir, ponen en riesgo la vida de quienes las ejecutan. A no ser que se trata de un sádico, nadie en su sano juicio puede sentirse bien con el deterioro de la salud de otra persona; así, entonces, estas acciones de protesta lograban buenos resultados. El ejemplo histórico en Bolivia es la huelga de mujeres mineras instalada contra la dictadura de Hugo Banzer Suárez. Exigían amnistía para los perseguidos políticos.

Los bloqueos de caminos suelen tener como propósito, entre otros, el de evitar de la llegada de alimentos o de viajeros a ciudades o pueblos. Antes se utilizaban menos que ahora, porque primero se apelaba a otras y si estas fracasaban, recién optaban por esa más grave, cual último recurso.

Todo esto cambió cuando Evo Morales y los cocaleros irrumpieron con fuerza, en calidad de manifestantes, en la vida política nacional. De los cultivadores de coca se pensaba que producían la hoja para el masticado tradicional, pero la que se siembra y cosecha en el Chapare no sirve para eso, tiene otros usos. El Gobierno de Estados Unidos advirtió que los cultivos excedentarios se destinaban a la fabricación de cocaína, y presionó a su par boliviano para que los erradique. Los cocaleros salieron enfrentar esa acción y de los hechos, que se manifestaban con presiones, pasaron a la política.

Los cocaleros no hacían huelga de hambre ni paraban, porque eso solo les perjudicaba a sí mismos, pero se convirtieron en maestros en bloqueos de caminos. Ejecutaron varios y algunos fueron tan largos y perjudiciales que consiguieron que escaseen los alimentos.

Como se sabe, a Morales le fue tan bien en la política que llegó a la presidencia, pero no se convirtió en el bloqueador bloqueado. Cuando los cívicos y las organizaciones sociales recurrieron a las medidas de presión, su respuesta fue la indolencia. Los paros que antes duraban solo unos días se convirtieron en presiones que se prolongaban por días, pero el Presidente no aflojaba.

Fue así que los paros, huelgas y bloqueos se desgastaron. Se los ejecuta, pero no suelen tener la efectividad de otras épocas. Entonces, ¿qué sentido tiene seguir acudiendo a estos métodos? No solo a los gobiernos les conmueven gran cosa, sino que el resto de la población mira estas formas de protesta con hastío. Y cuando le toca sumarse a ellas, lo hace obligada, sin convicción.

Los dirigentes tienen que encontrar recursos alternativos.

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor