La decisión de Tarija

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 15/04/2025
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Tarija celebra hoy su efeméride en homenaje a la Batalla de la Tablada, en la que apareció su figura histórica más preclara, Eustaquio Méndez. Por eso, en esta fecha, se debe recordar el aporte de esa región al país, que este año celebra el bicentenario de la declaratoria de su independencia.

Hasta 1807, Tarija fue un partido —en cuanto a la división político-administrativa— que dependía de la Intendencia de Potosí. El 17 de febrero de ese año, una cédula del rey Carlos IV de España determinó su segregación de Potosí para que pase a formar parte de la Intendencia de Salta del Tucumán y del Obispado de Salta.

Ese fue el origen de las disputas entre las Provincias Unidas del Río de la Plata, hoy Argentina, con Bolivia, luego de que esta última se constituyó en Estado independiente.   

Como se sabe, La Real Audiencia de Charcas, sobre cuyo territorio nació Bolivia, formaba parte del Virreinato del Río de la Plata cuando estalló la Guerra de la Independencia. Al terminar esta, y formarse los nuevos Estados, Argentina —que entonces se denominaba Provincias Unidas del Río de la Plata— reclamó derechos sobre Tarija.

Tres cabildos abiertos decidieron el destino de Tarija y, a la postre, también de Bolivia. El primero, el 26 de agosto de 1826, por iniciativa de Bernardo Trigo, y con el respaldo de gente como Eustaquio Méndez, decidió ser parte del naciente territorio boliviano.

Pero, esa historia no terminó ahí. La determinación de los tarijeños debía ser ratificada por el Congreso que, en una actitud de indolencia muy parecida a la que ahora se advierte en las reparticiones públicas, se tomó su tiempo en emitir su resolución.

Frente a esa dilación hubo un segundo cabildo, el 7 de septiembre del mismo año, que ratificó las decisiones del anterior. Con tal presión, el Congreso promulgó, por fin, la ley del 23 de septiembre de 1826 que señalaba que “la Provincia de Tarija pertenece al Alto Perú por todas sus relaciones y por la naturaleza misma de su situación”.

Aunque la corriente bolivianista ya había ganado, Trigo y los suyos propiciaron un tercer cabildo que se realizó el 17 de octubre de 1826 a convocatoria de la municipalidad y el Colegio Electoral de Tarija. En este se aprobó un documento, divulgado ahora por el historiador Elías Vacaflor, en el que se lee que los tarijeños ratificaron su voluntad de pertenecer a Bolivia y señalaron que Tarija “sin Bolivia no quiere existir en el mapa geográfico. Esta es la última y solemne declaración que de nuestra propia voluntad, libremente y sin coacción alguna, hacemos por el pueblo que representamos y que presentamos al juicio de los hombres imparciales de todo el mundo que amen el bien de sus semejantes. Tarija, octubre 17 de 1826”.

En 1826, Tarija no quería existir sin Bolivia y es notable que en 1807, cuando el rey Carlos IV determinó su anexión a Salta, los tarijeños tuvieron un primer cabildo en el que expresaron su deseo de seguir formando parte de Potosí. Como eran tiempos monárquicos, aquella vez no les hicieron caso.

Pero si la voz de Tarija no se escuchó en 1807, sí se hizo sentir en 1826, cuando los tarijeños dejaron sentado que no podían existir sin Bolivia. Hoy, 199 años después, cabe preguntarse si Bolivia podría existir sin Tarija.

A la luz de estos hechos se puede ver que el aporte de esa región a la construcción de la bolivianidad es enorme, pero no está debidamente reconocido a nivel nacional.

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