Empecé a amar la literatura gracias a los libros de Mario Vargas Llosa, un grande de las letras universales. Novelista, ensayista, político y académico de la lengua, murió en días pasados.
He leído varios de sus libros. El que más me impactó fue La fiesta del Chivo, que cuenta la infamia de la dictadura de Trujillo. Recuerdo que quería volver a mi casa para seguir leyéndolo. Eso es un buen libro, el que te atrapa.
Estuve en varias oportunidades con él porque amaba Bolivia y solía venir. Yo iba a cuanta conferencia ofrecía. Incluso conocí a su familia durante una visita. Vivió en Cochabamba, donde aprendió a leer en el colegio La Salle. Dijo que aquello fue lo más importante que le pasó en su vida.
Era un humanista multifacético. Aparte de leer sus libros y su columna Piedra de toque –con la que podías o no estar de acuerdo– lo vi actuando como un personaje en la obra de teatro Los cuentos de la peste, una adaptación llevada a escena del Decamerón de Boccaccio junto a la actriz Aitana Sánchez Gijón.
La última vez que conversé con él fue en la RAE, en Madrid, hace un año. Era una persona que irradiaba la sencillez que da la inteligencia, considerando el bagaje que tenía.
Es de conocimiento público que fue uno de los seis latinoamericanos que ganó el Premio Nobel de Literatura y el primero en ser parte de los “inmortales” de la Academia francesa, a pesar de no haber escrito su obra en francés.
Mi primer reportaje como periodista, fue después de leer su encantadora novela La Tía Julia y el Escribidor.
Fui a entrevistar a su primera esposa, la guapa boliviana Julia Urquidi –10 años mayor que él y pariente– y al escribidor, que era el entonces Alcalde de La Paz Raúl Salmón. El reportaje se publicó en Caretas del Perú, el Excelsior de México y en otros medios.
Julia me entregó unas fotografías que se viralizaron por el mundo. Ella luego me pidió que escribiera su respuesta a la novela, lo cual no pude aceptar y publicó Lo que Varguitas no dijo.
Vargas Llosa vino a Bolivia y le entregué el reportaje, sonrió y me dijo que lo guardaría en su biblioteca.
Vargas Llosa fue una referencia para los escritores de habla hispana porque utilizó una serie de técnicas literarias creadas por Joyce y Falkner que modernizaron la literatura contemporánea. La estructura de sus libros y su prosa son impecables, y demuestran un profundo conocimiento de la condición humana a través de sus personajes, los que retrata con sus luces y sombras.
Fue miembro del legendario 'Boom Latinoamericano', hecho que no se ha vuelto a repetir. La editora Carmen Barcells descubrió el gran talento de escritores en mi región, los publicó, y causaron sensación no solo por su calidad literaria sino por la originalidad de su temática. Hicieron conocer la idiosincrasia de nuestros pueblos, de nuestra gente, de nuestra cultura.
Bernard Shaw decía: “Muéstrame tu aldea y me mostrarás el mundo”. Aquella época abrió un mundo a los escritores latinoamericanos, que fueron conocidos y traducidos. Entre ellos Julio Cortázar, Carlos Fuentes, García Márquez o Juan Rulfo. Estos dos últimos fueron expositores del realismo mágico y el fantástico, que fascinó al mundo. Un recurso literario que da lugar a la creatividad, que puede ser infinita.
Su ausencia deja un gran vacío ya que no podremos seguir leyendo su pensamiento y nuevas creaciones. Parafraseando: “Creo que la vida es tan maravillosa precisamente porque tiene un fin".
Su partida ha conmocionado al mundo, principalmente al de los lectores. Su legado es tan grande que se ha convertido en un clásico del siglo XX y XXI que perdurará para siempre.