¿Tropezarán de nuevo con la misma piedra?

Gastón Solares Ávila 25/04/2025
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Se acercan las elecciones generales, que ojalá se lleven a cabo porque aunque se asegura que será así, ya son conocidas las ofertas políticas y de las autoridades, que han perdido la credibilidad de la ciudadanía. Por algo será.

Este período preelectoral se caracteriza por la división bajo el pregón de la unidad. Oficialismo, dividido en dos o tres fracciones, aunque existe la sensación –justificada, por cierto– de que sus peleas internas son más aparentes que reales. La oposición, por su parte, se pelea en serio y el bloque, organización para actuar en conjunto de manera solidaria, con un objetivo común, se va al diablo ahogando un grito de esperanza.

Casi dos décadas de un gobierno que se inventó un modelo económico que no es tal, ya que bajo un nombre rimbombante se limitó a gastar a manos llenas lo que los anteriores gobiernos sembraron y, como no alcanzó, continuaron con las reservas internacionales. Así se cubrieron los gastos de aviones de lujo, viajes al exterior para ver partidos de fútbol, museos y después bonos y otros paliativos para mantener a la gente supuestamente contenta que aprende a recibir sin trabajar.

Es un “modelo” que nada tiene que ver con el concepto de que no hay que distribuir la riqueza de los pocos entre los muchos pobres. Ninguna riqueza alcanza para esa forma de proceder. Lo adecuado es producir eficientemente, creando trabajo digno y generando riqueza para distribuirla equitativamente. Matar los emprendimientos privados es una irresponsabilidad.

Gastar más de lo que ingresa no es solo materia de macroeconomía, es un concepto que sirve para una empresa y hasta para una familia. El déficit entre ingreso y gasto es un peligro. El déficit fiscal no se lo puede cubrir eternamente con préstamos hipotecando a las generaciones futuras.

La inversión pública, por otra parte, es mucho más seria que la industrialización que pretende hacer el Estado con fábricas de papas fritas. No beneficia al pueblo en nombre del cual, irresponsablemente, por cierto, se pretende gobernar. El Socialismo del Siglo XXI y los otros similares, llámense lo que se llamen, necesitan la ignorancia y la pobreza que les permita gobernar en paz.

A sus gobernantes les gusta tanto el poder que quieren quedarse eternamente. La primera oferta que debería hacer la oposición es acabar con la reelección de autoridades, incluidas las departamentales. Empiezan sus respectivas gestiones y al poco tiempo se dedican a preparar su reelección, con el dinero del pueblo obviamente, y con tal sinverguenzura que ponen gigantografías en calles y carreteras. ¿Se necesita otra prueba de corrupción?

Pero, volviendo al tema principal de esta nota, es triste que los políticos de oposición, inteligentes y académicamente bien formados, no se den cuenta o no sean consecuentes con la necesidad del país, al que en lugar de salvar del camino al abismo, que es el que eligieron seguir Cuba, Nicaragua y Venezuela, tropiecen otra vez con la misma piedra. Eso, no es patriotismo.

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