MÁS de lo mismo

Monica Briançon Messinger 06/05/2025
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Partamos de que Andrónico no sabe nada. No sabe de economía, de ciencias políticas o de derechos humanos, y nunca ha trabajado en su vida. Ha sido dirigente en el Trópico; hoy es presidente del Senado, candidato a presidente y, es todo menos renovación.

Su estrategia es silenciosa. Usa la estrategia del “mátalascallando”, haciendo cosas por abajo y, eso es muy complejo cuando necesitas soluciones frente a una crisis tan profunda como la que vive el país.

Al ser el presidente del Senado y un líder indiscutible, debió haber tomado posturas sobre muchos aspectos del país y siempre se ha quedado callado.

Es ultrainfluenciable. Reconoce públicamente que durante sus dos primeros años se basó en mañas para aprobar proyectos de ley de manera irregular en el Senado; por tanto, tiene escaso apego a la norma.

Posee las viejas mañas del masismo y se acomoda más allá de la ley, o de la norma, para sacar ventajas favorecedoras para sí.

Ha colocado, de manera ilegal, a brigadistas para los senadores suplentes. Eso no existe dentro de la normativa actual. Este personal ha garantizado votos, en la mayoría de los casos, para la aprobación de controvertidas leyes.

Se aprovecha de recursos económicos del Estado para réditos personales y políticos. Él ofrece el clientelismo, el cuoteo y la prebenda para ganar votos.

Una declaración polémica fue cuando dijo “k’ara es k’ara nomás”. Ello polariza al país, divide a Bolivia y muestra que no gobernaría para todos sino que dividiría más aún al Plurinational State, tan herido y vapuleado.

Ha efectuado el discurso de odio y la apología del delito contra la Ley 348 distorsionándola, mintiendo y desinformando a la población de manera tal que hay personas que piden su abrogación que ha favorecido un montón de víctimas de violencia.

El haber creado un discurso de odio en relación a la 348 es una responsabilidad enorme que Andrónico llevará sobre sus hombros.

Andrónico no representa el futuro, ni siquiera un presente medianamente digno. Es el fósil joven del masismo, un refrito tropical sin sazón institucional. Dice que es renovación, pero huele a humedad de comité político de hace veinte años. Si esto es lo nuevo, que venga lo viejo y pida disculpas. Porque entre el clientelismo, la ilegalidad rampante y la distorsión deliberada del discurso de derechos, lo único que verdaderamente ha renovado es el cinismo. Y si “k’ara es k’ara nomás”, entonces él es masista nomás: el mismo libreto con otro peinado.

Y así, entre silencios cómplices y discursos vacíos, se perfila como el heredero natural de un legado de indiferencia y oportunismo. Mientras los bosques ardían y el país clamaba por acciones concretas, él optaba por la inacción, permitiendo que las llamas consumieran no solo la flora y fauna, sino también la esperanza de un futuro sostenible. Su liderazgo –si es que puede llamarse así– no es más que una extensión del masismo más rancio, disfrazado de juventud y renovación. Porque en el fondo, cuando el humo se disipa, lo único que queda claro es que Andrónico no es el cambio que Bolivia necesita, sino la confirmación de que el poder, en manos de los mismos de siempre, solo cambia de rostro, pero no de esencia.

Así que no será MÁS de lo mismo, será peor.

* Es periodista.

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