Tanto Jaime Dunn como Antonio Saravia, los llamados “Mileis bolivianos”, han presentado sus postulaciones de forma apresurada, tropezando en la elección de sus binomios y ahogando toda esperanza de una posible presidencia liberal.
Para empezar, es falso sostener que actualmente, en Bolivia, existe un partido o alianza política liberal. En ambos casos citados, lo que existe es un grupo de gente que ha encontrado en la creciente popularidad del liberalismo en la región una posible veta para ganar poder político. Dicho así, Nueva Generación Patriótica (NGP) y Acción Democrática Nacionalista (AND) no presentan nada de liberal en su composición orgánica de partido. A lo sumo, se puede decir que en estas elecciones defienden ideas conservadoras mezcladas con escuetos preceptos liberales de los cuales, seguramente, la mayoría de los seleccionados en las listas de asambleístas por esos partidos desconocen.
Estas iniciativas fallan por, primero, dejar de lado el aspecto ideológico y de proyecto político, buscando cualquier sigla disponible para estar presente en las papeletas electorales y, segundo, por pensar que un modelo de redistribución de riqueza y socialismo como es el del MAS puede borrarse presentando una candidatura apresurada el mismo año de las elecciones y decidiendo los liderazgos a último minuto.
Creen que copiando la línea discursiva de Javier Milei van a obtener la misma cantidad de simpatizantes. Esto es un error abismal. Ni la candidatura de Milei ni las ideas liberales en Argentina aparecieron en un año. Basta mirar que Argentina cuenta con una gran cantidad de exponentes liberales tanto en el campo académico como en la difusión de ideas. Personajes como Alberto Benegas Lynch (hijo), Ricardo Manuel Rojas, José Benegas o Gabriel Zanotti llevan poniendo las ideas de la libertad en el debate público desde hace décadas. Sin mencionar la existencia de numerosos Think Thanks, organizaciones de la sociedad civil e instituciones afines a esta doctrina que estaban presentes mucho antes de que Milei pise un estudio de televisión.
La candidatura de este último, de igual forma, no empezó cuando se postulo a diputado nacional con José Luis Espert. Empezó desde que daba conferencias de economía austriaca, discutía las ideas en programas de televisión y ponía al liberalismo en el debate público, como una alternativa ideológica real y de oposición al kirchnerismo.
Pese a todos los esfuerzos de múltiples actores en diferentes áreas, la candidatura de Milei no fue, ni mucho menos, sencilla. Ahora volvamos al caso de Bolivia, donde no existe nadie que sea un exponente liberal a la altura de los mencionados anteriormente. Solamente se puede encontrar un think tank que aboga por el liberalismo en la ciudad de La Paz (Libera Bolivia), y las organizaciones de la sociedad civil que simpatizan con estas ideas pueden contarse con una mano… y aún así, sobrarían dedos.
No hay posibilidad alguna de levantar una candidatura liberal en Bolivia sin un trabajo y esfuerzo previo. Además, si se toma en cuenta que el modelo económico y social predominante por casi 20 años en el país es contrario al liberal, esta labor resulta aún más difícil.
Aquel que quiera levantar esa bandera, debe armar un proyecto político sólido, que pueda hacer oposición ideológica y real a las demás alterativas electorales. Además, debe contar con el apoyo de personas que no encuentren en el liberalismo una moda a la cual pueden sumarse para ganar popularidad, sino que consideren que las ideas que defiende esa doctrina son las más convenientes para una sociedad.
Este trabajo no se hace en el mismo año electoral, con personas elegidas apresuradamente y para llenar cupos, buscando qué partido puede prestar la sigla para participar como sea. Por esto muchos políticos o aspirantes descartan esta opción, porque una candidatura realmente liberal requiere tiempo y esfuerzo.
En estas elecciones, la causa liberal esta manchada por el oportunismo y el clientelismo, pero todavía hay un futuro. En Bolivia hay muchas personas con gran capacidad que defienden desde hace años estas ideas. De ellos, queda esperar lo mejor. Lo cierto es una cosa, un partido liberal necesita estar conformado por liberales.