Bolivianas en el Centenario

DESDE LA TIERRA Lupe Cajías 30/05/2025
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En la enorme obra “Bolivia en el Primer centenario de su Independencia” publicada en 1925 es posible rastrear diferentes asuntos sobre la historia, la economía, la geografía y el potencial del país. Existen datos frescos sobre la naciente industrialización, la producción de goma en el norte, los ferrocarriles, la agricultura y, sobre todo, la minería del estaño.

En la mayoría de los temas se consignan listas de hombres: exploradores, empresarios, abogados, comerciantes, periodistas, diputados, políticos. Las galerías con fotos de mujeres retratan a esposas de dignatarios y a damas consideradas de la “sociedad”.

También citan mujeres relacionadas con actividades artísticas. Por ejemplo, en el Círculo de Bellas Artes de La Paz: Adela Reyes Ortiz, Luisa Eulert, Adela Adrián, Irene Gutiérrez, Luisa viuda de Ballivián, Carmela Estenssoro, Yolanda Muñoz. Pertenecían al Ateneo Femenino Raquel Carmona, Rosa Infante, María Luisa Sánchez Bustamante de Urioste, Carmen Rosa Torres Ballivián, Rosa Infante, Ángela Estenssoro, Teresa Solari, Elodia del Lijerón. Teresa de Peñaranda y Teresa Torrico Lemoine de Carrasco eran cantantes.

Carmen Sánchez Bustamante era socia corresponsal del Ateneo en Lima. Las hermanas Sánchez Bustamante eran hijas del liberal Daniel Sánchez Bustamante, el gran fomentador de la educación de las mujeres.

Sobresale Ana Rosa Tornero, quien fundó la “Revista Ideal Femenino” en 1922, profesora y delegada a la Segunda Conferencia Panamericana de Mujeres en Lima. Tornero fue subdirectora del periódico “El Imparcial” que durante la Guerra del Chaco cumplió un rol muy importante. Quizá fue la primera que ocupó puestos de dirección en un medio de comunicación masiva junto con hombres. En Oruro circuló Feminiflor, específicamente con redacción de mujeres.

Otras pertenecen al Ateneo de la Juventud. En el Círculo Artístico Helios, dirigido por Antonio González Bravo, aportaban Sofía Vizcarra, Rosa Parrado de García, Matilde Ascarrunz, quienes se dedicaban a la música y a la danza.

No había mujeres en la Filarmónica formada por Adolfo Ballivián, hijo y nieto de presidentes paceños. Tampoco hay socias en el café Club de La Paz alentado por varios militantes liberales como Heriberto y Lisímaco Gutiérrez, Serapio Reyes Ortiz, Federico Diez de Medina, Federico y Juan Granier, Belisario Salinas, Otto Richter, Benedicto Goitia, Fernando Guachalla, Sabino y Macario Pinilla.

Hay más mujeres en las sociedades de beneficencia como la Sociedad Católica San José Otras mujeres pertenecían a la Sociedad de Beneficencia Señoras San Vicente de Paúl.  La Sociedad Protectora de la Infancia era dirigida por Carmen Rivera viuda de Ernst, esposa del fundador de la Cervecería Boliviana Nacional. Rosa Nava de Mendoza es otra mujer que va a cumplir una serie de trabajos de aliento a la participación de la mujer en diferentes aspectos.

Otras mujeres aparecen como esposas de empresarios cómo Celia Sánchez de Solís, esposa de Abel Solís, de la Casa Solís Hermanos considerado uno de los Reyes de la Coca que amplió la producción en Sud Yungas.

Otras mujeres ingresaron en la Escuela de Bellas Artes fundada por Guillermo Mier. Entre ellas se nombra a María Guzmán Bozo, pintoras como Katina Gardelic, María Requena. En el Círculo de Bellas Artes de Cochabamba actuaban Esther Morales de Suárez, Leonor López de Melean, Elvira Morales de Blanco Galindo, poetisas como Adela Zamudio, Clotilde Méndez de Carrillo, Brígida Virreira de Arce, Bonifacia Arandia Mercedes Carmona Sara Ugarte de Salamanca.

Amalia Villa de la Tapia era artista y profesora, pero sobre todo fue la pionera en la aviación boliviana. Recibió su licencia internacional en 1922.

Entre las protectoras de la infancia aparecen Laura de Arce, Agar de Gutiérrez Guerra, Mercedes de Lemaitre. En Potosí resaltan dos profesoras en la Universidad Tomás Frías. Funciona la escuela para formar profesoras. En Santa Cruz trabajaban las profesoras del Liceo de señoritas secundaria.

La chola elegante, de faluchos y manta de Manila, luce como reina de belleza en otras publicaciones de la época. En documentos de venta compra de propiedades figuran como dueñas, herederas, apoderadas. Compran y venden terrenos en la pujante sede de gobierno, incluso alguna que era divorciada.

Más tarde, fueron famosas Adrianita “Tía” Nuñez, que caminaba con el rostro extremadamente maquillado por la calle Comercio de La Paz. Decían que una pena de amor provocó su extravío mental. En Santa Cruz la Loca Jarichi con sus ropas coloridas cruzaba la plaza. Aunque no era agresiva, las mamás la invocaban para escarmentar a sus hijos si intentaban rabietas y se creó la leyenda. En esos años a ningún periodista se le ocurrió alentar la candidatura de esas desquiciadas, como ocurre en este Bicentenario.

La mujer indígena no es un actor social en esas publicaciones, ni en las ediciones del Sesquicentenario. Alguna fotografía, pero sin nombre propio.

Un siglo después, la presencia de las mujeres en las actividades políticas, artísticas, sociales tiene un rostro absolutamente diferente en Bolivia. Sin embargo, aún falta mucho para superar la idea de la igualdad de oportunidades para cada persona.

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