El Chaco y el gas

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 15/06/2025
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Con actos que estuvieron limitados a los círculos militares, de los descendientes y, en algunos lugares, a los historiadores, ayer se conmemoró los 90 años del cese de hostilidades de la Guerra del Chaco, un episodio de nuestro pasado que, casi un siglo después, sigue siendo motivo de intensos estudios.

Esta guerra es considerada el conflicto bélico más importante en la América del Sur del siglo XX, aunque enfrentó a dos naciones que, por entonces, estaban consideradas entre las más pobres de la subregión, Bolivia y Paraguay.

Por el tiempo transcurrido, nuestro país ha conmemorado ese episodio histórico sin sus protagonistas, aquellos que salieron vivos de las arenas del Chaco y lograron vivir hasta hace algunos años, sobrepasando la centuria. 

Particularmente durante el tiempo que el país vivió la que fue denominada bonanza económica, se dijo que esta se debía a la venta del gas cuyos mayores depósitos se encontraban en la porción del Chaco que se quedó con Bolivia después de la Guerra, que apenas fue un tercio del territorio en conflicto. Lamentablemente, en esos años no se tomó la previsión de realizar exploraciones que permitieron encontrar más yacimientos que, según estudios de las reservas hidrocarburíferas, se supone existen en territorio boliviano, especialmente en el Chaco chuquisaqueño.

Bolivia atraviesa una dura crisis económica debido, en parte, a que nuestro principal comprador, que es el Brasil, ha ido rebajando paulatinamente sus volúmenes de importación. La situación será todavía peor a partir de 2027, por cuanto los contratos tienen fecha solo hasta el 31 de diciembre de 2026. Por ahora, muchos hogares bolivianos disfrutan de los beneficios del gas natural domiciliario, pero ya se ha escuchado voces en el sentido de que las reservas se están agotando y pronto nos veremos en la necesidad de importar también ese hidrocarburo.

Ayer, mientras se recordaba la finalización de la Guerra del Chaco, fue inevitable hablar de las largas filas que subsisten en las estaciones de servicio para comprar diésel y gasolina.

Y es que, como sabemos, las reservas no son solo de gas, sino también de petróleo, pero 90 años después de la guerra en la que decenas de miles de vidas fueron ofrendadas para rescatar por lo menos parte del territorio que contenía esos recursos, resulta frustrante –por decir menos– que tengamos que esforzarnos tanto para conseguir sus derivados.

¿Cómo es que, poseyendo reservas de petróleo, Bolivia debe importar diésel y gasolina? Hace poco más de un año, el presidente Luis Arce reveló que el país tiene que importar el 56 por ciento de la gasolina y el 86 por ciento de diésel sencilla y llanamente porque no se ha encontrado nuevos yacimientos. El gobernante responsabilizó de esto al expresidente Evo Morales quien, según dijo Arce, no asumió una política de exploración de hidrocarburos, que debió ser planificada y ejecutada por el ministerio del ramo. Con ese argumento, aclaró que el ministerio que él encabezaba, el de Economía, no tenía jurisdicción sobre esos asuntos.   

Las acusaciones al gobierno de Evo Morales de una inadecuada política para el aprovechamiento de los hidrocarburos se confirmaron con los datos proporcionados por el actual presidente en junio de 2024. ¿Qué se hizo en su gobierno al respecto? También el año pasado, se informó que “en la actualidad, y con base en los recursos prospectivos, YPFB cuenta con una ruta exploratoria que apunta a obtener 19 TCFs de reservas de gas hasta el año 2025”. Ya estamos en junio del año señalado entonces, así que se espera noticias al respecto.

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