La organización World Justice Project (WJP) publicó el ranking de corrupción en el mundo, analizando a 142 países mediante ocho factores que incluyen restricciones a los poderes del gobierno, ausencia de corrupción, gobierno abierto, derechos fundamentales, orden y seguridad, cumplimiento normativo, justicia civil y justicia penal. Bolivia, en el puesto 141. En resumen, el más corrupto de la región y el segundo a nivel mundial.
Le comenté esto a un funcionario mientras me sellaba la mano en una fila de aceite/gasolina/empandas, ya no me acuerdo, y me dijo clarito: “Licen, eso facilito se arregla, por 300 pesitos le hacemos subir el ranking al país, y sin examen”.
Me quedé pensando en la propuesta y, sacando cuentas, 300 pesitos por 12 millones de habitantes seguro llegamos al primer puesto. “Todos tienen un precio”, me dijo tranquilamente.
Ahí están los militares, que cobran por “darte” tu libreta militar sin que hayas hecho el servicio, o los policías, que te hacen “aceptar” en la academia o que te “perdonan por última vez” la multa por estar mal parqueado.
Por supuesto, está a la orden del día el tráfico de venta de cargos públicos para trabajar en Plurilandia, donde tu sueldito se va para el partido, a tu padrino o para tu aval. Con razón el 1 de mayo esperan ansiosos el incremento salarial.
Ni qué decir en el poder Ejecutivo/Legislativo. El “lobby” se hace intenso para aprobar ciertas leyes, o en el Ejecutivo para “acelerar” ciertos trámites.
Eso hace que solo estemos por debajo de la República Democrática del Congo. Estamos más cerca de África Central que de nuestros países vecinos, Chile (36) o Argentina (63).
Tenemos profes para aprender corrupción. Como el funcionario público “aprieta sellito”, pidiendo firmita con lapicerito azul, mientras engorda su culito comiendo un sandwichito de lomito, sentadito en su sillita, sin nada más que hacer que pedirte que pierdas tu tiempito para tramitar un procesito.
La corrupción “nos hace contratar” a un tramitador para acelerar esos procesos, desde que preguntas “quién te lo hace fila y por cuánto”, o “tú no sabes con quién estás hablando”, hasta las clásicas de “tu permiso de construcción ahora vale un piso entero del edificio” o “hacemos tesis/apoyamos en examen de ingreso”. Tenemos el chip incorporado para aplicar la ley en los demás, pero, para nosotros, vía libre y expedita para hacer lo que nos cantan las guindas rojo, amarillo y verde.
El Gobierno de y para los “pobres y humildes” nos transformó en el país de corruptos. Transformó la eficiencia en un “bono de té”, se volvieron ladrones del tiempo y en engordar funcionarios públicos con sendos requerimientos burocráticos, porque mientras más papeles pidas y más procesos necesites, la posibilidad de corrupción será mayor. El país del “vuélvase mañana” se arregla con un “podríamos ver de arreglar”.
Solo un país pobre y corrupto se permite tener parásitos burocráticos como la AJ, el Seprec, Sobodaycom, el Viceministerio de Descolonización, o los funcionarios de Impuestos que cuentan cuántos platos vende un boliche para ver si evade o no. Ese es nivel de “hambruna”.
¿Y saben qué es lo peor? No importa quién gobierne, será exactamente igual. Así que, ¿quién se anota para dar la cuotita? Ofrezco apicito y buñuelito para los que hagan fila desde temprano y luego vendan su puestito a los que lleguen tarde. Trecientos pesitos por nuca y al año estaremos en la cima del ranking. Aquí paso el QR, fotocopia de CI y firmita, por favor, en la listita. Nadie se rinde.
* Es periodista.