Pensar en el legado

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 30/06/2025
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as elecciones serán el 17 de agosto, pero, según el calendario electoral, el próximo presidente del Estado asumirá funciones el 8 de noviembre. Por tanto, al actual mandatario le quedan apenas cuatro meses y ocho días en el poder. Hemos ingresado a la cuenta regresiva.

¿Queda tiempo para un legado memorable? A Luis Arce Catacora le tocó ser el presidente del bicentenario, pero, debido a que el comité que se conformó para la conmemoración ha tenido un desempeño que ya es cuestionado desde diversos frentes, parece que de este no quedará un buen recuerdo. 

Si a eso sumamos el sabor agridulce de una de las peores crisis económicas de nuestros tiempos, concluiremos que hará falta alguna medida de impacto para no dejar un mal recuerdo.

Empero, hace varios meses que los gestos políticos no logran tener ningún impacto en el escenario económico. El Gobierno ha intentado dar certidumbres. De hecho, el presidente Arce decidió renunciar a su repostulación con ese objetivo, pero nada ha mejorado, lo que invita a pensar que el análisis del propio Gobierno apunta a un balance desfavorable.

En algún momento, alguno de los analistas que lo acompañan en la gestión sugirió que esa salida permitiría aflojar tensiones con los exportadores, sobre todo con los grandes ganaderos, y en paralelo liberar algunos de los créditos de la Asamblea en dólares como respaldo a nuevas operaciones, y que de esa manera se podría regularizar el suministro de combustibles y, quién sabe, animar incluso a los mineros a volver a depositar sus dólares en las cuentas nacionales y a los banqueros a traer algunos de los fondos de sus SAFI para estabilizar la situación nacional. O quién sabe, quizá alguno creyó que, en ese escenario de no continuidad, las bancadas de la Asamblea se ahuecarían a aprobar también los contratos del litio y con ello recibir algún tipo de asistencia financiera decente de los aliados rusos y chinos que aspiran a explotar el Salar de Uyuni.

Ahora, tampoco se puede aventurar demasiado. A pesar de que los principales poderes económicos del país –mineros, banqueros, agroindustriales, y todo el entramado de la economía “ilícita”– han sido muy bien tratados en los 20 años del Movimiento Al Socialismo (MAS), algunos llevan tiempo apostando a que el ciclo se debe de acabar antes de que el Gobierno cambie en sus planteamientos e ingrese en otra deriva, pues temen que la estrategia de culpar a Arce para salvar el modelo pueda dar resultado, sobre todo ante el despropósito opositor.

La agonía está siendo larga y mirar el calendario da pavor. En paralelo, crecen las protestas sociales por los precios, aunque se entremezclen con intereses políticos que, en sí y junto al calendario electoral, desalientan la movilización.

Pensar que Luis Arce en sus cuatro últimos meses de Gobierno va a desmontar su “modelo” es inviable, pues ni siquiera el FMI le abriría la puerta a un gobierno con las horas contadas. En esas, tampoco parece viable que vaya a tomar decisiones que son parte esencial del programa electoral de los aspirantes a sucederle, como retirar la subvención de los hidrocarburos o bajar o subir impuestos.

En esas circunstancias, cabe preguntarse cuál será el legado del Gobierno que se termina. Mientras, habrá que apelar a la resiliencia de unos, como siempre, y al patriotismo de los otros, mientras las hojas del calendario siguen cayendo. Ya no hay tiempo para obras importantes o proyectos a corto plazo, así que habrá que optar por reponer los dólares en el sistema financiero o, al menos, dejar de gastarlos, porque, si se mantiene ese ritmo, se estaría jugando con fuego en los últimos momentos. 

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