Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco nació en Caracas, hoy Venezuela, el 24 de julio de 1783, y pasó a la historia con un título que le confirió el Congreso de la denominada Gran Colombia: Libertador. La fecha de su nacimiento para las repúblicas que él liberó, al menos para Bolivia, tristemente, suele pasar desapercibida.
Culminando procesos disímiles, Bolívar consiguió liberar de la dependencia española a un territorio que actualmente está dividido en seis países: Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela. El nuestro le dio un honor que recibieron pocos seres humanos en la historia universal: le puso su nombre. Referencias suficientes para justificar la importancia del personaje cuya trascendencia ha sido ignorada en general en este bicentenario.
Sin embargo, es preciso revisar también algunos otros apuntes pertinentes en estos tiempos como, por ejemplo, el uso político que se hizo y se hace de la figura del Libertador.
En enero de 1858 se publicó el tomo III de The New American Cyclopedia, que incluía una atracción particular: un artículo titulado “Bolívar y Ponte”, que estaba firmado nada más y nada menos que por una de las figuras políticas del momento, Karl Marx.
Fiel a su estilo, el autor de “El capital” se dedicó a explotar las debilidades de Bolívar, comenzando por su condición de mantuano, es decir, de la aristocracia establecida sobre la base de la explotación del cacao. Lo que dijo, en resumen, es que fue un personaje que, por estar acostumbrado a mandar, propició el alejamiento de los españoles para ser él quien ocupara su lugar en el gobierno de las antiguas colonias. El artículo no entra en detalles sobre el papel que tuvo en la independencia de Charcas, hoy Bolivia, pero sí apunta que “en este país, sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón”, un error histórico puesto que dicho código fue promulgado en el gobierno de Andrés de Santa Cruz.
Si Marx hubiera puesto un poco más de cuidado en el uso de sus fuentes probablemente se hubiera enterado de que, en efecto, Bolívar emitió legislación en su corta estancia en Bolivia, pero para organizar el país que había nacido formalmente el 8 de agosto de 1825. Entre esas leyes estaba, por ejemplo, la que ordenaba la liberación de los esclavos africanos y la devolución de las tierras a los indios, medidas no aplicadas por la aristocracia de la nueva nación. Más efectivas fueron las leyes que promulgó para sentar las bases de los primeros colegios de la república, como el de asignar dos y medio reales por cada marco de plata para el funcionamiento del colegio de ciencias y artes de Potosí.
Bolívar llegó al país que fue bautizado con su nombre y visitó las principales ciudades de entonces, La Paz, Potosí y Chuquisaca, no precisamente para recibir homenajes, sino para organizarlo. La presidencia vitalicia, incluida en la Constitución redactada por el propio Libertador, fue la única solución que encontró, en aquella coyuntura, para evitar el caos, que finalmente sobrevino.
Su papel que tuvo Bolívar la colocación de los cimientos de nuestro país fue fundamental.
¿Cómo le reconoció Bolivia su papel fundamental? Una vez que él se marchó, surgieron las facciones en su contra y una de ellas decidió desmontar su obra. El primer paso fue quitarle su nombre a la nación, que de Bolívar pasó a llamarse Bolivia. Lo demás, es historia.