Nuestro 6 de Agosto

A. Germán Gutiérrez Gantier 27/07/2025
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Estamos a pocos días de la celebración del Bicentenario de la Fundación de la República de Bolivia, en medio de una alta conflictividad política, económica, social y moral, con un proceso electoral en curso lleno de incertidumbres, con autoridades nacionales de salida y con menudos conflictos en gobernaciones y alcaldías.

En estas condiciones ¿qué se vislumbra para el 6 de Agosto? actos protocolares deslucidos, farras oficiales, desfiles en los que los ciudadanos expresarán su patriotismo por propia decisión, una que otra presentación cultural, entrega de obras en bis, discursos insulsos con lugares y frases comunes y sin sustancia, en línea con lo que el gobierno nacional quiere, que el Bicentenario pase desapercibido y así corone su nefasta retórica antirepública.

Las elecciones del 17 de agosto les cae como anillo al dedo, en dicha fecha prevalecerá un clima electoral vacuo con una predominancia de lo coyuntural sobre cualquier otra consideración, cuando bien pudo ser el mejor momento para que las fuerzas políticas visualicen un horizonte esperanzador para Bolivia, renovando su convicción en los principios y valores que sustentan a la república y a la democracia, como una forma inteligente y pacífica de combatir y expulsar a la dictadura.

La república al ser una forma de gobierno fundada en la democracia plena y vinculada a los profundos cambios que se producen en el mundo, es la base y piedra angular de la estructuración del nuevo estado cuya tarea principal será la de cohesionar a nuestra sociedad y restituir el respeto de la constitución y de la ley cuyo cumplimiento debería ser la única forma de ejercer la función pública y de convivencia entre los bolivianos.

La reivindicación de la república en pleno siglo XXI no es retornar a la anterior ni fundar una nueva, es recorrer nuestra historia y sobre ella visualizar el horizonte, vale decir mirar el pasado para construir el futuro, lo que reafirmaría una pertenencia con raíces profundas en conexión con los cambios que se producen.

La división de la sociedad en posiciones irreconciliables debe concluir superando las diferencias injustificadas con prácticas racistas y excluyentes desde el estado mismo, encontrando en la nación el paraguas que cobije a todos los bolivianos, respetando las ricas diferencias culturales que son la esencia de nuestro existir.

Las aspiraciones de las clases y sectores sociales, deben ser resueltas sobre la base del bien común, con la enérgica extirpación de prácticas demagógicas que otorgaron a las élites corruptas prebendas e impunidad, lo que permitió perpetuar condiciones de pobreza, atraso y abuso, contrarios a lo que debería suceder en una república moderna y democrática.

La república del siglo XXI nos obliga a repensar nuestro pasado y proyectar una realidad vigorosa en contra de poses y experimentos totalitarios y autoritarios, asumiendo el desafío de levantar instituciones sólidas que den certidumbre y confianza a los ciudadanos y eviten que los detentadores del poder nunca más afecten los intereses nacionales.

En el periodo que se ha abierto no se vislumbra nada que no sea la república, la recuperación de sus símbolos, valores y principios son portadores de una voluntad cohesionadora, esta es la gran causa que debe imponerse a visiones parciales y excluyentes.

El 6 de Agosto es nuestro, más allá de lo que haga el estado y las fuerzas electorales, la ciudadanía debe recuperar la iniciativa y promover acciones destinadas a que sea el punto de ruptura contra la dictadura y la luz que ilumine el camino de una república democrática por un largo periodo.

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