Cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) hizo conocer que las elecciones generales de este año serían el 17 de agosto, la primera impresión que se tuvo en esta parte del país es que la conmemoración por el Bicentenario de la independencia de Bolivia se iba a ver perjudicada.
La impresión no era gratuita, pues se basaba en presunciones lógicas: tanto el clima electoral como las inevitables campañas políticas iban a sobreponerse y, eso fue lo que finalmente pasó. Hasta el momento, como era de suponerse también, los debates en los que vinieron participando los candidatos han acaparado la atención de la ciudadanía más que cualquiera de los actos programados para dicha conmemoración.
La lógica también permite anticipar que el interés popular aumentará notoriamente a partir de mañana, cuando se llevan a cabo muchos de los actos previstos para las vísperas del 6 de Agosto. Obviamente, Sucre está siendo el centro de atención, con la participación del presidente Luis Arce y de varios mandatarios que han confirmado su participación.
Es probable que el 7 de agosto siga la efervescencia, pero no muchos más días: la política volverá a acaparar el interés general de la ciudadanía. El programa trazado por la Delegación Presidencial del Bicentenario contiene actividades incluso hasta noviembre, hasta cerrarse con un único acto previsto para diciembre: la entrega del Centro de la Revolución Cultural en la ciudad de El Alto.
Así, salvando lo que vaya a ocurrir en el transcurso de esta semana, la previsión sobre el perjuicio de las elecciones al Bicentenario se habrá cumplido. Si, como prevén las encuestas, habrá segunda vuelta, entonces la segunda mitad de 2025 estará totalmente copada por el mecanismo para renovar a las autoridades. Eso sí, es preciso admitir que tampoco se podía proceder de otra manera por cuanto el calendario electoral ha tomado en cuenta todas las posibilidades —segunda vuelta, repetición de votaciones, etc.— para que, pese a todo, se llegue a noviembre con la certeza de quién será el próximo presidente, sin dar opción a prórroga alguna.
La coincidencia ha permitido estos cruces, pero, cabe preguntarse si se hubiera procedido de la misma manera si las celebraciones del Bicentenario se centralizaban en La Paz. Como en la duda es preciso decantarse siempre por la bona fide, es de suponer que todo hubiera sido igual.
A estas coincidencias hay que agregarle la confirmación de un nuevo caso de sarampión, y que ha sido presentado en el interior del país como un motivo de cuidado ante la inevitable concentración de gente por los actos del Bicentenario. Al respecto, es preciso recordar que este es el cuarto caso en Chuquisaca, pero importado; es decir, se trata de una persona que se contagió en Santa Cruz y que ya ha sido debidamente aislada para su tratamiento.
El sarampión ha vuelto al país, marcando un retroceso en la lucha contra las enfermedades, debido en gran medida a las injustificadas y sañudas campañas de los “antivacuna” que, desdeñando todo argumento científico, han persuadido a una indeterminada cantidad de gente a renunciar a las inmunizaciones que, antes de la pandemia del covid-19, ya habían pasado a formar parte de la cultura popular. A eso hay que sumarle que Chuquisaca no es la región más peligrosa, ni la que tiene la mayor cantidad de casos, lo cual —por supuesto— no significa que haya que bajar la guardia.