Coalemo es un ser mítico que personifica la estupidez y la ignorancia. En este mundo terrenal cuenta con admiradores y adherentes; para pesar nuestro, sus seguidores en el poder político nacional son innumerables.
Son seres que tienen la necesidad de llamar la atención y sentirse superiores, no tienen otra cosa que mostrar sino sus torpezas, eligen el momento y los espacios con una insensatez extrema.
Esto sucedió el 6 de Agosto pasado, aparecieron en el acto oficial de homenaje al Bicentenario de la fundación de la República de Bolivia en el Salón de la Independencia de la Casa de la Libertad y haciendo gala de su estupidez e ignorancia abuchearon y se dirigieron con epítetos de grueso calibre a los mandatarios. Que este comportamiento sea un distintivo sobresaliente de su personalidad y una forma de cobrar notoriedad pública no es novedad, empero que el lugar escogido sea donde se fundó Bolivia, es una ofensa a la patria.
¿Se habrán percatado que posaron sus miserables humanidades en los mismos asientos en los que estuvieron los asambleístas que declararon la Independencia y constituyeron la República de Bolivia? Lo dudo son supinos ignorantes.
Estos representantes del autoritarismo, no conformes con dañar sistemáticamente a la democracia, encontraron el lugar y el momento para proseguir con sus iniquidades, seguramente se regocijaron y cobraron nuevos bríos cuando fueron invitados a la Capital para participar en la sesión de homenaje al 6 de Agosto de 1825, donde supusieron que coronarían su obra de destrucción de la república desplegando su infame artillería de agravios.
Si bien es cierto que Arce y Choquehuanca son también pupilos de Coalemo y tendrán que rendir cuenta de sus actos en breve, el lugar y la manera para reproducir sus inescrupulosas confrontaciones no fueron los adecuados. Para redondear, las cosas no quedaron ahí, los discursos de los mandatarios, que debían ser cuidadosamente elaborados por ser los más importantes de su gestión, estuvieron a tono con los abucheos e insultos.
El vicepresidente hipócritamente emponchado, en su alocución, como siempre, confrontó a la república con el estado plurinacional, llegó a Sucre para rendir su homenaje a los 200 años de la existencia de la República de Bolivia pero la negó y ofendió, hablo de complementariedades inexistentes y quedó en evidencia que las agresiones discriminadoras y racistas son alentadas y ejecutadas por el mismo gobierno, fue antihistórico al no reconocer el gran aporte de la lucha de los bolivianos por establecer y tratar de consolidar a la República.
El presidente Arce, confundió el acto tratando de defender su gestión y no rendir su homenaje a la República de Bolivia, en una retórica simplona buscó culpables en todo lado menos en su incapacidad e ineptitud deslindando cualquier responsabilidad de la crisis actual; en lugar de promover la unidad se centró en la confrontación, dijo frases tan alejadas de la realidad que contribuyeron a deslucir aún más el acto.
Ambos se mostraron en su verdadera dimensión, enanos frente a los grandes desafíos. Al igual que los opositores, dejaron pasar una magnífica oportunidad de efectuar una evaluación del tiempo transcurrido desde la fundación de la República de Bolivia y vislumbrar la construcción del nuevo periodo.
En Sucre, el poder y los actores políticos estuvieron arrinconados por la ciudadanía, porque el recuerdo de lo construído y el transcurrir histórico de la república fue más poderoso. Otras actividades cobraron brillo gracias a la participación del pueblo, cuya bolivianidad les salió por todos los poros pese a los desplantes.
Los estúpidos e ignorantes quisieron que sus menudas figuras sean las importantes que la fundación de la República y sus 200 años, no pudieron con la monumentalidad de la obra de Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Casimiro Olañeta, Mariano Serrano, Jaime de Zudáñez, Bernardo Monteagudo, la gran Juana Azurduy de Padilla, las luchas de los guerrilleros de la independencia y otros más, la fortaleza de la construcción de una identidad con la creación de nuestra bandera e himno nacional; el recuerdo con honor de los héroes de las Guerra del Pacífico, del Acre y del Chaco, los eventos que evitaron la destrucción de Bolivia como la Revolución de 1952, la obra de los sectores populares graficados en la fundación la COB y la CSUTCB; la instalación de la Asamblea Popular de 1971, la derrota de las dictaduras militares y la recuperación de la democracia en 1982 por el movimiento popular, al igual que las gloriosas marchas obreras e indígenas y la resistencia al neopopulismo autoritario por una ciudadanía rebelde y mucho más.
La exigencia ciudadana de que los actuales gobernantes y sus eventuales herederos se vayan del gobierno para siempre es tan poderosa como el reconocimiento de que la república es una construcción histórica cuyo curso debe seguir después del fracaso del estado plurinacional y ser el cimiento de una nueva institucionalidad que debe transcurrir a lo largo del siglo XXI.
Coalemo y sus seguidores se van quedando en el pasado, mientras se vislumbra un futuro esperanzador con el rebrote la República.