La 2dita.

PAREMIOLOCOGI@ Arturo Yáñez Cortes 20/10/2025
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Como la mayoría de los bolivianos, usted, amable lector, habrá concurrido este domingo a emitir su voto por el candidato de su preferencia, aquel que creyó que podrá sacarnos de la jodida crisis en la que la fracasada receta del Socialismo del Siglo XXI nos está dejando de herencia o tal vez –sostengo así ocurre en la mayor parte de los casos– por el que considero, resignado, el menor de los males. Consummatum est.

Como ciudadanos, hemos estrenado este novedoso mecanismo de la 2da. vuelta introducido como una de sus novedades por la reforma constitucional impresa por la Constitución ensangrentada de La Calancha (2009). A la vista del anterior sistema, en el que los parlamentarios se reunían, negociaban –en el peor sentido de la palabra– y, en nuestro nombre, le metían nomás a quien les venía en gana como Presidente, habiendo resultado electo hasta el tercero (perdedor) o absurdos similares. Desde ese punto de vista, este mecanismo de la 2da. vuelta en la que, al final del día, el soberano, así sea con un votito, determina eligiendo al más votado como ganador con innegable legitimidad, constituye un importante avance respecto de aquel otro en el que si bien eran nuestros representantes, los “charlamentarios” negociaban en su peor expresión en nuestro nombre y elegían a quien les venía en gana o les daba más canonjías. Punto a favor del Constituyente.

Empero, naturalmente no hay nada perfecto en la viña del Señor. Los que saben, si bien destacan el mecanismo del ‘ballotage’ –como se repite con aires afrancesados– porque le entrega al soberano la última palabra entre los dos más votados que no lograron la mayoría privilegiada para ganar el trono en la 1era. Vuelta, explican también la relativa debilidad de quien resulte ganador en la final, pues si bien obtiene el podio de la Presidencia no necesariamente tiene la mayoría parlamentaria, que ya se decidió en la 1era. vuelta, quedando obligado a negociar con las bancadas mayoritarias congresales que no necesariamente responderán en todos los casos a su tendencia. Caldo de cultivo para mayor polarización.

Ello produce un presidente electo con una mayoría artificial que no siempre se refleja en la sala de máquinas de la política, como es el Parlamento, con evidente riesgo de fragmentación, si es que no hostilidad, la que podría incrementarse si es que no existe un sólido sistema de partidos. Peor cuando podría haberse volteado el resultado de la 1era., algo también frecuente, pues podría también ocurrir el fenómeno de la “mayoría negativa” por el que la mayor parte de los votantes se oponen a una facción, aunque no necesariamente apoyan a la otra, pese a votarlos, coyunturalmente.

Aunque yapo de mi parte: si estamos en una genuina democracia, aquella necesidad de concertación no debería ser mala per se, pues precisamente este sistema –el peor de entre los restantes, como decía el gran Churchill– se basa precisamente en la capacidad de sus actores para construir acuerdos, una suerte de pisos comunes entre los discordes, en bien de lo que tanto phajpakean; es decir, del pueblo, del soberano, del individuo, del ciudadano o de la masa, etc. No encuentro malo que los discordes en campaña o para la platea luego tengan siquiera una pizca de grandeza y, olvidándose de sus saludables diferencias, puedan, en pro de los altos intereses que juran defender, ponerse de acuerdo en los temas de relevancia en pro del país (para eso además les pagamos y bien). ¿Darán los flamantes esta vez la talla? ¿O seguirá con algunos actores diferentes la vomitiva mediocridad de la gestión que acaba afortunadamente, de concluir? Amanecerá y veremos…

En la jodida coyuntura (multicrisis: económica, energética, institucional y hasta moral), tamaño desafío es para las grandes ligas de la política. Así las cosas, haya ganado quien haya ganado el domingo, les urge empezar desde esta semana con siquiera señales de las grandes decisiones que deberán tomarse desde el 8N, frente a un desgobierno que acaba peor de lo que cualquier otro acabó en nuestra historia, perseverante del que emergió. 

Por nuestra parte desde el soberano, los tendremos en la mira haciendo efectivo ejercicio de ciudadanía, pues a la vista del desastre en que nos metieron ya no estamos para más experimentos, recetas o franquicias. Es que como bien dijo Charles de Gaulle: “He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.

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