Bolivia ya tiene presidente y vicepresidente electos. Según el mensaje de las urnas, Rodrigo Paz conducirá los destinos del país mientras que Edmand Lara tendrá la difícil tarea de coordinar las acciones de las organizaciones políticas representadas en la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Antes de la decisiva jornada de votación de este domingo, se sabía que el Gobierno que asumirá funciones en noviembre próximo, más allá de quién estuviera al frente de él, se enfrentará a una grave crisis económica después de la administración del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Incluso hace dos décadas, cuando Evo Morales se elevaba de las urnas como el líder del momento, el país ya estaba atrasado en relación a vecinos como Argentina y Chile. Luego, aunque de manera efímera, pasó por el poder la expresidenta Jeanine Áñez, con otro mal gobierno, y el país profundizó su crisis en los últimos cinco años.
Hace pocos días, Bolivia arrojó alarmantes datos de un retroceso económico no visto en los últimos 39 años, mientras que el Banco Mundial vaticinó tres años de recesión.
Una vez conocidos los resultados preliminares del inédito balotaje, lo primero que se necesita es una gran dosis de realidad. El país no puede continuar sumido en el rentismo. Como ejemplo, se mantienen congelados los precios de los carburantes pese a que estos suben en la región. Para el bolsillo individual de cada conductor de vehículo público o privado, están baratos, pero la subvención estatal ha ido empeorando la economía nacional.
Además, la subvención al diésel y la gasolina ha provocado el contrabando, puesto que ambos combustibles pueden comprarse a bajo precio en Bolivia y venderse en el exterior con buenos márgenes de ganancia. Una medida razonable sería levantarla, pero varios sectores sociales han anticipado ya su rechazo a una medida de esa naturaleza. El futuro presidente Paz tiene ahí el desafío inconmensurable de resolver la crisis de los carburantes como corresponde.
Los populismos no han pasado la prueba de la economía allá donde haya sido aplicado. No se pueden subir las rentas de los jubilados sin antes lograr un equilibrio que permita pagarlas. No es posible que existan sectores privilegiados que se jubilan con el 100% de sus ingresos mientras que otros lo hacen apenas con el 7%. Tampoco está bien que importantes sectores de la economía no contribuyan con impuestos mientras otros lo hacen sagradamente cada mes.
Hay países que han logrado estabilizarse con sus ingresos y gastos. Uno de ellos, por ejemplo, es El Salvador, donde se ha iniciado una verdadera revolución puesto que todo su funcionamiento ha cambiado radicalmente. Allí, los recursos fiscales se destinan a obras de servicio público y alcanzan porque se ha cortado el corrupto sistema de pagos de sobornos a las autoridades; la corrupción no solo se ha cortado de cuajo, sino que se castiga con cárcel. Es cierto que, en lo social, está en entredicho el respeto a los derechos humanos; cuenta pendiente para el gobierno de Nayib Bukele. Entretanto, su receta política y económica ha dado buenos resultados.
Los primeros mensajes de los electos presidente y vicepresidente, además de los que ofrecieron los candidatos perdedores, son alentadores en sentido de que parecen todos conscientes del momento delicado por el que atraviesa el país.
Ahora que se acabó la campaña, la fórmula ganadora tiene la imperativa misión de asumir medidas urgentes para salvar a la patria. Y los partidos con representación parlamentaria, la posibilidad de hacer una oposición constructiva, sabiendo que el nuevo gobierno necesitará de acuerdos en el Congreso.