Sucre necesita su Marca Ciudad

Mónica Calabi 23/10/2025
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A más de tres décadas de ser reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, Sucre continúa con una tarea pendiente como es consolidar una Marca Ciudad que proyecte su riqueza histórica, cultural y arquitectónica hacia el mundo, y que al mismo tiempo refuerce el sentido de pertenencia de sus habitantes, más ahora que todos los ojos están sobre Sucre, con motivo del Bicentenario.

Intentos de construir una Marca Ciudad ha habido muchos entre 2009 y 2021, cuando autoridades municipales, departamentales y actores privados han impulsado diversos proyectos para construir esa marca, pero ninguna logró consolidarse de manera sostenible. Los cambios de gestión, la falta de articulación institucional, el alcance de los objetivos limitados y el enfoque disperso en la comunicación impidieron el nacimiento de una identidad visual y narrativa única que represente a la Capital Constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia ante públicos internos y externos.

A partir de un trabajo de investigación realizado desde el periódico Correo del Sur, se analizaron en detalle esos esfuerzos inconclusos en una sistematización crítica de eventos clave en los que se intentó posicionar una imagen distintiva para Sucre, pero también rescatando las prácticas y lecciones aprendidas en cada oportunidad.

El concepto de Marca Ciudad

Es importante saber que una marca ciudad es mucho más que un logo atractivo y un slogan interesante. A pesar del reconocimiento de Sucre como ciudad patrimonial y su inmenso potencial turístico, carece de una Marca Ciudad consolidada, entendida como una herramienta estratégica que combine identidad, visión a largo plazo y sostenibilidad.

Una Marca Ciudad es una política pública sostenida en el tiempo, capaz de proyectar los valores, atributos y aspiraciones de una comunidad que debe responder a una visión colectiva construida desde los públicos internos –sus habitantes, autoridades e instituciones– antes de dirigirse al visitante o al inversor.

Marca Ciudad es la imagen que refleja la esencia misma de los habitantes que se identifican con ella, que los emociona y que va evolucionando como parte de una sociedad viva.

La Agenda Departamental del Bicentenario ha permitido que esa esencia y esa identidad estén a flor de piel en una ciudadanía que ha participado de manera activa en las actividades que han despertado civismo, emociones, pero que también ha elevado la autoestima. La gente que habita Sucre, en este Bicentenario, se ha identificado con todo lo que su ciudad representa y con todo lo que tiene, sintiéndola ahora mismo como el corazón que late por todo un país en sus 200 años.

Como nunca antes, esta es una gran oportunidad para retomar la construcción de una Marca Ciudad Sucre que trascienda, que contagie, que involucre y emocione a todos.

La necesidad de una visión compartida

Este desafío requiere una articulación sólida y una visión clara, alejada de las mezquindades y parcelas que limitan el alcance de este objetivo común, de este bien mayor, como es una Marca Ciudad. Sucre se merece una y necesita del apoyo de todos los actores clave para que tenga legitimidad y profundo conocimiento del contexto local.

Para empezar, se propone validar y reconocer los esfuerzos previos –a menudo silenciados o subestimados– para construir una base común sobre la cual se levante una verdadera Marca Ciudad. El análisis de los procesos, las motivaciones, los errores y los logros de cada intento aporta aprendizajes valiosos que no deben ser ignorados.

Con la celebración del Bicentenario de Bolivia en el horizonte, la oportunidad es única. Sucre no solo puede, sino que debe, asumir el reto de consolidar su identidad proyectada hacia el futuro. Pero esta vez, con una Marca Ciudad que no desaparezca con cada cambio de gestión, o solo sea apoyada por algunos sectores, sino que perdure como reflejo auténtico de una comunidad orgullosa de su historia y comprometida con su desarrollo que identifique a todos.

El camino hacia una Marca Ciudad para Sucre es complejo, pero posible y emocionante. Comienza por reconocer que esta no se construye con slogans pasajeros, a las carreras o frente a un computador, sino con diálogo, planificación, compromiso institucional y participación ciudadana. El aporte de la comunicación en este proceso no es menor. Al contrario, puede ser la pieza clave que una los fragmentos dispersos de una ciudad que busca, más que un logo, un relato común. Un relato que le permita mostrarse al mundo como lo que es, una joya de ciudad patrimonial, viva.

* Es periodista y comunicadora social.

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