Se acerca la fiesta de Todos Santos y, como cada año, preparo una mesa con recuerdos, sabores y sonidos que mis seres queridos añoraban. Es un ejercicio de agradecimiento y de memoria viva, porque, de alguna forma, somos fragmentos de quienes amamos.
Pero en esta ocasión quiero repasar a los difuntos políticos —Oh Señor tenlos en tu gloria— que este año dejaron de existir:
Empecemos por ADN (Acción Democrática Nacionalista), que perdió su sigla por la baja votación que tuvo. Te pido por su alma, la que no tuvieron cuando estuvieron en el poder. A la lista se suma Unidad Cívica Solidaridad (UCS), el bastión de don Max Fernández, pisoteado por la “brillante” gestión de su hijo y sus ansias de poder.
Acoge también a todos aquellos que no lograron obtener un cargo político en estas elecciones, pero que ya están pensando en presentarse como candidatos en las subnacionales. Señor, por favor, quítales esa angurria de querer “trabajar por el pueblo” y que primero se pongan a trabajar en su casa, su familia y en plantar árboles en su acera. Que se reciba la oración.
Te encomiendo también las almas de todos los “vivillos” que andan por ahí predicando el micropendejismo, pasándose en rojo, parqueando en doble fila, poniendo música a todo volumen, usando una roncadora en su moto o su auto, los que no pagan pensión alimenticia y, especialmente, a los talaárboles, y a los “aprobadores” de planos por razones que solo Tú sabes y entiendes.
Te pido, por todos los santos y querubines de tu celestial coro, por los que matan a este país. Enumero a los dolientes: llunkus, amarrahuatos, sindicatos de transporte, cooperativistas mineros, chuteros, loteadores, vendedores de animales, avasalladores e incendiarios disfrazados de agronegocio. Llévatelos, Señor, allá muy lejos, donde no molesten a tu terrenal paraíso. No digo nada de los narcos, porque esos tienen favor aparte contigo. ¿A qué santo, virgen o novena se acogen que nunca van presos y hasta negocian con las altas esferas, a cambio de “tranquilidad para el emprendimiento”?
Mención aparte, pero con la misma fe, toma en cuenta el alma de los cientos de miles de burócratas, bautizados por tu santa gracia como “funcionarios públicos”, que día a día traen el infierno de Dante a tu creación: con sellito, firmita, informito, foldersito, valoradito y vuélvase en un mesesito, carajito. Que tu divina furia caiga sobre ellos y los vuelva tantawawas con tanto bono de té.
Préstale atención a mis ruegos, ya que un ujier, mensajero o chofer de cualquier cosita del Estado gana más que cualquier profesional de esta bendita tierra. Castígales con tu fuego más duro: que abran NIT y les coloquen una multita.
Pero esto no es todo. Que no quede la sensación de que tu sagrada tierra se volvió un pandemónium donde la gente hace lo que le cantan las gónadas y bloquea, marcha o baila día por medio. Te pido por los olvidados, por los que sufren y mueren en silencio, carbonizados, expulsados de su tierra, esos cientos de miles de animales que son víctimas de los incendios, del tráfico, de los fieles que, creyendo agradarte, bailan tres días porque somos “patrimonio intangible”, llevando y colgando plumas de tu hermosa creación. Por los pumas, jaguares y zorros cazados, córtales el final de la uretra a quienes buscan masculinidad dañando a los animales.
Pido por toda tu hermosa creación, porque ahí es donde radicas, en ese silencio, en esa mágica biodiversidad donde la vida brota en abundancia, pero que hoy llora por bosques arrasados, ríos contaminados y sangre derramada por estos otros hijos tuyos. Si por un momento vieran que no habitas en un templo sino en el vuelo de una mariposa o en el canto de un guajojó, realmente estaríamos en la tierra prometida, y no en un botadero de adoradores de yeso y bailadores de fe al alcohol.
En Todos Santos, prepara un altar lleno de amor y recuerdos: con flores que simbolicen la vida, velas que iluminen el camino de las almas y guíen a los espíritus, y fotografías que permitan recordar y honrar la imagen de quienes se fueron. Y no te olvides pedir por los que están aquí, vivos y entre nosotros. Cada detalle en esta mesa será un homenaje profundo para tratar de tener una conexión especial con ellos.
Amén.
La autora es periodista.