Carburantes, dólares y un gobierno para todos

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 29/10/2025
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“De que va a haber, va a haber”. Eso dijo el presidente electo, Rodrigo Paz, en su primer anuncio oficial; sin lugar a dudas, una señal esperanzadora, aunque también pueda dejarse entrever en esa frase un dejo de duda. Por lo menos, sirvió para poner paños fríos a una crisis que no hizo sino crecer en las últimas semanas con las consabidas filas en las estaciones de servicio, principalmente, del eje central del país.

¿Qué hará el nuevo gobernante para resolver esta crisis de proporciones? José Gabriel Espinoza, cabeza del equipo económico de Paz, declaró ayer que se debe recortar el subsidio tratando de no afectar a los sectores más vulnerables e incrementando el costo de los carburantes a quienes pueden hacerlo.

En cuanto al mandatario electo, la solución pasaría además por la coordinación de la “logística”, según dijo, que concretó de manera personal en viajes al exterior realizados en el periodo entre la primera y la segunda vuelta electoral.

Ya sea con receta nacional o importada, la solución no puede hacerse esperar más, y, al menos por lo que se escuchó en las últimas horas, el futuro gobierno está bien asesorado tanto por Espinoza como por José Luis Lupo —ambos, profesionales que antes apoyaron a Samuel Doria Medina— y tendría claros los pasos a seguir. El propio líder de Unidad Nacional le fijó a la nueva administración la tarea prioritaria de atender el problema de los combustibles, que ha llegado a asfixiar, principalmente, a los sectores del agro cruceño y al transporte nacional.

Aun en la mala hora de los hidrocarburos, más allá de los discursos y las poses ideológicas, seguimos siendo un país solo exportador de materia prima. Los pomposos anuncios de industrialización se han quedado simplemente en eso, y se han vaciado las arcas de las instituciones que dependen del gas.

Después, en la lista de asuntos a tratar de manera urgente, aparece el del sensible mercado cambiario, que ahora funciona de manera paralela a una cotización oficial que ya ni siquiera sirve de parámetro. Es otro de los frentes de conflicto que el gobierno de Paz deberá encarar con políticas firmes y claras.

La crisis del dólar exige la misma determinación que Paz está mostrando respecto a los carburantes, aunque las consecuencias puedan ser igualmente temibles. El mercado paralelo se ha instalado como una realidad que erosiona la confianza y premia la especulación. No se trata solo de ajustar cifras, sino de reconstruir credibilidad: la confianza perdida en el sistema financiero, en las reglas del juego. Cualquier intento de estabilización económica será inútil si el Gobierno no comunica con claridad, ni rinde cuentas, ni muestra coherencia entre el discurso y la práctica: nadie quiere perder valor de su sueldo y sus bienes. Asumir el control del mercado, posiblemente modificando el tipo de cambio fijo, es otra tarea importante para los nuevos mandatarios.

El país no necesita un redentor ni un caudillo, tampoco alguien incapaz de tomar decisiones, sino un presidente que gobierne con los mejores profesionales, tal cual prometió el mismo Paz el día de su triunfo electoral. ¿Se habrán acabado los tiempos de las pegas a los más leales, antes que a los más capaces? Eso está por verse. Al menos en los últimos veinte años, el poder no se ha ejercido con la responsabilidad que, en ese y otros sentidos, ameritaba.

Se sabe que el gobierno a instaurarse el próximo 8 de noviembre no la tendrá fácil en cuanto a gobernabilidad, que necesitará de acuerdos parlamentarios. Para ello, será bueno el ejercicio del diálogo con miras a la obtención de resultados que no solo favorezcan a determinados sectores.

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