Habiéndose cerrado hace tiempo el periodo electoral y con la asunción del presidente Paz y el vicepresidente Lara, el Gobierno está dando muestras de tomar al toro por las astas para enfrentar la crisis económica, de carburantes y de dólares. En los surtidores de algunas regiones, todavía se siente la escasez de diésel y gasolina, pese a que el primer mandatario ha declarado ayer que las filas están disminuyendo.
Acabados los fastos de la posesión y con las carteras ya entregadas, llega la hora de trabajar a fondo para darle un nuevo rumbo a la nación, tal cual la promesa de Paz y su equipo de ministros. El Presidente marcó sus prioridades con claridad en los distintos discursos que ha venido ofreciendo desde el sábado.
Además de político, Paz es un gestor creativo, capaz de ver nuevas oportunidades, y, con suficiente mundo vivido, a partir de su estadía en diferentes países, tal cual lo recordó más de una vez, en poco tiempo supo infundir esperanza respecto a las soluciones de los problemas más acuciantes.
Uno de ellos es el de modernizar el Estado. El primer mandatario simboliza la renovación y debe asumir que eso pasa por acabar con lógicas hoy por hoy retrógradas, y también por dotar de herramientas que permitan avanzar a todos los sectores de la sociedad. La modernización del Estado debe ser un principio rector, general, para los ministerios recién presentados.
Los desafíos están plenamente identificados: conseguir dólares es clave y Paz había señalado que no acudiría al endeudamiento de inmediato, sino que trataría de recuperar los – 7.000 millones según su propio diagnóstico – dólares que los empresarios bolivianos han dejado fuera del país.
Esto implica abordar una reforma fiscal de calado, algo que van a exigir al nuevo gobierno los organismos multilaterales para acceder a créditos internacionales. En campaña, el PDC prometió seguir el modelo paraguayo del 10% del IVA, pero eso supone ampliar la base de cotizantes, lo que es urgente en una Bolivia con 80 u 85 por ciento de informalidad.
Esto vendrá además acompañado de los pedidos del Grupo de Acción Financiera (GAFI), que exige la bancarización y otras medidas para garantizar la lucha contra el blanqueo y que en su momento el expresidente Luis Arce se vio obligado a retirar. Hay que ver si el nuevo gobierno apuesta por iniciar con medidas de shock urgentes o por un gradualismo.
Otro gran tema a encarar es el de la reforma de la justicia, que precisamente este viernes puede tener como punto de partida el Diálogo Interinstitucional convocado por el Órgano Judicial y al que ya confirmó su asistencia el Jefe de Estado.
En esa reforma se debería incorporar a las universidades, en atención a la necesidad de contar con profesionales bien capacitados en cada área del saber humano, pero también con una solidez ética y moral incuestionable. En tiempos de crisis es cuando más se requiere premiar a los probos, tal cual se advierte con la meritocracia como criterio de selección en el primer gabinete de Paz.
Con el liderazgo que viene demostrando, Paz, apoyado por su ministro de Justicia, el chuquisaqueño Freddy Vidovic, está llamado a apoyar la reforma planteada desde el Tribunal Supremo de Justicia, sobre todo, a partir de la asunción de las nuevas autoridades judiciales. Seguramente se considerará culminar este proceso en una reforma constitucional.