Estampas de la transmisión de mando

Carlos Derpic 12/11/2025
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La asunción a la presidencia de Rodrigo Paz Pereira tuvo muchos aspectos interesantes, como la ausencia del expresidente Luis Arce en la ceremonia de transmisión del mando, tal vez preocupado porque la gente que acudió a la plaza Murillo no iba a celebrar sus habilidades de no engendrar un hijo, pero ofrecer pagar en su favor asistencia familiar, o su actitud elusiva al papel de títere que le quiso asignar el autoproclamado “líder espiritual de los indígenas del mundo”. Nada de eso, lo que preocupaba al expresidente eran los reclamos que le habría hecho la población por el desastre en que ha terminado su “exitoso” modelo socioeconómico productivo, sumiendo al país en el descalabro, pese a sus afirmaciones ufanas de que Bolivia tenía una economía blindada y otras semejantes. Complejo de culpa, que le dicen.

La lluvia que cayó el sábado 8 por la mañana sirvió para que unos y otros interpreten el hecho a su gusto y sabor, comenzando por el flamante presidente, que dijo que la Pachamama nos estaba ch’allando, cuando en realidad somos nosotros, los humanos, los que la ch’allamos a ella. Pero, no fue todo, sino que los evistas, que resurgieron como guerreros digitales –siempre bajo anonimato, ahora probablemente ya no pagados por el Estado–, lo hicieron destilando una bronca y un odio incontenibles, solo comparables a los de los sionistas que justifican el genocidio en Gaza. Se explayaron sobre la lluvia diciendo que la Pachamama estaba meando al nuevo gobierno y a los limosneros, colonialistas, proimperialistas, etc., etc., etc.

Muchos hubieran deseado que desaparezca la wiph’ala de los actos oficiales y que no haya ocurrido fue motivo para protestas de diversa índole, lo mismo que el hecho de que no haya tenido un lugar central. No debería olvidarse que, desde mucho antes que el MAS llegue al Gobierno, una importante cantidad de ciudadanos se identifican con ella.

No faltaron comentarios de que ¡por fin! volvieron las corbatas y la meritocracia al Gobierno, y desaparecieron ojotas, ch’ulus (en quechua), ponchos y polleras. Además de la necesidad de que “el hábito no hace al monje”, habría que recordar también que una cantidad muy importante de bolivianos y bolivianas no usa corbata. Es más, muchos que en el pasado no aflojaban en el uso de ella, hoy no lo hacen.

Permanecen aún los que creen que el MAS continúa en el Gobierno y se fijan en algún gesto del nuevo presidente para endilgarle un oscuro pacto con los que gobernaron el país los últimos veinte años. ¡Y ni bien se posesionó le exigen ya solución a los problemas que heredó!

Varios presidentes de países amigos llegaron a la posesión del nuevo mandatario. Otros, los que fingen democracia, los que sojuzgan a sus pueblos en Cuba, Nicaragua y Venezuela, no fueron ni siquiera invitados. Estuvieron presentes Javier Milei (Argentina), Gabriel Boric (Chile), Daniel Noboa (Ecuador), Santiago Peña (Paraguay) y Yamandú Orsi (Uruguay).

Algo interesante fue lo que hizo el presidente Boric, al margen de asistir a la ceremonia oficial de transmisión del mando. Se alojó en el Hostal Naira, donde durante muchos años funcionó la “Peña Naira”, y rindió homenaje a la cantaautora chilena Violeta Parra, de quien dijo que visitaba el campo, los lugares donde la gente no sabía leer ni escribir, pero sabía cantar, por lo que su música era auténticamente del pueblo.

Boric derrochó simpatía y sencillez con quienes se acercaron a él. Estuvo lejos del boato que suele acompañar a tantos dignatarios de Estado. Con su conducta demostró que se puede dejar de lado la impostura tan característica de líderes autoconsiderados populares, pero que actúan a la manera de los burgueses que dicen odiar. Fue muy distinto al expresidente Morales que, por ejemplo, se trasladaba en helicóptero de la residencia presidencial a su despacho, y que aprovechó cuanto pudo su permanencia en la presidencia para viajar a la inauguración de los mundiales de Sudáfrica, Brasil y Rusia, mintiendo en este último caso cuando afirmó que viajaba para sellar acuerdos de beneficio para el país, que hasta ahora no se sabe en qué consistieron, bajo la sonrisa socarrona de Putin.

Muy diferente también al exvicepresidente García, siempre elegantemente vestido, con su guardia personal a cuestas y asistiendo, con dinero de los bolivianos, a un evento de objetivación de la mujer si lo habrá, como el “Miss Universo”, y muy extrañamente relacionado con “Producciones Gloria”, que se encarga del mismo asunto en Bolivia, al extremo de haber ofrecido hacer el evento mundial en Santa Cruz.

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