En tan solo unos días, el nuevo gobierno ha pasado de dar señales de preocupación a síntomas de lo que ya toma forma como una división entre las diferentes fracciones del gobernante Partido Demócrata Cristiano (PDC). Y a esto se suma nada menos que el distanciamiento entre el vicepresidente Edmand Lara y el presidente Rodrigo Paz.
Lo evidente, por mediático, es que la división viene de la agrupación liderada por el Vicepresidente, hoy por hoy, partida en varias facciones.
Desde luego, para entender lo que está pasando es necesario tomar en cuenta algunas consideraciones. Paz y Lara no eran amigos ni pertenecían a los mismos círculos sociales; no han compartido colegio, ni universidad, ni vacaciones. Uno ha mamado política desde su tierna infancia: el otro, bolivianidad a nivel de calle, incluyendo su paso por la Policía. Ambos se reconocieron necesarios el uno para el otro a medida que se acercaba la fecha de inscripción de sus respectivas candidaturas.
En abril, firmaron su alianza. Paz era conocido en todo el país, aunque fuera “nuevo” para las lides mayores de la presidencia; Lara, un fenómeno de TikTok con predicamento en círculos jóvenes y populares. Se declararon de centro y echaron a andar su carrera electoral. No tenían por qué ser amigos, solo socios en una empresa que parecía imposible; así, poco a poco se fueron entendiendo en el marco de un —distante— respeto mutuo.
Durante la primera vuelta volaron bajo el radar, sin gran exposición mediática, y su mensaje y sintonía se vieron recompensados con el apoyo masivo popular. Ambos supieron canalizar votos tanto de derecha como de izquierda, o más bien, de clases trabajadoras y de élites formadas, hacia una propuesta renovadora.
Ya de cara a la segunda vuelta, en el reinicio de la campaña se empezaron a notar las contradicciones. Paz se rodeó rápidamente de gente de Samuel Doria Medina, cubriendo de alguna manera la necesidad de contar con un equipo económico de profesionales reconocidos, mientras que Lara continuó con sus prédicas en redes sociales, donde siempre se ha referido a la coyuntura, solo que con eligió tener una mayor exposición.
Sus contrincantes no dudaron en utilizar sus clips para erosionar la relación y asociar al Vicepresidente con Evo Morales. La estrategia del miedo, sin embargo, no funcionó y Lara y Paz ganaron las elecciones sin mayor esfuerzo.
Ya en sus respectivos cargos, asumieron con la voluntad de cumplir sus promesas. Sin embargo, en pocos días, Lara pasó a dar muestras de querer actuar al margen del gobierno diseñado por Paz, lo que ha encendido las alarmas dentro del PDC y también fuera de él.
Todo explotó con el viaje del Vicepresidente a la COP30 de Brasil, desde donde lanzó su último bombardeo de palabras contra Lara y el Gobierno, que paradójicamente es también el suyo.
El Presidente, con la primera crisis de gabinete, sacando al ministro Freddy Vidovid, primero, y eliminando el Ministerio de Justicia, después, ha decidido ponerse firme y cortar por lo sano. Pero, en estas horas, nadie puede adivinar en qué acabará este evidente distanciamiento.
El país necesita estabilidad y las tensiones internas en el Gobierno, con apenas dos semanas en el poder, solo mandan señales de preocupación, cuando la crisis económica apenas está siendo atacada y pese a los primeros pasos positivos que se han dado en esa materia.