El gobierno de Rodrigo Paz no gana para sustos. El vicepresidente Edmand Lara parece no estar dispuesto a ceder en su objetivo de atacarlo por todos lados y a cualquier costo: ha hecho de su tiktok un arma letal a la hora de disparar sus dardos contra su excompañero de fórmula.
Lo ocurrido en las últimas 24 horas sirve para graficar la extraña actitud del segundo hombre al mando del país. Primero, usando la red social de su preferencia, descerrajó su artillería contra Paz, poniendo énfasis en sus críticas al vínculo del primer mandatario con el jefe de la Alianza Unidad, Samuel Doria Medina, y llegando incluso a decir que “yo ya no soy parte de ese gobierno”.
Más tarde, en declaraciones realizadas en Santa Cruz, el mismo Vicepresidente, si bien no dejó de lado sus ya habituales cuestionamientos —así lo vino haciendo por lo menos la última semana—, se mostró abierto a dialogar con Paz.
Expresó esa predisposición este martes, entrevistado por periodistas durante el acto por el 199 aniversario del municipio de La Guardia: “Cuando el Presidente tenga la voluntad de recibirme y contestarme ahí estoy presto yo, con toda predisposición”.
Una noche antes, se refirió a su evidente distanciamiento con el Jefe de Estado. “Todo mundo ya se dio cuenta, no lo vamos a negar (…) Rodrigo Paz se convirtió en un títere de Samuel Doria Medina, le guste o no aceptar, es la verdad”, dijo.
Lara reiteró algo que había revelado hace unos días: afirma que el Presidente no atiende sus llamadas ni responde a sus mensajes. “No me comunico con él, intento llamarlo, no me responde ni las llamadas ni los mensajes. Algo hay que hacer, hay que dejar el orgullo de lado, hay que sentarse a hablar, el país es primero”, fueron sus palabras.
La tensión entre Paz y Lara se ha convertido en la comidilla en el país y también fuera de él. Informativos y analistas internacionales están comentando el tema a diario, no sin sorpresa considerando que los nuevos gobernantes apenas tienen dos semanas en funciones.
Esa imagen no es de las mejores que se puede dar al mundo, aunque recientemente también se hayan presentado situaciones similares en otros países como, por ejemplo, en Ecuador con Daniel Noboa y su vicepresidenta Verónica Abad y en Argentina con Javier Milei y Victoria Villarruel.
De todos modos, los ataques de Lara, incluso más de uno por día, vienen generando no solamente asombro, sino también una lógica preocupación al interior del Gobierno. Y a esta altura de los acontecimientos, cabe preguntarse en qué acabará esta película que, no obstante, algunos ya avizoraron antes de la posesión del binomio del PDC.
Es indudable que en Lara hay una pulsión irrefrenable de poder que, tal como lo dejó entrever últimamente, no se limita a la Vicepresidencia. Él quiere ir por más y, todo indica que hará lo necesario para lograrlo. A este guion hay que añadirle la reciente novedad de un proyecto de ley con el que se buscaría sacarlo de juego. Entretanto, esto podría darse solo por tres vías: a través de un juicio de responsabilidades, que ameritaría únicamente ante la comisión de algún delito; por renuncia; o por ausencia o impedimento definitivo a causa de muerte, abandono del cargo, enfermedad o incapacidad permanente certificada, o condena penal ejecutoriada.
Lara se ha adelantado a señalar que no dimitirá. Por esto, hay dos posibilidades: o conversa con el Presidente y buscan una salida amistosa, o se alejan definitivamente y cada uno sigue su rumbo, aunque cohabitando en el mismo gobierno. El tiempo dirá cuál es el remate de este filme con director oculto; por lo menos, no identificado de manera abierta.
