Portugal: Elecciones y desencanto

La recuperación de la economía sigue siendo una de las principales preocupaciones

CAMPAÑA. Aunque una gran parte de los portugueses se encuentra entre los indecisos CAMPAÑA. Aunque una gran parte de los portugueses se encuentra entre los indecisos

Antonio Torres del Cerro/EFE
Panorama / 03/10/2015 16:04

La resignación y el desencanto de un electorado portugués cansado de la presión fiscal y el deterioro de la calidad de vida condicionan la campaña electoral de las legislativas de hoy, domingo.

Mientras los partidos gubernamentales y la oposición de izquierda se enzarzan en discutir si la recuperación en Portugal es real o efímera, los ciudadanos de a pie siguen la campaña con cierta desconfianza. Y no les faltan motivos.

Cuando se cumplen 40 años de las primeras elecciones libres en el país, los portugueses irán a votar después de pasar por un auténtico calvario económico y social, derivado de las condiciones del rescate financiero internacional que evitó la bancarrota en 2011.

Los mensajes electorales de los partidos, esta vez expresados en un tono más rebajado que en los últimos comicios, se toman ahora como meras promesas más que como firmes compromisos.

La mayoría de los cerca de 10.5 millones de portugueses están escarmentados después de haber padecido una de las cargas fiscales más elevadas de Europa –a pesar de ser un país con salarios bajos en la UE– y sufrir un deterioro general de los servicios públicos, entre ellos el transporte público y la educación.

Y de ese desengaño ciudadano no escapa ninguna de las principales formaciones políticas.

A los partidos en el Gobierno, el centro-derechista PSD y el democristiano CDS-PP, les acusan de haber incumplido muchas de las promesas con las que llegaron al poder en 2011, entre ellas las de no aplicar recortes salariales a pensionistas o funcionarios.

"Gobernar es, esencialmente, estar centrado en el problema de las personas y en la resolución efectiva de los problemas", les reprochó António Costa, líder del principal partido de la oposición, el Socialista (PS).

Pero al PS se le achaca haber sido uno de los desencadenantes del duro programa de rescate solicitado a la UE y al Fondo Monetario Internacional (FMI).

De hecho, la firma del programa se hizo en mayo de 2011, cuando estaba al frente del Ejecutivo el socialista José Sócrates, hoy en prisión domiciliaria por sospechas de corrupción.

Por culpa de los socialistas "nos tragamos un rescate", contraatacó el conservador Pedro Passos Coelho, actual primer ministro que aspira a la reelección después de que su Gobierno aplicase las draconianas condiciones del rescate (2011-2014).

El Partido Comunista Portugués (PCP) y el marxista Bloque de Izquierda (BE), ambos con representación parlamentaria, tampoco han escapado del escrutinio público y muchos les acusan de intransigencia y de haberse movido más por intereses partidarios que por los del propio país.

Especialmente preocupante es la insatisfacción entre los jóvenes, evidenciada en un estudio encargado por el propio presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, que muestra que casi el 60% de los portugueses de entre 15 y 24 años carece de interés político.

Ese estudio "revela que el desengaño en las instituciones y la degradación de la relación cívica de los jóvenes con la vida política registraron un empeoramiento que a todos nos debe preocupar", constató Cavaco Silva cuando presentó el documento.

Las encuestas auguran un empate técnico entre la coalición gubernamental y el opositor PS, pero también una elevada abstención.

Mientras se suceden los habituales "dimes y diretes" de los partidos en campaña, la coalición del PSD y CDS-PP, que concurre bajo la marca "Portugalpor Delante" y con Passos Coelho como líder, ha sido el principal blanco del descontento de los electores.

A pesar de que muchos especialistas apuntaban que este clima de desconfianza ciudadana es propicio para los movimientos extremistas o populistas, las encuestas apenas atisban espacio parlamentario para una formación considerada de corte más populista, el Partido Democrático Republicano, encabezado por el mediático abogado António Marinho e Pinto.

Gane quien gane, Passos Coelho o António Costa lo tendrán difícil para gobernar
El primer ministro conservador luso, Pedro Passos Coelho, y el líder socialista, António Costa, son los dos grandes rivales que compiten en las elecciones y lo hacen, de acuerdo con los sondeos, sin perspectivas de conseguir una mayoría absoluta ni de pactar con otras fuerzas parlamentarias.

Todas las encuestas apuntan a un empate técnico pese a que, tanto conservadores como socialistas, se están empeñando durante toda la campaña en pedir a los electores una mayoría suficiente para gobernar con estabilidad.

Pero "los sondeos no votan, quienes votan son los portugueses", dijo Passos Coelho, quien poco a poco ha ido recuperando terreno frente al Partido Socialista (PS) haciendo suyo el discurso del centro y acusando a su rival de "radical".

Costa contraataca alertando de que, para los conservadores, la estabilidad consiste en "continuar en el poder, pero con inestabilidad de las personas, de las familias y de las empresas".

Ambos dirigen ahora sus esfuerzos al elevado porcentaje de indecisos, superior al 20% según las encuestas, para poder conseguir esa mayoría suficiente que les permita formar un gobierno "estable y duradero", como defendió en varias ocasiones el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva.

El jefe del Estado ya ha adelantado que designará primer ministro al candidato de la fuerza política que consiga más diputados y no a la que obtenga un mayor porcentaje de voto.

Ante la perspectiva de un resultado muy ajustado entre las dos grandes fuerzas políticas, analistas y politólogos especulan con los posibles escenarios, entre los que incluyen un Gobierno de concentración entre la izquierda y la derecha, como el que encabezó el socialista Mario Soares entre 1983 y 1985.

Sin embargo, ni conservadores ni socialistas se han querido pronunciar sobre potenciales opciones de gobierno que, dada la situación actual, no se presentan nada fáciles ni para unos ni para otros.

En el caso de la coalición conservadora, por la ausencia de otras fuerzas a la derecha y, por lo tanto, de socios naturales con los que pueda llegar a acuerdos.

Y en el caso de los socialistas, por la poco probable alianza con los comunistas o marxistas, las otras dos fuerzas actualmente con representación parlamentaria, que históricamente han sido muy críticas con el PS, con el que nunca llegaron a acuerdos de Gobierno.

La última palabra la tienen los más de 9.6 millones de electores llamados a las urnas este domingo para elegir a sus futuros representantes entre un total de 16 candidaturas: 13 partidos y tres coaliciones.

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