Olimpiadas Científicas y el reto de la formación sostenible de campeones
Alumnos de Sucre destacaron pero revelan que pesó más su formación extracurricular que la del sistema educativo
Chuquisaca deslumbró en la reciente versión de la Olimpiada Científica realizada en Sucre, especialmente en el área de robótica pero este logro no es producto de la casualidad y curiosamente tampoco de varios años de preparación, entonces ¿cómo lograron los chuquisaqueños pasar de no figurar en los eventos de robótica a dominarlos?
La respuesta incluye muchos factores, desde la motivación personal, las facilidades que otorgaron algunos colegios, el apoyo familiar, la solvencia económica y por supuesto, el empeño entregado.
Ángel Daniel Lora y Bruno Montecinos estudian el tercer curso de secundaria del colegio Don Bosco, ambos lograron el oro en la categoría de hardware libre en el área de Robótica de la V Olimpiada Científica Plurinacional, pero hasta hace unos meses no contemplaban el crear un robot en sus aspiraciones personales, quizás menos aún en su colegio que no tiene ese tipo de proyectos como parte de sus actividades curriculares, al igual que casi todos los demás, parte de un mismo sistema educativo.
Entre marzo y abril comenzó la travesía. Cuando a Ángel le llamó su tío para decirle que había una competencia de robótica se animó de inmediato, él pensó que era un campeonato interno ya que su tío daba clases de robótica y alguna vez, aunque no por mucho tiempo, había ido a esas clases, pero primero necesitaba un compañero de equipo y buscó a Bruno, su compañero de clases y se inscribieron.
“No sabía casi nada, no tenía conocimiento de nada, pero después de haberme perdido un buen tiempo mi tío me llamó y me dijo que había una competencia de robótica. Yo no sabía que era departamental ni nada, yo creí que era sólo una interna para probar y ahí me dijo que necesitaba un compañero y le llamé a mi compañero Bruno Montecinos”, recuerda Ángel junto a Bruno, invadidos por la alegría de haberse confirmado ganadores del área de hardware libre, logro que los llevará hasta México para un evento internacional de robótica.
Una vez clasificados tuvieron que prepararse más, a diario tenían clases con sus tutores Jorge Santillán y Andrés Rodríguez, universitarios de la Facultad de Tecnología, que de manera gratuita les ayudaron a dar sus primeros pasos en robótica, pero además contaron con otro apoyo, Jheyson Santillán, el hermano de su tutor que aunque perdió ante ellos para clasificar al evento nacional se comprometió a ayudarles.
Fueron días duros, dicen, de esos en los que parece que las tareas nunca acabarán pero hay que seguir, a veces sin comer o comiendo mal, como fue su caso de días en los que tuvieron que comer fuera extrañando una buena cazuela de maní, el plato favorito de Bruno, o simplemente una buena comida en el caso de Ángel.
nace Arturino
“Al principio no sabíamos qué hacer, nuestro robot era más lento que una tortuga y era feo”, cuenta Bruno mientras ve a su actual robot, Arturino III, la tercera versión del proyecto inicial que realizaron para las competencias.
“Hemos cambiado completamente el robot, hemos tenido tres robots, el primero que era feeeeeo, feo, feo, feo con ganas y lentito iba, hacía 53 segundos y con mi compañeros nos emocionábamos, pensábamos que íbamos a ganar”, explica Ángel, pero les dijeron que estaba mal y tuvieron que crear otro y luego uno más, uno con “más pinta” y que hacía el mismo recorrido en 20 segundos, aunque en la prueba de seguir líneas se superó a sí mismo y logró marcar 15,59 segundos, el mejor tiempo de la contienda.
Para las siguientes gestiones, esperan construir un mejor robot, aunque seguirá siendo el mismo Arturino que los llevó a la victoria sólo que en un nivel más avanzado. “Vamos a crear un robot con focos, que lleva basuras, que no tenga fallas y que sea a la perfección, pero se va a seguir llamando Arturino”, dicen en coro, mientras sostienen a su robot de ruedas negras como de cochecito de juguete, muchos cables y tuercas minúsculas, con una inversión de más de Bs 300 pero con un valor sentimental incalculable, es parte de su equipo, su creación y su compañero fiel durante los últimos meses.
Dentro de unos años, Ángel espera estudiar Robótica, puesto que confía que hasta entonces se abra esa carrera en la Universidad San Francisco Xavier, mientras que Bruno quiere estudiar Derecho, aunque no descarta que en algún momento pueda gustarle más la robótica y cambie de parecer.
Por ahora, su alegría y objetivo es el viaje a México, donde se realizará un evento internacional de robótica, pase que ganaron con el oro en la Olimpiada. Empero, a futuro quieren hacer cosas grandes para ayudar a las personas de Chuquisaca “para las personas que no tienen manos y piernas crear un brazo o algo que se conecte a su sistema”, por ejemplo.
Un proceso difícil
Desde mayo de este año, otro de los equipos ganadores del pase a México, María de los Ángeles Polo y Diego Portanda, comenzaron a crear al robot que resultó ganador de la categoría de hardware avanzado de la Olimpiada Científica.
Ambos son de la promo del colegio Don Bosco y aunque es el único año en el que podrán participar del evento estudiantil están felices de haber dado un paso importante para los colegios locales.
Su robot, autónomo en sus movimientos, es un pasador de obstáculos y seguidor de líneas y fue el único que logró concluir los recorridos exigidos en las pruebas de la Olimpiada Científica que cerró en Sucre el pasado jueves.
Desde mayo del año pasado trabajaron arduamente, fueron días sin dormir, sin ir al colegio, dejando mucho de lado en busca de la recompensa: el triunfo.
¿Es difícil? “Todo depende de la iniciativa de cada persona”, responde Diego para continuar señalando que le pusieron muchas ganas, mucho empeño
Por su parte, María de los Ángeles dice que en realidad lo más difícil es buscar soluciones fáciles y que fue eso lo que realizaron con su robot, desarrollar más la parte lógica.
En su proyecto invirtieron más de Bs 300 y consideran que el costo económico es muy elevado para emprender en esa área.
“Hay que tener gran apoyo y hemos sentido la frustración de no poder seguir adelante por este factor (económico). No teníamos el suficiente apoyo de las autoridades nacionales y locales a las que representamos”, comparte Diego que junto a su compañera vivieron cada etapa con mucha intensidad, con alegría, con tensión, con el corazón en las manos.
Dentro de unos meses, ambos estarán a punto de terminar el colegio y al año comenzando la carrera de Electrónica en la Universidad.
Una brecha por superar
El financiamiento de los proyectos es una de las limitantes para los estudiantes que participan en robótica en la Olimpiada Científica, aunque los proyectos en la categoría makers o constructores, suelen emplear material reciclable y en ellos se muestra el talento de jóvenes del área rural, más que en las otras categorías de la misma área; en las pruebas de hardware la mayor parte de los estudiantes son de colegios privados y un mínimo porcentaje de fiscales.
Pero más grande es la brecha en la categoría de Lego Mindstorms, donde un equipo cuesta más de Bs 3.000 y su extensión que es necesaria para destacar y hacer un buen trabajo, eleva el costo a Bs 5.400, explica el docente de la Carrera de Ingeniería en Telecomunicaciones e Ingeniería Electrónica en la Universidad San Francisco Xavier, Said Pérez.
“Hay estudiantes a quienes les interesa el área de la robótica, pero a veces por el monto económico y falta de apoyo no lo consiguen”, comenta Pamela Huanca, una de las pocas estudiantes de colegios fiscales que participó en robótica de la Olimpiada Científica, junto a su compañero, Efraín Choque, ambos estudiantes de la unidad educativa Guido Villagómez B.
“En nuestro colegio por ejemplo hay varios que querían entrar y no entraron por falta del monto económico, no tenemos un ambiente adecuado para robótica como en otros colegios y tuvimos que hacer el robot con lo que pudimos alcanzar”, comenta Efraín.
Empero el apoyo familiar pudo más; en el caso de Pamela, su mamá tuvo un papel importante apoyándola constantemente para que siguiera compitiendo sin importar que los resultados muchas veces no sean los esperados porque todo puede pasar, un cable se suelta, una pieza se rompe y hay que tratar de solucionar los problemas al instante.
Para Efraín, su hermano mayor, otro aficionado por la electrónica, fue quien le “contagió” el gusto por la robótica y los ánimos para participar del evento en el que también destacaron.
La formación en robótica, un proceso que comenzó este año en Chuquisaca
-¿Cómo comenzó el proceso de formación en robótica de los estudiantes para la Olimpiada Científica?
Pérez: Estoy a cargo del Comité Olímpico Robótico en Chuquisaca desde que faltaban unas dos semanas a la olimpiada nacional de 2014, así que prácticamente puedo asegurar que antes de esta olimpiada (la de 2015) realmente no figuraba el departamento de Chuquisaca en el mapa de competencia en Bolivia ni mucho menos a nivel mundial.
El año pasado prácticamente fue un funeral para Chuquisaca, los estudiantes no pudieron completar ni un 10% de los retos. En ese entendido, desde febrero de este año se dio cursos ad honorem a todos los estudiantes que querían participar en robótica en cualquier área: hardward libre, makers (constructores) y lego.
Mi persona junto a universitarios que ayudaron en todo, José Miguel Padilla, Andrés Rodríguez, Jorge Santillán, Carlos Huayta, Roberto Carlos Vizcarra y Julio Gamarra.
Ha sido muy difícil porque el hecho de que si se parte de la mentira de que un estudiante de colegio puede competir con sus conocimientos en robótica, es falso, para empezar, uno porque el estudiante de colegio no sabe de programación, el estudiante de colegio no sabe electrónica básica como en otros países y por ende no puede hacer robótica sin esos pilares.
Entonces lo que se ha hecho es empezar de cero prácticamente. Lamentablemente, a pesar de todos los esfuerzos que hacíamos nosotros, las únicas autoridades de colegios que han brindado facilidades a los alumnos para poder hacer esto, han sido el colegio Don Bosco, el colegio Alemán, el colegio Domingo Savio y el colegio Santa Ana.
Desde febrero se han capacitado cinco meses, diez horas cada semana, de lunes a viernes, cada día dos horas, hasta que se ha podido tener un nivel aceptable hasta el punto en que los chicos han tenido ya esa libertad y esa seguridad de poder desarrollar robots con cierta inteligencia.
-¿Qué falta para llegar al punto en que los estudiantes puedan aplicar la robótica desde el colegio y tener más generaciones como ésta?
P: La robótica es un campo de aplicación de la física y la matemática pero pasar de números fríos y de fórmulas abstractas en la pizarra falta el empujón práctico y a los estudiantes siempre les queda la duda ‘y para qué me va a servir’. Creo que la informática y las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) es algo que debe entrar en los sistemas educativos de nivel básico como está entrando en todos los países.
La Universidad ha hecho el trabajo ad honorem, pero debemos pensar si esto es sostenible, si va a perdurar en el tiempo, no tenemos que pensar en personas que trabajen ad honorem sino pensar en instituciones o de aparatos totalmente estructurados, los cuales puedan ser sostenibles sin importar las personas para que todo esto funcione, caso contrario vamos a decir que esto ha sido sólo suerte y gracias a unas cuantas personas, pero creo que hay que repensar esto como un trabajo conjunto entre autoridades de gobierno, universidades y el sistema educativo.
-¿Es cierto que existe una brecha económica entre los estudiantes?
P: El factor económico es una limitante muy grande en Bolivia donde los estudiantes no pueden acceder a la información y a las TICs de forma igualitaria; sin embargo. Creo que este es un muy buen paso, el usar hardware libre para que esta brecha se cierre un poco pero va a depender mucho del sistema educativo.