Hombres agresores minimizan la violencia y resisten el cambio

Muy pocos hombres están dispuestos a desandar los oscuros senderos de la violencia en sus relaciones de pareja; según un estudio, la mayoría considera que los golpes e insultos son métodos adecuados para disciplinar...

MARCHA. Varias personas en Sucre marcharon en 2015 para frenar las agresiones violentas hacia las mujeres MARCHA. Varias personas en Sucre marcharon en 2015 para frenar las agresiones violentas hacia las mujeres

La Paz/ANF
Panorama / 23/01/2016 15:53

Muy pocos hombres están dispuestos a desandar los oscuros senderos de la violencia en sus relaciones de pareja; según un estudio, la mayoría considera que los golpes e insultos son métodos adecuados para disciplinar a las mujeres

Una sistematización de experiencias de trabajo con hombres agresores realizada por el Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM) pone en evidencia que es importante incluirlos en la lucha contra la violencia hacia la mujer, pero advierte que los cambios pueden llevar mucho trabajo y mucho tiempo.

El informe muestra los resultados de una experiencia piloto realizada en 2015 en la que se constató que los agresores se resisten a participar en terapias psicológicas para un cambio de actitud y, cuando lo hacen, minimizan las consecuencias de la violencia.

A lo largo de varias sesiones de terapia psicológica, se mostraron renuentes a reconocer los impactos negativos de la violencia y aseguraron sentirse validados por un entorno social tolerante. Para la mayoría, los episodios de violencia no son considerados negativos sino "parte de su cotidianidad... socialmente aceptados y generalmente asociados a lo que se espera que realice el padre o la madre dentro del hogar: ejercer autoridad, sancionar, castigar o supervisar a través del castigo, golpes y gritos".

El estudio piloto que contó con el apoyo de Solidar Suiza v muestra que "en la historia de maltrato, varios de los usuarios reconocieron haber vivido 'desde que se acuerda' alguna forma de violencia, ya sea directa o indirecta, en su mayoría ejercida por sus padres" aunque también "identificaron a sus madres como responsables de castigos físicos e insultos".

Quienes sufrieron violencia desde su niñez experimentaron sentimientos encontrados. La mitad se mostró "desencantados de sus madres 'por haberse dejado golpear", 'haber aguanta¬do tantos malos tratos' e incluso 'que no me haya defendido contra los golpes de mi papá'; la otra mitad expresó sentimientos de solidaridad: 'odiaba a mi papá por golpear a mi mama', 'me sentía impotente cuando veía cómo le pegaba a mi mama', pero todos fueron incapaces de evitar ser parte del círculo de la violencia".

Los hombres agresores, minimizan las consecuencias del maltrato y aseguran que no tiene consecuencias físicas o psicológicas importantes, "consideran que lo que está mal no son los golpes sino la fuerza o el lugar donde se los ejercita: 'Yo no soy como otros hombres que pegan en la cara a su mujer y después ellas tienen que salir a la calle con el ojo morado, eso es una vergüenza, por eso yo le pego en el cuerpo donde no se vea', 'cuando le pego no lo hago fuerte pero ella se queja', 'la he curado y le he pedido perdón y ella me disculpa', son las justificaciones frecuentes".

Según la sistematización del CIDEM, en todos los casos mostraron una alta capacidad de manipulación: "Cuando sienten que se los está evaluando tratan de mostrarse lo más moderados posible, pero en el transcurso de las sesiones justifican de manera contundente sus conductas agresivas".

Y lo consabido, la violencia "por lo general se justifica en los roles socialmente asignados a las mujeres: 'la comida no estaba lista', la casa estaba sucia', 'no controla bien a mis hijos', 'cuando yo quiero tener intimidad me rechaza', ratificando aquello que está en el imaginario social: la delegación casi total de los roles domésticos a las mujeres".

En criterio de los agresores, la legislación que sanciona la violencia interviene en asuntos que son de exclusiva incumbencia de las parejas y "empeora las relaciones que pueden resolverse con una disculpa".

Luego de tres meses de trabajo individual con hombres agresores, el informe de CIDEM concluye que, en general, éstos muestran "poca motivación al cambio, tienen deficiente capacidad de reconocimiento del problema" y si bien considera importante incluirlos en la lucha contra todo tipo de violen¬cia, advierte que "hacer que tomen conciencia del impacto de sus actos, tomará mucho tiempo".

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