Obituario de un impertérrito, de un humano
El piloto boliviano es cuestionado por las decisiones que tomó respecto al accidente del Chapecoense
Miguel Alejandro Quiroga, piloto boliviano del jet de fabricación británica que se estrelló la noche del lunes al martes cerca de Medellín, Colombia, con la plantilla del Chapecoense brasileño a bordo, era un aviador militar, cóctel de impertérrito, bizarro, aventurero, enamorado y talentoso, de ésos, producto de la idiosincrasia criolla, que no arredran, de un humano imperfecto.
Formado en la Fuerza Aérea de Bolivia, y miembro de los "kamikazes" de esa entidad militar, optó por la aviación comercial cuando se puso en trance de empresario al convertirse en el principal accionista de la aerolínea Lamia, cuyo único avión, dedicado a prestar vuelos chárter a equipos de primera división y selecciones de fútbol, se estrelló cerca de la cima del cerro Gordo, que trató de remontar, ya sin combustible, en el último de sus esfuerzos para avistar la pista de aterrizaje del aeropuerto del municipio colombiano de Rionegro.
Nacido en la ciudad boliviana de Cobija, capital del departamento de Pando, en la frontera con el Estado brasileño del Acre, era un oficial de predicamento, recordó uno de sus camaradas que declaró a condición de anonimato.
"Fue un buen oficial de la Fuerza Aérea de Bolivia, buen piloto y luego de prestar sus servicios por diez años dejó la institución para enrolarse a la aviación comercial privada", dijo en declaraciones a la ABI.
Casado con la boliviana Daniela Pinto y padre de tres hijos, una niña de cuatro años y dos varones, el último de ellos de tres meses, era responsabilizado por el accidente de avión que se cobró la vida de 71 personas, entre ellos la mayor parte de los jugadores del Chapecoense que debía enfrentar el miércoles al Atlético Nacional de Medellín, por la final de la Copa Sudamericana en tierras paisas.
Los dardos apuntaban a Quiroga por no haber calculado, con idoneidad profesional, la cantidad de combustible suficiente para enfrentar la eventualidad de una contingencia tal como la que lo llevó al cadalso y con él a 70 personas más y también por obstinarse en el trámite para emprender, a cualquier costa, el vuelo a Colombia, en desmedro de la funcionaria de la aeronáutica boliviana, Celia Castedo, que le planteó cinco observaciones como aquél le expuso un plan de vuelo traido de los pelos.
El periódico El Deber, de Santa Cruz, uno de los de mayor tirada en Bolivia, tuvo acceso a un informe elevado por Castedo en que reproduce el diálogo que sostuvo con Castedo la tarde del lunes.
Apenas leyó el plan de vuelo de Lamia, para la ruta Santa Cruz-Medellín, Castedo dijo haberle planteado "observaciones al FPL (International Flay Plan o plan de vuelos)", según un informe posterior al despegue de la aeronave de Lamia que dio por traste en el cerro Gordo de Rionegro.
"Varias veces le hice notar y que alimente otros" aspectos del plan, explicó Castedo en su informe. "Así nomas, me dijo el capi, así nomás déjelo, señora Celia", le contestó Quiroga.
Castedo dijo haberle hecho notar, en ese diálogo previo al despegue de la aeronave rumbo a Medellín, emplazada a 2.960 km lineales, de la ciudad de Santa Cruz, que el "tiempo en ruta era igual a la autonomía".
Pero Quiroga porfió una vez más: "Eso nomás es, así me han dicho y también el capi".
Castedo escribe en su informe que repuso a Quiroga que "eso no está bien" y que "consulte bien y cambie el plan de vuelo", mas el empecinado y urgido Quiroga se plantó en sus tamaños: "Así nomás, señora Celia, esos datos me han dado para el FPL".
Según su informe, la funcionaria aeronáutica hizo notar, en tono de reproche: "pero es cabalito el EET (combustible) y la autonomía. Usted se ha equivocado y no lo quiere cambiar".
Quiroga entonces le espetó que "esa autonomía me han pasado y nos alcanza bien", a lo que Castedo insistió: "no, porque es igual al tiempo de ruta".
Entonces Quiroga pareció zanjar, a la criolla y siempre según el informe formal de Castedo: "sí, así nomás lo presento (y) lo hacemos en menor tiempo, no se preocupe".
Una aeronave del tipo jet de Lamia, acepta, tanque a full, promedio unos 10.000 kg de combustible fuel.
El piloto, crucificado en muerte, no consideró la posibilidad de que al llegar, efectivamente a su destino, tal como se lo propuso, recibiera la orden de la torre del aeropuerto de Rio Negro, nororiente de Medellín, que enfrentaba en pista el aterrizaje de emergencia de un Airbus, de aguardar, lo que supone realizar vueltas en círculos, a la espera de que le acepten la petición de aterrizaje.
Según protocolo internacional de aeronavegación, cada vuelta en círculo implica entre cuatro y seis minutos. Versiones de prensa afirman que Quiroga esperó, suspendido entre la tierra y el cielo, entre 20 y 30 minutos, a 6.000 y/o 9.000 pies de altura, lo que le vació su reserva de combustible, ya insuficiente al partir del aeropuerto Viru Viru de Santa Cruz.
Conocedor que en el aeropuerto de El Alto -que sirve a La Paz- emplazado a poco más de 4.000 m de altura sobre el nivel del mar, donde se espera suspendido a 16.000 ó 18.000 pies de altura, y donde operó recurrentemente, Quiroga debió considerar, además, la regla de que a menor altura sobre el nivel del mar se quema más combustible.
En momentos en que las cajas negras de la aeronave siniestrada, tecnología de los años "90 del siglo XX, viajan de Colombia a un tercer país para su develamiento, no se conoce, a ciencia cierta y más en el plano de la especulación, cuántas "piernas" o trayectos de 1 ó 1,5 minutos realizó el avión de Quiroga mandado a espera.
Lo preliminarmente cierto, hasta que las cajas negras del jet de Lamia revelen la verdad de las causas que detonaron la tragedia de Rionegro, es que Quiroga clamó por ayuda, sin combustible y sin sistema eléctrico, tal vez librado a una batería de 30 minutos de duración que da acceso sólo al comando y los instrumentos, para aterrizar.
La controladora aérea colombiana Yaneth Molina, que desde el aeropuerto José María Córdova, de Rionegro, intentó coordinar el aterrizaje del avión de la aerolínea boliviana, que se estrelló el lunes contra el cerro Gordo, en Medellín, aseguró en una emotiva carta que hizo lo "humanamente posible para preservar la vida de las personas".
En la carta difundida por el periódico digital "eltiempo.com", Molina expresó el difícil momento por el que atraviesa.
"Puedo afirmar con absoluta certeza que de mi parte hice lo humanamente posible y lo técnicamente obligatorio para conservar la vida de esos usuarios de transporte aéreo. Lamentablemente, mis esfuerzos resultaron infructuosos por las razones que son de todos ustedes conocidas", puntualizó.
Mientras el gobierno boliviano suspendía la licencia de operación de Lamia y echaba a funcionarios de la aeronáutica nacional, al tiempo que escarbaba en los papeles con que la aerolínea de un solo avión obtuvo, seguramente, la licencia, familiares de las víctimas bolivianas de la tragedia le concedían la redención o al menos el beneficio de la duda.
"No estamos en condiciones de culpar a nadie, de qué valdría. Tenemos una idea clara de lo que pasó pero no estamos por encima de Dios", declaró el periodista Jorge Arias que perdió a su hija Sisy, que hacía sus primeras armas como asistente de vuelo.
En declaraciones a la cadena de televisión Fox Sport, Arias resaltó que Quiroga tuvo "mucho coraje".
"El estaba sobre el límite, parece, y no contaba con la contingencia, lo mandaron hacer espera", afirmó al confortarse con el hecho que su Sisy emprendió "un vuelo más allá del sol".
La hermana de la esposa de Quiroga declaró al diario El Tiempo, de Colombia, único medio con el que se comunicó la familia del piloto en la picota, que éste hizo lo humanamente posible para salvar la vida de sus pasajeros.
"Sabemos que Miguel hizo hasta lo imposible para salvar a su tripulación y a todas las personas que iban en ese vuelo", dijo Denisse.
"El panorama en la casa es de tristeza total, todavía no lo creemos. Estamos muy quebrados, todo en este momento se desvanece, comenzamos a pensar que no podemos seguir, sentimos el dolor de las 71 familias que iban a cargo de Miguel, sabiendo la responsabilidad que él sintió", agregó.
El perfil de Facebook del piloto, mejor conocido entre los suyos como el "Quichu" Quiroga, refleja a un querendón de su familia, de su trabajo de aviador y un aficionado futbolero sin redención.
Ocho días antes de morir, el 20 de noviembre, cantó a su esposa, Daniela, una elegía de amor en su muro de Facebook: "Felicidades amor de mi vida por un año más de vida, que Dios te bendiga, mi amor, y nos mantenga unidos por el resto de nuestras vidas. Te ama tu esposo Micky Quiroga", escribió.
Tres días antes había compartido un video paradigmático intitulado: "Papá nunca te olvides de mí" y el 9 de octubre otro video: que versa sobre "la importancia de tener una buena pareja para ser un millonario".
En su página de Facebook este descendiente de japonés, que hablaba portugués con la misma ductilidad que el castellano, publicó selfies con jugadores de la selección de Bolivia, entre otros el campeón del goleo, Marcelo Martins y también con el presidente Evo Morales, al que transportó, hacía semanas, a una ciudad del departamento amazónico del Beni.
Lamia venía de transportar a la selección de Argentina, que compite por una plaza al mundial de Rusia 2018.
"Todos los pilotos de avión debemos tener un momento de cojudez, finalmente humanos somos", dijo un aviador consultado por la ABI.
CRONOLOGÍA
El avión de Lamia se estrelló a las 22:00, hora de Colombia, (23:00 Bolivia), con la delegación del club de fútbol Chapecoense de Brasil, que se dirigía a Medellín para disputar la ida de la final de la Copa Sudamericana.
Los fallecidos brasileños son 19 jugadores del Chapecoense, 25 dirigentes, personal técnico e invitados del club, 20 periodistas que cubrirían el partido y siete miembros de la tripulación de la aerolínea.
Sobrevivieron los futbolistas brasileños Jackson Follman, Alan Ruschel y Marcos Danilo Padilha, el periodista brasileño Rafael Henzel y los bolivianos Ximena Suárez Otterburg (27 años) y Erwin Tumiri.
El Gobierno suspendió el 1 de diciembre a los directores de la Administradora de Aeropuertos y Servicio a la Aeronavegación Aérea (AASANA), general Tito Gandarillas, y de Aeronáutica Civil (DGAC), César Varela; y decidió retirar los permisos a la aerolínea boliviana Lamia.
El presidente Evo Morales y el ministro Juan Ramón Quintana estuvieron el 15 de noviembre en el avión siniestrado, sin embargo, el Presidente dijo que no sabía que la aerolínea estaba autorizada para operar en Bolivia.
El mandatario Evo Morales confirmó que Gustavo Vargas, gerente de la empresa Lamia fue su piloto presidencial y relató que también lo conoció "en tiempos de confinamiento" e incluso cuando era dirigente.
Bolivia y Colombia están en la lista de los 25 países con más accidentes aéreos
El accidente de avión de este lunes cerca de Medellín y que dejó 71 muertos fue el 14 ocurrido este año en Colombia, el cuarto país del mundo con más accidentes aéreos según las estadísticas de la Aviation Safety Network.
Se trata de una organización privada y sin ánimo de lucro que posee la base de datos más completa sobre accidentes mortales de avión en el mundo.
Aunque Uriel Bedoya Correa, de Aeronáutica Civil de Colombia, aclara a la BBC que desde 2010 no se registraban en el país siniestros como el del vuelo chárter CP-2933 de Lamia que transportaba al equipo de fútbol brasileño Chapecoense, un avión Avro RJ85 con capacidad para hasta 128 pasajeros.
"El último accidente de aviación comercial en Colombia, de un avión grande de pasajeros, ocurrió hace seis años y en él murieron dos personas, aunque no en el momento del impacto, sino después, en el hospital", aclara.
Aunque accidentes de aeronaves más pequeñas sí han dejado víctimas mortales. Por ejemplo, en los 14 que recoge Aeronáutica Civil en lo que va de año, han muerto 11 personas.
Según los informes de la máxima autoridad colombiana de aviación, desde 2010 se han accidentado en Colombia 96 aeronaves pequeñas, desde aparatos que se usaban para fumigar hasta avionetas de recreo particulares.
"Pero la curva de accidentalidad de estas naves también se ha reducido notablemente. En promedio no hay más de 20 al año", insiste.
Colombia es, de acuerdo a los datos recopilados por esta entidad, el cuarto país que ha tenido más accidentes desde 1945 hasta la fecha: 180.
Sólo lo superan Estados Unidos, quien encabeza la lista con 793; Rusia, donde ocurrieron 514, y Brasil, donde tuvieron lugar 187.
En la lista de 25 países con más accidentes también se incluye México, con 96; Venezuela con 61; Bolivia con 60; Perú con 59 y Argentina con 41.
Están registrados los accidentes mortales de aviación civil en aeronaves con más de 12 pasajeros, no los siniestros de aeronaves militares, y tampoco los de jets corporativos, ni de aviones secuestrados o de los que se estrellaron por razones criminales, tal como aclara Aviation Safety Network en su página web.
Por otra parte, en cuanto al número de muertos en accidentes de avión, con 2.912 Colombia se sitúa por encima de Brasil, donde fallecieron 2.728 personas.
Y en EEUU y Rusia, los países a la cabeza de la lista, murieron 10.637 y 8.251 respectivamente entre 1945 y el 30 de noviembre de este año.
Sobre la razón detrás de los accidentes aéreos en Colombia, expertos coinciden en que un factor son las características del terreno.
"En Colombia tiene un tráfico aéreo intenso y así como Estados Unidos, donde más accidentes ocurren, tiene una orografía muy desafiante", dice el director de Aviation Safety Network.