Hazaña: Una vuelta al mundo en 17 años

Herman y Candelaria estrenaron el nuevo milenio con un plan de viaje de seis meses desde su Argentina natal. Diecisiete años después, siguen en el camino: recorrieron 73 países, hicieron miles de amigos y... tuvieron cuatro hijos.

"La mayor lección es que uno sale a descubrir el mundo y termina descubriéndose a sí mismo", explica Herman en España, donde ofreció una conferencia junto a su esposa en la Feria Internacional de Turismo, una de las más importantes del mundo.

Desde que se conocieron, ambos habían soñado con conocer zonas remotas y seguir el ejemplo de los grandes viajeros de la historia. Un día, decidieron abandonar su trabajo, subirse al Graham Paige (un vehículo de época) que llegó a sus manos por casualidad y ponerse en marcha.

"La gente nos decía que el mundo es 'repeligroso', que nos iban a robar y a matar ahí fuera. Nunca imaginamos que fuera taaaan lindo. En vez de siete maravillas, vimos más de siete mil millones de maravillas, que son los seres humanos", asegura el padre de familia.

La conversación con los Zapp está llena de anécdotas y lecciones de vida. En Zimbabwe (África), uno de los países más pobres del mundo, su vehículo sufrió una importante avería. "La gente se remangó, me ayudó y nunca me cobró la mano de obra", rememora Herman. Cande, como llama cariñosamente a su esposa, tuvo que quedarse con los niños en un orfanato. "Los mejores amigos del viaje los hicieron allí".

En estos años, la familia se ha alojado en unas 2.000 viviendas particulares. "La gente te abre las puertas, comparte su hogar", asegura el viajero. Sólo en España han recibido 400 invitaciones: "¡Tendríamos que quedarnos más de un año aquí para poder estar un solo día en cada casa!", exclama entre risas.

Improvisando y dejándose llevar, han ido apurando en cada país los plazos de estancia que les permitían sus visados. Pero, ¿de qué viven los Zapp? "Hicimos artesanía, escribimos libros, damos charlas... No somos seres increíbles. Somos personas normales", explican.

El dinero se les acabó por primera vez en Ecuador, en un momento en el que el país atravesaba una dura crisis. "Fue buenísimo porque no tuvimos más remedio que hacer algo por nuestra cuenta: pintar acuarelas. Y eso nos dio mucha independencia", recuerda Herman.

Reconoce, no obstante, que la familia también ha tenido momentos "redifíciles". "El más complicado de todos es el día que uno deja todo lo que conoce. La gente nos decía '¿y qué pasa si se enferman?'. Nos hacían preguntas para las que no teníamos respuesta".

En aquel momento ni siquiera pensaban en la posibilidad de tener un bebé en el camino. Pero el tiempo pasó y llegaron cuatro: Pampa, de 14 años, nacido en Carolina del Norte; Tehue, de 11 años, originario de Argentina; Paloma, de nueve, nacida en Canadá, y la pequeña Wallaby, de solo siete, que vino al mundo en Australia.

Los cuatro pequeños Zapp crecieron en un hogar con ruedas y cambiaron la escuela por la educación que les brinda su madre. No tienen montones de juguetes ni en el Graham Paige, que data de 1928, hay demasiado espacio, pero Pampa, el mayor de los hermanos, lo considera "suficiente. "¡Hay un asiento para cada uno!", explica

Ahora, el sueño de los Zapp está a punto de culminar. Tras recorrer miles de kilómetros y atravesar cinco continentes, a final de año cruzarán el Atlántico en un pequeño barco para volver al punto del que Herman y Cande salieron hace casi dos décadas, con 31 y 29 años.

Allí tienen previsto montar "un club de soñadores". "En estos años hemos visto montañas, ciudades, playas, ruinas... Y después de mil playas, cualquier otra es una más. Pero la gente es siempre especial y quiere formar parte de un sueño", asegura el padre de familia.