Francia: Macron vs. Le Pen

La segunda vuelta de las elecciones francesas deciden el futuro del país galo y algo más

DEBATE. Fotografía tomada durante el debate que mantuvieron los candidatos presidenciales franceses que protagonizarán..

DEBATE. Fotografía tomada durante el debate que mantuvieron los candidatos presidenciales franceses que protagonizarán..

CANDIDATA. Marine Le Pen.

CANDIDATA. Marine Le Pen.


    Sebastian Kunigkeit /dpa
    Panorama / 07/05/2017 01:56

    Los candidatos en la batalla por el Elíseo tienen puesta toda la carne en el asador: El duelo entre la populista de derechas Marine Le Pen y el centrista y nuevo fenómeno de la política francesa Emmanuel Macron ha sido duro, sin contemplaciones y al rojo vivo.

    Sobre todo Le Pen está desplegando toda su artillería al acusar a Macron de una "blitzkrieg social", le descalifica por estar del lado de la globalización y habla de él como un frío banquero al que no le interesa el bienestar de la guerra corriente. Mientras, ella se presenta como enemiga de la Unión Europea y "candidata del pueblo", en una clara estrategia para revertir las encuestas que la sitúan por detrás en la segunda y decisiva vuelta de las presidenciales, el domingo.

    A principios de la semana pasada, Le Pen parecía haber pillado por sorpresa a Macron, de 39 años y de escasa experiencia política. "Se ve que un neófito se topa con una curtida y veterana política", aseguró el analista Jens Althoff. Le Pen pasó a la ofensiva nada más conocerse los resultados de la primera ronda de las presidenciales, celebrada el 23 de abril, mientras que Macron dio la sensación a algunos de estar demasiado convencido de su victoria.

    Así, Le Pen asestó a su rival un buen golpe de efecto cuando a mediados de semana se presentó en la misma fábrica sobre la que Macron conversaba con dirigentes sindicales. El político centrista se encontraba en la cámara de comercio de Amiens, en el norte de Francia, hablando con los sindicalistas de la amenaza de cierre mientras la candidata ultraderechista acudió a visitar a los empleados.

    Macron se vio entonces obligado a hacer lo mismo y fue recibido con pitidos por los trabajadores, que estaban llevando a cabo una protesta. Al menos, el ex ministro de Economía con el actual Gobierno socialista logró aguantar el debate con los trabajadores, superando así una prueba de fuego.

    Desde entonces la joven esperanza de los europeístas ha pasado al ataque y no quiere dejar "ni un centímetro" del que Le Pen pueda sacar partido. Le increpó por el escándalo de los asistentes contratados con dinero de la Eurocámara y el viernes programó en el último minuto una visita a Oradour-sur-Glane, donde soldados nazis perpetraron una matanza durante la Segunda Guerra Mundial en la murieron 642 personas. Toda una referencia clara al hecho de que su padre y predecesor en el Frente Nacional (FN), Jean-Marie Le Pen, ha negado en varias ocasiones los crímenes nazis.

    Además, el FN tiene otro debate histórico abierto que le persigue: Hace unos años, el miembro del partido Jean-François Jalkh al parecer expresó sus dudas sobre que los nazis hubiesen empleado el gas Zyklon B en los campos de extermino para masacrar a personas.

    Él mismo ha negado haberlo dicho, pero el viernes fue apartado rápidamente de la presidencia temporal del Frente Nacional que Le Pen había dejado con el objetivo de llegar a un público más amplio. Le Pen hija intenta desde hace años ofrecer una imagen más moderada de su partido.

    Decisivos en la segunda vuelta de las elecciones son los seguidores del conservador François Fillon y del candidato de la Izquierda Insumisa, Jean-Luc Mélenchon. Ambos obtuvieron cerca del 20 por ciento de los sufragios y Le Pen intenta sobre todo captar a los votantes de la izquierda contrarios a las propuestas económicas de Macron. Incluso publicó un video en el que apela de forma explícita a los seguidores del movimiento de Mélenchon.

    La gran cuestión ahora es si la gran ventaja con la que cuenta Macron en las encuestas podría conducir hoy a una baja participación de la que Le Pen podría sacar partido. En una cosa sí que están de acuerdo ambos: con Macron y Le Pen se dan dos formas completamente antagónicas de entender el mundo. Muchos ven difícil que Marine Le Pen gane, pero Macron sí podría perder.

     ¿Será efectiva la campaña de Le Pen para "desdemonizar" al FN? 

    Francia quedó conmocionada cuando en 2002 el por aquel entonces líder del Frente Nacional (FN), Jean-Marie Le Pen, consiguió avanzar hasta la segunda vuelta electoral para la Presidencia. Entonces, cientos de miles de personas se echaron a las calles para protestar contra la posibilidad de que el partido de extrema derecha llegara al poder.

    Los políticos y la sociedad civil se unieron para hacer un llamamiento a votar por el rival de Le Pen en la segunda vuelta, el conservador Jacques Chirac.

    Este año en cambio no existe la misma unanimidad ante el hecho de que la hija de Le Pen, Marine, se enfrente al centrista Emmanuel Macron en la segunda vuelta hoy domingo.

    La Plaza de la República de París se convirtió el lunes en un hervidero de gente cuando 30.000 personas participaron en la tradicional marcha del primero de mayo, muchos con pancartas y eslóganes contra Le Pen.

    Pero calculando la cifra de asistentes, la jubilada Josette recordaba con decepción que en la convocatoria de 2002 se reunieron 400 mil personas. "Es diferente a 2002. Se ha convertido en algo normal. Debería haber diez veces más personas aquí", dijo la mujer.

    En 2002, Le Pen padre, que recibió el 16.9 por ciento de los votos en la primera ronda, apenas mejoró su resultado en la segunda, donde recabó el 17.8 por ciento de los apoyos.

    Los sondeos de este año apuntan a que su hija, que se hizo con el 21.3 por ciento de los votos en la primera ronda, podría llegar al menos al 40 por ciento en la segunda.

    Ese cambio se debe en gran medida a su concienzuda campaña para moderar la imagen del partido, en lo que los observadores han bautizado como la operación de "desdemonización".

    El partido de Le Pen está cada vez más aceptado como una parte integrante del panorama político. Y mientras que Jacques Chirac se negó en 2002 a debatir con su padre, Macron se enfrentó a ella en televisión.

    La izquierda y los sindicatos pidieron el voto para Chirac en la campaña de 2002, a pesar de no estar de acuerdo con su plataforma económica. Pero este año, el candidato de los sindicatos y de los izquierdistas, Jean-Luc Mélenchon, se ha negado a apoyar a Macron, cuya política económica rechaza.

    La Iglesia católica también ha estado más callada que en 2002. Sólo unos pocos obispos han llamado abiertamente a votar contra Le Pen.

     

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