1967: Seis días cruciales

Hace medio siglo, Israel sentó las bases de su política sobre los territorios árabes

ACCIONES. Contra todos los cálculos, el Ejército israelí de 1967 respondió a una acción iniciada por una coalición...

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PROTESTAS. Una imagen frecuente.

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    Jorge Fuentelsaz
    Panorama / 04/06/2017 06:31

    Los casi seis días que duró la Guerra de 1967 fueron suficientes para enterrar en la arena del Sinaí el proyecto del nacionalismo árabe auspiciado por el entonces presidente egipcio Gamal Abdel Naser, con un reequilibrio de fuerzas en la región que se decantó hacia las monarquías del Golfo.

    La aplastante victoria de Israel contra sus vecinos árabes, o la "emboscada" israelí a Egipto, como la califica el experto del Centro Al Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos, Mohamed Gomaa, mostró "los cálculos erróneos de los dirigentes egipcios y de Abdel Naser".

    Y más allá, el de los estados que se lanzaron a la aventura bélica junto al "rais" egipcio, como Jordania, que perdió Jerusalén y Cisjordania, o Siria, que vio cómo Israel le arrebataba los estratégicos Altos del Golán.

    "Egipto no estaba en absoluto preparado para la guerra y ocurrió lo que ya todos saben, lo que tuvo grandes consecuencias tanto en los equilibrios en la región, como en la caída del proyecto naserista y lo que muchos llamaban el régimen revolucionario de Naser", dice Gomaa.

    La arrebatadora personalidad de Abdel Naser, que se hizo con la Presidencia egipcia en 1954, tras el golpe de Estado militar de 1952 contra la monarquía gobernante, había inspirado a numerosos líderes e intelectuales árabes y les había insuflado el sueño de una gran nación árabe unida bajo el liderazgo de Egipto.

    Unas ideas que polarizaron la región entre "los llamados regímenes revolucionarios progresistas y las monarquías conservadoras" que miraban con recelo y temor a los naseristas, tal y como apunta Gomaa, que señala también la existencia de otros conflictos interárabes en aquella época.

    Pero la Guerra de los Seis Días, que Tel Aviv lanzó el 5 de junio después de que Naser desplegara a su Ejército en la península del Sinaí, cerrara el estrecho de Tirán y forzara la retirada de los cascos azules interpuestos entre Egipto e Israel puso fin, para siempre, a la situación imperante.

    "El nacionalismo árabe como un proyecto panárabe, con una base fuerte, recibió un golpe fatal en 1967 y comenzó a perder su brillo", explica Jawad Hamad, director del Centro de Estudios de Oriente Medio de Ammán, en Jordania.

    Para Hamad, este revés del panarabismo también supuso el despertar del pueblo árabe que dejó de confiar en la capacidad de los Estados Árabes de enfrentarse con éxito a Israel para recuperar los territorios perdidos durante la guerra.

    Una de las consecuencias directas de esta pérdida de confianza fue la emancipación del movimiento de liberación palestino y su progresiva desvinculación de la tutela árabe.

    Gomaa también destaca el reequilibrio de fuerzas en favor de "los petrodólares" en referencia a los Estados del golfo Pérsico y cómo, la derrota del 67, favoreció también un cambio del discurso político, que comenzó a armarse de una retórica cada vez más religiosa.

    "El fin del proyecto naserista favoreció el clima para la aparición de los petrodólares, lo que constituyó una importante base del fermento que condujo al aumento del islam político", subraya el experto egipcio.

    El director del Centro de Estudios de Oriente Medio de Amman también apunta que el retroceso del nacionalismo árabe permitió el levantamiento de las restricciones impuestas al islam político durante la era de Naser, que había lanzado una dura represión contra "el islam moderado, representado por los Hermanos Musulmanes".

    No obstante, Gomaa insiste en que, a pesar de que la Guerra del 67 es una de las principales causas que han conducido a la situación que se vive en la actualidad en la región, hay otros factores igual de importantes, entre los que cita la invasión estadounidense de Irak de 2003 o la Primavera Árabe de 2011.

    La situación en los territorios palestinos se deterioró después de la ocupación

    La ocupación israelí de los territorios palestinos cumple mañana cinco décadas, en las que la situación de sus residentes, aseguran, se ha ido deteriorando bajo el régimen militar y policial, y el fracaso de un acuerdo de paz que les permita la independencia.

    "Israel ha utilizado estos 50 años para quedarse con todo nuestro territorio y destruir la solución de dos Estados. Está acabada", lamenta Ziad Hamouri, abogado y director del Centro de Jerusalén para los derechos Legales, Sociales y Económicos.

    Los palestinos aceptaron en los Acuerdos de Oslo (1993) construir su Estado en sólo el 22 por ciento de la Palestina histórica, afirma, y añade que ahora Israel no les daría "ni siquiera un 12 por ciento", por lo que ve imposible el establecimiento de un Estado palestino.

    "Es la ocupación más larga de la historia moderna", dice Ishaq Albuderi, de 72 años y director de la Sociedad de Estudios Árabes, un centro de documentación e investigación establecido en 1980.

    "La guerra empezó el 5 de junio y en tres días las tropas israelíes entraban en la Ciudad Vieja", donde él vivía, "y el Ejército jordano abandonó el territorio. Desde entonces vivimos bajo ocupación. Israel se anexionó Jerusalén Este y empezó a aplicar sus leyes y a cambiarlo todo: el sistema educativo, legal, económico. Desde el primer día trataron de "judaizar" la ciudad".

    Recuerda aún la Alcaldía de Jerusalén Este, cerca de la puerta de Yafa, en la vieja ciudadela amurallada, que es hoy un edificio israelí, y asegura que "tomaron hasta los hospitales".

    "Empezaron a cambiar la identidad de la ciudad y a construir asentamientos judíos" en Jerusalén Este, en Cisjordania y, más tarde, en la Franja de Gaza.

    Israel abandonó unilateralmente las colonias de Gaza en 2005, pero las de Jerusalén Oriental y Cisjordania continúan y en ellas residen ya cerca de 600 mil colonos (según la ONG israelí Paz Ahora), a los que se suman a otros 23.000 en el Golán sirio, también ocupado.

    La ONU ve los asentamientos como uno de los principales escollos para alcanzar la paz, aunque Israel lo niega y recuerda que abandonar Gaza sirvió para aumentar la violencia contra su Estado.

    En Cisjordania, la ocupación es gestionada por un organismo militar, que controla la seguridad y también los asuntos civiles en buena parte del territorio (el 60%, la llamada Área C), mientras que en Jerusalén no hay tropas porque Israel se anexionó el este de la ciudad en 1980, en una decisión no reconocida por la comunidad internacional, y la considera territorio soberano.

     

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