La "guerra" con "fuego y furia"
La creciente tensión entre EEUU y Corea del Norte alarma a los expertos
La crisis de Corea del Norte no se puede solucionar militarmente, en eso están todos de acuerdo. Así que ¿qué otras opciones tiene Washington, tras los comentarios de Donald Trump de "fuego y furia"?
Dada la creciente amenaza de Corea del Norte, algunos en Estados Unidos, también entre los seguidores de Trump, abogan por golpear a los comunistas y acabar con el problema. Ellos consideran que el régimen norcoreano ya ha sobrepasado la línea roja, puesto que Pyongyang ya no solo podría alcanzar la Costa Oeste, sino también Chicago o Dallas, en el interior de Estados Unidos.
Un "golpe de martillo" estadounidense violento y rápido, para que Corea del Norte no pueda reaccionar, parece poco probable e impensable.
Las consecuencias serían, sobre todo para los vecinos de Corea del Norte, muy dramáticas. Posiblemente habría millones de muertos en solo unas horas.
Sin embargo, esta opción podría ser más atractiva para Trump por su limitación geográfica, ya que el conflicto tendría lugar en la otra punta del mundo, escribe la revista "The Atlantic". Pero allí están también Corea del Sur y Japón, aliados de Estados Unidos.
A esto se le añade que Estados Unidos tendría que reunir en secreto un enorme Ejército, mucho más grande que el de Irak en 2003, para mantener el factor sorpresa. ¿Cómo podría hacerse eso?
Además, los expertos sostienen que sería muy poco probable que se destruyera el arsenal completo de Kim Jong-un en un solo golpe, dada la montañosa topografía del país, escribió "The New York Times". Pero después, la respuesta del líder norcoreano sería terrible, advirtió "Atlantic".
Eso también lo sabe el Ejército estadounidense. Un golpe preventivo seguido de un caos y una desolación infernal podría ser la mayor catástrofe de la historia de la humanidad. El secretario de Estado, James Mattis, ya lo advirtió a finales de mayo. Por lo tanto, esta opción es muy poco probable.
PEQUEÑOS ATAQUES
Los militares describen esta posibilidad como un "término medio", una forma minimizada de "apretar las tuercas". Por ejemplo, Washington podría reaccionar con un pequeño pero doloroso golpe a una zona de pruebas norcoreana tras el siguiente ensayo con misiles.
En caso de que Corea del Norte respondiera, en teoría de forma limitada, Estados Unidos reaccionaría con más dureza.
Los expertos explican en "Atlantic" la lógica que sigue esta táctica: En una escalada controlada, Corea del Norte acabaría viendo que Estados Unidos es más fuerte.
Sin embargo, esta opción es también improbable, puesto que es muy complicado controlar la escalada de un conflicto. Corea podría comportarse militarmente de forma muy diferente a lo esperado.
¿ASESINATO DEL LÍDER?
El asesinato del líder para hacer caer dictaduras o autocracias se discute desde la Antigüedad. La desaparición del líder y de su cúpula podría permitir un cambio de rumbo radical.
Aparte de las implicaciones legales, un acto de este tipo sería muy difícil de llevar a cabo y nadie podría garantizar que el Ejército norcoreano no devolvería el golpe después. Sería un juego muy arriesgado. Como dijo "The Guardian": "Con las armas nucleares no se juega".
RELACIONES
Esta opción es ardua, pero posible; se trata de hacer política. Estados Unidos tendría que aceptar de mala gana que Corea del Norte no abandonará sus armas nucleares, pero que por motivos de supervivencia nunca las utilizará. Entonces, Corea del Norte se calmaría y terminaría con sus provocaciones.
Los expertos consideran que esta opción no es de buen gusto ni una panacea, y que además las violaciones de los derechos humanos continuarían en el país comunista.
Sin embargo, las conversaciones directas entre los dos Gobiernos le proporcionaría a Pyongyang lo que tanto anhela: el reconocimiento de la comunidad internacional, aunque lo haya inducido mediante amenazas.
Según el Instituto Brookings, Washington podría conseguir que Corea del Norte se convirtiera en una parte más de Asia con el fin del aislamiento.
Guam, antigua colonia española en el ojo de la tormenta
La isla de Guam, contra la que Corea del Norte amenazó con lanzar un ataque, está situada en el Pacífico occidental, a unos 2.000 kilómetros al este de Filipinas, y pertenece a Estados Unidos desde 1898.
Guam forma parte del archipiélago de las Marianas y no sólo es un popular destino turístico por sus playas de arena y sus arrecifes de coral, sino también una de las principales bases militares estadounidenses en la región.
Tiene una superficie de 544 kilómetros cuadrados y unos 160 mil habitantes.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Guam fue ocupada por Japón tras el ataque a Pearl Harbour en 1941 contra las tropas estadounidenses, pero tres años después fue recuperada por Estados Unidos y convertida en base militar permanente.
Durante la Guerra de Corea (1950-1953) adquirió una gran importancia estratégica y en la de Vietnam sirvió como punto de partida de los ataques aéreos de las fuerzas estadounidenses.
Marineros probablemente procedentes de Indonesia o Filipinas comenzaron ya hace unos 4.000 años a poblar la isla. Sus sucesores, el pueblo chamorro, conforman hoy en día la mayor parte de la población.
La isla fue descubierta por Fernando de Magallanes en el siglo XVI y se convirtió en escala de los barcos españoles en los siglos siguientes, que la colonizaron durante más de 300 años hasta su práctico abandono tras la independencia de México en 1810 y su cesión a Estados Unidos tras la guerra hispano-estadounidense de 1898. De la herencia española quedó el catolicismo y la lengua, ya que aunque no se habla español, los chamorros sí utilizan muchas palabras de esa lengua, al igual que ocurre en Filipinas.