Asociación San Pedro Claver; pionera en el voluntariado

Hace casi seis décadas se organizó una cruzada por la salud pública

SALUD. El hospital San Pedro Claver, que nació como un propósito inicial de atender a pacientes con tuberculosis...

SALUD. El hospital San Pedro Claver, que nació como un propósito inicial de atender a pacientes con tuberculosis...

MISIÓN. Las Siervas de María cumplen una labor importante en beneficio de la sociedad.

MISIÓN. Las Siervas de María cumplen una labor importante en beneficio de la sociedad.

CAMPAÑA. Bernardo Gantier Zelada.

CAMPAÑA. Bernardo Gantier Zelada.


    Sucre/CORREO DEL SUR
    Panorama / 29/10/2017 00:17

    La situación de la salud pública en Sucre a fines de la década de 1950 y comienzos de 1960 era muy precaria. Los principales centros de asistencia dependían del Estado central y las condiciones de atención adolecían de muchas deficiencias, tanto en infraestructura como en equipamiento. La deprimida Capital del país era una ciudad en desventaja respecto a otros departamentos, principalmente Cochabamba, donde instituciones como el hospital Viedma eran el lugar escogido por pacientes que buscaban una atención médica actualizada. Sin embargo, no todos estaban en condiciones de costearse un viaje para un chequeo médico o un eventual tratamiento que podría llevar un determinado tiempo y cuyo coste era en muchos casos inalcanzable.

    Conscientes de la situación de angustia en la que se debatían decenas de pacientes con enfermedades infecciosas, un grupo de damas de la Capital comenzó una cruzada en procura de mejorar la atención y el tratamiento de los pacientes afectados con tuberculosis, enfermedad que en esas décadas se cobraba muchas vidas, especialmente de gente del área rural asolada por la extrema pobreza.

    Este grupo de voluntarias fue acaso el pionero en el voluntariado social y antecedió a otros que vendrían después y que constituirían un recurso valioso para muchas instituciones benéficas que nacieron al calor de la solidaridad y el deseo de ayudar a los más desvalidos.

    Según relatan quienes tuvieron oportunidad de participar de esta cruzada, la idea surgió a raíz de la situación de los enfermos de tisis en el hospital Santa Bárbara; estos pacientes se encontraban confinados en una sala colindante a la sección de Traumatología, lo que también constituía un riesgo adicional de contagios a otras secciones.

    De esta manera, un 6 de abril de 1960 este primer grupo de damas se organizó bajo la tutela del sacerdote jesuita José Fuster, por entonces rector del Colegio Sagrado Corazón, y del prestigioso galeno chuquisaqueño Ricardo Bacherer, quien se brindó para asesorar a la naciente organización. El nombre: Asociación de Lucha Antituberculosa San Pedro Claver, en honor del santo y misionero jesuita que brindó su vida por los enfermos y los esclavos desvalidos durante su misión en Colombia, en el Siglo XVII.

    En esa fecha se procedió también a la organización de una primera directiva que estuvo encabezada por Olga Roig de Villagómez, en la Presidencia; Olga Ayala de Cosulich, en la secretaría, e Irma de Escóbar, en la tesorería. También suscribieron el acta de fundación otras nueve voluntarias que colaborarían en las futuras actividades de San Pedro Claver, especialmente en campañas de recolección de fondos y recursos destinados a la instalación de un hospital propio especializado en tisiología.

    Después de algunos meses de tramitación de la personería jurídica, esta organización empezó a tocar las puertas de ciudadanos, empresas privadas y autoridades del Departamento para sensibilizar sobre la situación crítica de los enfermos de tuberculosis.

    “Las condiciones de vida y de trabajo establecidas en el país ha determinado un crítico estado de miseria popular. A causa de la falta de trabajo y del creciente desequilibrio entre los salarios y el costo de vida, aumentan de día en día los índices de desocupación, desnutrición y enfermedad en la población boliviana. El Estado carece de los medios necesarios para atender los servicios públicos de urgencia en el campo de la salubridad, la asistencia y la previsión social”, según sostiene la declaración de propósitos de la Asociación San Pedro Claver.

    Asimismo, declara que entre sus objetivos está “contribuir a la mejor atención de los hospitales, mediante la provisión de drogas, ropa y artículos de primera necesidad para los enfermos carentes de recursos”.

    También, la Asociación brindaría ayuda de toda índole a las familias y a las personas desvalidas, “buscándoles oportunidades de trabajo para su sostenimiento” y cooperaría con las autoridades y las instituciones públicas en el establecimiento de un “Hospital Sanatorio para Tuberculosos que actualmente no existe en la ciudad de Sucre, a pesar de ser imprescindiblemente necesario”.

    En poco tiempo, la Asociación comenzó una intensa movilización de recolección que incluía rifas, kermeses, tés de beneficencia y la llamada “campaña del peso”, un sistema de recaudación de fondos en metálico que iría destinado al principal propósito de San Pedro Claver, la dotación de un lugar para el tratamiento y recuperación de los pacientes tísicos.

    Después de intensas gestiones realizadas tanto en Sucre como en La Paz, donde habían fijado su residencia socias de la primera directiva, se consiguió finalmente la dotación de un espacio que sería destinado a la primera "colonia para la rehabilitación" de los enfermos. En Lajastambo, el Estado adquirió una antigua propiedad rústica que por un tiempo albergó a la Escuela de Agronomía, la cual sería reacondicionada para acoger a los primeros pacientes.

    El propósito del proyecto era que el mismo contara con pabellones para las secciones de Varones, Mujeres, Niños, Pensionados y asegurados de la Caja Nacional de Salud.

    En la parte de terapia ocupacional para los enfermos, éste tendría talleres de costura, tejido, artes manuales, encuadernación, horticultura liviana, biblioteca, sala de música y hasta un cine y un teatro.

    Dado el clima seco y templado de Lajastambo, éste fue considerado médicamente apropiado para pacientes que sufrían por lo general los rigores de los climas húmedos, muy propicios para el avance de la enfermedad.

    Sin embargo, éste requería ser acondicionado porque carecía de las condiciones elementales para ser un centro de salud. “El lugar era bastante alejado de Sucre, se necesitaba de muchas cosas para empezar pero estábamos dispuestas a seguir trabajando”, recuerda Nelly Bejarano de Taboada, una de las socias fundadoras de la institución y que también ocupara por varios años la Presidencia de esa entidad benéfica. Otro destacado galeno que cumplió importantes funciones en los primeros años de vida de la Asociación fue el doctor Jaime Villafán, especializado en pediatría.

    También fue importante el aporte del cardenal Clemente Maurer; mediante la orden de ayuda Misereor de Alemania se consiguió el primer quirófano para el hospital.

    El Ministerio de Salud Públicas, a la cabeza del ministro Rafael Jáuregui Guachalla, contrató, en enero de 1964, a la empresa constructora Márquez-Caballero para los trabajos de rehabilitación de los ambientes de la antigua finca. Sin embargo, entre la firma del contrato y la entrega transcurrieron cerca de siete años. La endémica inestabilidad política del país, afectado por sucesivos gobiernos de facto, hizo que muchos proyectos quedaran relegados o sufrieran considerables retrasos, como es el caso de la conclusión del ansiado hospital. Finalmente, el 7 de octubre de 1971 se produjo la entrega definitiva del Hospital Antituberculoso San Pedro Claver en Lajastambo. El acto oficial estuvo encabezado por el “prefecto accidental” del Departamento de Chuquisaca, Cnl. Wálter Gómez de La Torre, y el entonces “jefe Distrital de Salud Pública”, Dr. Luis Rivera Cortés. La encargada de recibir la obra a nombre de la Asociación fue su presidenta, María Luisa Zelada de Gantier.

    Entretanto, las socias de la Asociación continuaban con su intenso trabajo de voluntariado. “Hablamos con monseñor Clemente Maurer y gracias a sus gestiones se logró la llegada de las religiosas Siervas de María que atenderían a los enfermos”, agrega Taboada, quien afirma que la vocación de las socias era tan decidida que algunas de ellas hasta llegaban a tejer prendas de lana para los enfermos o sus hijos en situación económica precaria. “Estos aportes los hacíamos con mucho corazón, era algo muy lindo”, añade Taboada, quien todavía participa activamente, pese a su avanzada edad, de las reuniones de la institución.

    SIGUE EN ACTIVIDAD

    Actualmente, la Asociación continúa activa aunque su presidenta, Sonia de Crespo, reconoce que sus actividades se enfocan a las reuniones periódicas de las cerca de 20 socias activas, las cuales siguen aportando fondos que son entregados en forma bimensual a las religiosas Siervas de María, quienes cumplen aún una importante labor en beneficio de los enfermos. El Hospital San Pedro Claver es actualmente uno de los centros de salud más importantes de la Capital, donde se atienden varias especialidades y el tratamiento de la tuberculosis se realiza por lo general de manera ambulatoria. “Nosotras seguimos empeñadas en apoyar las necesidades de los enfermos y de la gente necesitada, pese a que los montos que logramos reunir no son altos, pero lo hacemos con especial cariño por aquellos que más necesitan”, agrega Crespo.

    CAMBIOS

    A mediados de la década del 70’, las condiciones de la salubridad en el Departamento comenzaron a cambiar. La población rural circundante a Lajastambo experimentaba una creciente demanda de atención a sus principales requerimientos.

    El Hospital San Pedro Claver, constituido y fundado con la finalidad de atender esencialmente a pacientes de tisiología, y que está ubicado a 12 kilómetros al norte de la ciudad, recibía un permanente requerimiento de personas del campo que acudían en busca de atención a diferentes dolencias.

    “En esa época no había una buena carretera, los que se hospitalizaban con tuberculosis venían generalmente de la zafra azucarera de Santa Cruz, muchos venían solos y no tenían familiares, así que si morían en soledad, eran enterrados en un predio próximo al hospital, donde fue haciéndose el cementerio de la zona”, afirma sor Lourdes Montalvo Troya, actual superiora de la Comunidad.

    Sor Montalvo recuerda que las dificultades tanto para el personal médico como para las hermanas eran inmensas, debido a la falta de los servicios más esenciales; la luz eléctrica provenía de un motor a combustible que funcionaba solamente algunas horas, el agua de una vertiente era escasa y en las noches no se contaba con otra lumbre que la de las velas.

    “La gente de los alrededores venía donde las hermanas a pedir ayuda y a raíz de eso se hizo primero una posta que luego se la fue mejorando, ahí empezó sor Teresa Huarte Tama (hoy con 91 años), añade Montalvo.

    El equipamiento continuo de esa posta hizo que en poco tiempo el Estado decidiera cambiar sus políticas, al mismo tiempo que San Pedro Claver fue ampliando su espectro de atención, hasta que finalmente se convirtiera en un hospital general. El tratamiento a los pacientes de Tisiología se hizo de forma ambulatoria, aunque los casos más graves siguen siendo tratados hasta hoy en una sección apartada de Infectología, donde también se acogen pacientes con otras enfermedades serias como el VIH.

    El San Pedro Claver, reconocido como Hospital de Segundo Nivel, cuenta en la actualidad con atención en Medicina Interna, Cirugía, Ginecología y Traumatología. La sección de Pediatría pasó a una administración aparte en el Hospital del Niño. A este importante centro médico de la ciudad le falta las secciones de Neurología, Neumología y Oftalmología para convertirse en un hospital de Tercer Nivel, algo muy importante para una institución local que nació de un esfuerzo solidario de un grupo de voluntarias y que hoy permanece y prospera en beneficio de la comunidad, 57 años después de ese primer impulso.

    Certificado como hospital de segundo nivel

    Tras cumplir todos los requisitos exigidos en la normativa vigente de salud, el hospital San Pedro Claver, ubicado en la zona de Lajastambo, recibió a finales del pasado año la acreditación con nota de excelencia como hospital de segundo nivel, el primero en el país.

    Para la acreditación, una comisión departamental compuesta por 18 profesionales evaluó al hospital San Pedro Claver durante cinco días, tomando en cuenta estándares desde la infraestructura, el equipamiento médico, la capacitación del personal, hasta el acceso a los servicios básicos y de comunicación, entre otros.

    El director del hospital, Gustavo Haase, destacó en esa oportunidad el esfuerzo del personal para conseguir la acreditación y comprometió seguir mejorando la calidad de atención a los pacientes.

    En esa ocasión, el alcalde Iván Arciénega garantizó la recontratación de todo el personal dependiente de la Alcaldía.

    El hospital San Pedro Claver, que funciona bajo un convenio entre el Ministerio de Salud y las Siervas de María, recientemente cumplió 51 años de funcionamiento continuo el pasado 8 de septiembre.

    Un cambio en la norma aduanera impulsa una campaña solidaria en beneficio de las Siervas de María

    Hace algunos meses, las Siervas de María anunciaron su retiro del Hospital Santa Bárbara, lugar donde habían realizado una trascendental labor de apoyo durante más de un siglo y en tiempos en los que el Estado nacional apenas podía solventar las necesidades de las prestaciones de salud. La comunidad de religiosas también abandonó la residencia que alojó a varias generaciones de hermanas que, de forma silenciosa, entregaron los mejores años de sus vidas consagradas a la atención y el cuidado de los enfermos.

    Pero este retiro, a pesar de algún reconocimiento oficial, estuvo marcado por un trago amargo que tuvo su origen en cuestiones administrativas y legales. Las nuevas normas aduaneras aplicadas en el país impusieron a la Comunidad un canon sobre la internación de equipos de donación destinados al principal centro médico de la ciudad. Anteriormente, el Estado liberaba de impuestos de internación de bienes destinados a una función social, pero, debido a estos cambios, las Siervas de María terminaron con una deuda acumulada, entre multas e intereses, de 122 mil dólares americanos.

    Esta nueva realidad impulsó al sacerdote jesuita Bernardo Gantier Zelada a emprender una campaña pública de recaudación de fondos; en forma conjunta con las profesoras Elba Wayar y Rosa Ovando decidieron abrir una cuenta bancaria para recibir los aportes ciudadanos destinados a aliviar la carga tributaria que pesa sobre las Siervas de María.

    La campaña, que se difunde por las redes sociales, se denomina “122 mil amigos” y está orientada a que cada ciudadano pueda aportar al menos la suma de un dólar (alrededor de 7 bolivianos) y alcanzar el monto de la deuda.

    Las recaudaciones, que comenzaron el mes de agosto, tuvieron una importante respuesta ciudadana y actualmente la cuenta está próxima a los 300 mil bolivianos, pero aún resta una cantidad que los promotores de esta iniciativa esperan sea cubierta sino en su totalidad, por lo menos en un gran porcentaje. “El momento en que la cuenta deje de moverse, entonces la abriremos y entregaremos los recursos a las madres para que ellas dispongan del dinero”, afirma Gantier.

    “Se les aplicó la letra muerta de la nueva Ley de Aduanas que no permite liberación de ningún tipo de mercancías”, agrega al recordar que en Bolivia habían alrededor de medio millar de instituciones que recibían donaciones hasta antes de 2007; de ellas 490 pudieron solventar sus deudas pero quedaron una decena, entre ellas la Comunidad de Siervas de María, que no lograron hacer los pagos oportunos, lo que derivó en la aplicación de multas e intereses.

    Asimismo, el sacerdote advierte que el incumplimiento de esta obligación con el Estado puede derivar en acciones coactivas que pondrían en riesgo una casa de la Comunidad en la zona de Aranjuez y un albergue en Lajastambo.

    “Estamos satisfechos, la gente responde pero toda esa plata que debía ser para los pobres se distribuirá en tanto gasto dispendioso del Gobierno”, asegura Gantier.

     

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