Libia: Cautiverio y torturas pesadilla de los migrantes
Los migrantes africanos sufren en Libia una serie de abusos y extorsiones

Ibrahim Sorry soñaba con Europa y cuando superó el peligroso viaje de tres días por el Sahara desde Níger, creía que ya estaba cerca. Sin embargo, en Libia le esperaban a este joven de Gambia tres meses de cautiverio, extorsiones y torturas brutales. Su historia y la de los pocos que regresan reflejan el horror que sufren los migrantes en el país norteafricano.
"Me colgaron de las piernas boca abajo y me daban descargas eléctricas", dice Sorry, de 27 años, que antes trabajaba en Gambia como soldador. Le introdujeron en un campo de detención en la ciudad de Sabha, en el suroeste de Libia y no pudo comprar su libertad porque había entregado lo que le quedaba a los traficantes de personas.
Sus torturadores le exigían una y otra vez que llamara a su familia para pedir un rescate. Finalmente tuvo suerte y su tío pudo reunir los 1.900 euros que le pedían.
"Al que no puede pagar lo matan. No dejan ir a nadie", dice. Él vio morir a muchos migrantes -disparaban contra ellos, se morían de hambre o por enfermedades. "Nos tratan peor que a animales, sin ninguna humanidad", añade.
Después de que fuera liberado ya no tenía ni el valor ni la fuerza para continuar su viaje a Europa, de modo que volvió a Agadez, en Níger. Allí espera ahora en un centro de tránsito de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para volver a Gambia.
La pesadilla que espera a los migrantes de viaje a Europa en Libia –desde torturas hasta tráfico de esclavos– ha abierto ahora los ojos a la comunidad internacional.
La Unión Europea (UE) acordó un plan de evacuación de migrantes con los países africanos y las Naciones Unidas en el marco de la cumbre UE-África en Abiyán. Según el plan, la OIM y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) sacarán del país a los migrantes que deseen volver a su hogar, al menos aquellos que se encuentran ahora en zonas controladas por el Gobierno reconocido internacionalmente.
Según los cálculos de la OIM, hasta un millón de personas esperan en Libia a cruzar el Mediterráneo hacia Europa. La violencia y el caos imperan en este país norteafricano desde el derrocamiento de Muammar al Gaddafi y los traficantes se aprovechan de esta situación para sus negocios.
"Los migrantes que viajan a Libia no tienen ni idea de la tortura que les espera inmediatamente al cruzar la frontera", dice el portavoz de la OIM Leonard Doyle. "Los venden y los compran como objetos y los abandonan cuando ya no tienen valor".
Ibrahim Moussa, un psicólogo de la organización humanitaria Cooperación Internacional Italiana (COOPI), que ofrece asistencia psicológica a los que vuelven a Agadez, cuenta que puede ver en la cara de los recién llegados si han estado en Libia.
"Estas personas están mentalmente completamente destrozadas. Es como si ya solo quedara una envoltura vacía", dice Moussa. Aquellos que regresan sufren psicosis, depresión y trastornos de estrés postraumático. Además, muchos tienen tendencias suicidas.
Las historias de las mujeres suelen ser incluso peor porque son retenidas como esclavas sexuales. "Suponemos que la mayoría son obligadas a prostituirse hasta que mueren", explica Moussa. Sólo unas pocas consiguen reunir el dinero del rescate.
A pesar de todo, aún hay miles de africanos que se atreven a emprender el peligroso camino a Europa. "Tratamos de advertir a los migrantes de los peligros", dice el director de la OIM en Níger, Guiseppe Loprete. Pero muy pocos se dejan convencer; la más mínima esperanza de un futuro mejor es más fuerte que cualquier miedo.
Así le ocurrió a Mohammed Sheriff, de Liberia. El joven de 23 años ya se encontraba en un bote en dirección a Italia cuando le detuvieron unos hombres armados que decían ser de la Guardia Costera libia. Le pidieron más de 2.100 euros por su liberación.
"Te dan un teléfono móvil y te ordenan que llames a tus padres. Antes te golpean para que llores de verdad", relata Sheriff.
Él también fue maltratado, torturado y presenció asesinatos arbitrarios. Su madre, una campesina, vendió sus tierras para liberarlo. En el segundo intento de cruzar el Mediterráneo, Sheriff volvió a ser detenido y hacinado en una celda con unos 300 migrantes. Finalmente pudo huir cuando se produjo una revuelta.
Dando muchos rodeos consiguió llegar hasta Agadez y ahora quiere regresar a Liberia. Volver a casa es una decisión muy complicada para muchos: supone una pérdida de respeto y además a menudo deben grandes cantidades de dinero a familiares que tenían previsto devolver desde Europa. Por eso ahora la UE quiere ayudar a los migrantes en Libia que quieren regresar a sus países de origen con ayudas de reintegración.
Sheriff también tiene sentimientos encontrados respecto a su vuelta. "Tengo ganas de ver a mi madre, pero me avergüenzo", confiesa. "Ella ha vendido nuestras tierras por mí y yo vuelvo sin nada".