Kim Jong-un, de paria a adalid del aperturismo
El deshielo entre las dos Coreas marca un hito en la historia de la Península
Considerado por algunos como un dictador loco y por otros como un hábil estratega, el joven y mediático líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha pasado en poco tiempo de ser un paria para la comunidad internacional a protagonista de un momento de histórico deshielo.
Hijo y nieto de implacables tiranos, el tercer miembro de la dinastía más hermética ha atemorizado al mundo desde su llegada al poder, en diciembre de 2011, con sus innumerables lanzamientos de misiles y sus cuatro pruebas nucleares.
El mariscal Kim, que durante sus primeros siete años en el cargo jamás viajó fuera ni se reunió con ningún líder extranjero, vive ahora una etapa de apertura diplomática, que tuvo su punto álgido en la histórica cumbre con el presidente surcoreano, Moon Jae in, la primera entre las dos Coreas desde 2007.
Como con casi todo lo que rodea al opaco régimen de Pyongyang, no se sabe la fecha exacta del nacimiento del hijo del "gran líder", Kim Jong-il, y una de sus concubinas, Ko-Young-hee, bailarina nacida en Japón y fallecida de cáncer en 2004.
Diferentes fuentes calculan que el nieto del fundador del país, Kim Il-sung, podría tener entre 34 y 36 años.
Amante del baloncesto y las películas de acción, el joven líder habla inglés, alemán y francés, gracias a su educación en un colegio de Berna (Suiza), al que acudió de incógnito y bajo el control de numerosos funcionarios norcoreanos entre 1993 y 1998.
Quizá por su juventud o su educación occidental, Kim ha mostrado una clara tendencia a modernizar la imagen y costumbres del país con gestos como la creación nada más llegar al poder de la banda de chicas Moranbong, a semejanza de los grupos de K-pop de Corea del Sur.
En contraste con sus progenitores, Kim Jong-un además ha dado un papel público a su esposa, Ri Sol-ju, con la que se cree que tiene dos o tres hijos y que le acompaña en numerosos eventos y actividades, como su primer viaje a China y estreno internacional del pasado marzo.
El actual líder, responsable de sonadas purgas y acusado de ordenar el asesinato de su medio hermano mayor, Kim Jong-nam, llegó al poder siendo casi un desconocido para los norcoreanos tras la muerte de su padre el 17 de diciembre de 2011.
Además de un visible sobrepeso, el líder -que en un principio se mostraba inseguro y reacio a comparecer en público- ha ido adquiriendo con los años una presencia más contundente y un parecido evidente a su venerado abuelo, a quien los expertos aseguran que intenta emular para conseguir el respeto de sus súbditos.
La mayoría de los datos sobre su vida privada se conocen o a través de los servicios de inteligencia de Seúl o por las extravagantes visitas que ha recibido del exjugador de la NBA, Dennis Rodman, que lo ha calificado como un hombre "divertido", "sonriente" y "familiar".
Fumador empedernido y de voz áspera, Kim se impuso en la línea sucesoria a sus hermanos mayores, Kim Jong-nam y Kim Jong-Chul, después de que los dos fueran descartados al considerarse que no estaban preparados para el poder, uno por demasiado occidental y el otro por afeminado, según varias fuentes difíciles de confirmar.
Al igual que hiciera su padre con su hermana Kim Kyong-hui, el joven dictador parece que ha desarrollado una estrecha relación de confianza con su la suya, Kim Yo-jong.
La actual responsable de propaganda del régimen ha adquirido una creciente relevancia y protagonizó el pasado febrero una mediática visita a los Juegos Olímpicos de PyeongChang, la primera de un miembro de la dinastía Kim a territorio surcoreano.
Mientras las flagrantes violaciones de los derechos humanos han seguido siendo la tónica en el Norte durante su liderazgo, el comandante supremo del Ejército Popular de Corea y presidente del Partido de los Trabajadores ha apostado de manera especial por su programa armamentístico y el desarrollo económico.
El Gobierno de Kim Jong-un ha intensificado la apuesta por la carta nuclear por la que ya optó el anterior líder como seguro de vida para el régimen.
El incremento de pruebas armamentísticas no deja lugar a dudas: en el último lustro Corea del Norte ha hecho muchos más lanzamientos de misiles balísticos y ensayos nucleares que en los 17 años que abarcó el liderazgo de Kim Jong-il entre 1994 y 2011.
El período en el poder del tercero de la dinastía Kim ha estado marcado además por un crecimiento sostenido y una mejora palpable de la situación económica, a pesar de las duras sanciones.
Corea, la historia de una trágica división que fijó las fronteras en 1953
Las dos Coreas, divididas desde hace 65 años por una de las guerras más sangrientas de la historia, celebraron un encuentro que abre la esperanza sobre una paz permanente en la península.
Esta reunión fue el primer encuentro de este tipo desde la cumbre intercoreana de 2007 y se produjo tras un año donde la tensión en la península alcanzó cuotas nunca vistas.
Tras la II Guerra Mundial (1939-1945), EEUU y la URSS se repartieron la Península de Corea, colonizada por Japón desde principios del siglo XX, trazando una línea divisoria a lo largo del paralelo 38. El Norte quedó en manos de Moscú y el Sur de Washington.
Los soviéticos pusieron a cargo de Corea del Norte a un guerrillero coreano que luchó contra la invasión japonesa en la región china de Manchuria.
Se llamaba Kim Il-sung y con él nació en septiembre de 1948 la República Popular Democrática de Corea (nombre oficial de Corea del Norte) y una de las dinastías de dictadores más longevas y peculiares de la historia reciente, que ahora encabeza su nieto Kim Jong-un.
La sangrienta Guerra de Corea comenzó cuando el Ejército norcoreano, con la venia de Moscú, invadió el Sur el 25 de junio de 1950, con el objetivo de reunificar un país dividido. Un sueño que el régimen norcoreano todavía mantiene como uno de sus principios ideológicos.
Las fuerzas de Estados Unidos encabezaron una coalición de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para defender el Sur en su lucha contra el Norte comunista, que tenía el apoyo de China y la Unión Soviética.
El conflicto duró tres años y acabó el 27 de julio de 1953 con terribles consecuencias humanitarias y la firma de un armisticio que volvió a fijar la frontera en torno al paralelo 38.