Líbano: Elecciones inciertas tras nueve años de ausencia

El país fue azotado por una prolongada guerra civil que dividió a sus habitantes

CAMPAÑA. Carteles electorales inundan las calles de Beirut (Líbano) con vistas a las elecciones parlamentarias... CAMPAÑA. Carteles electorales inundan las calles de Beirut (Líbano) con vistas a las elecciones parlamentarias...

Kathy Seleme/EFE
Panorama / 06/05/2018 04:27

El Líbano acude a las urnas hoy, domingo, para renovar el Parlamento por primera vez desde 2009, al amparo de una nueva ley electoral de efectos inciertos, en un país frágil por sus equilibrios confesionales y por las influencias de las potencias regionales.

Las nuevas reglas electorales, aprobadas en 2017 tras arduas negociaciones, establecen un sistema proporcional, pero mantienen la división del electorado en función de su religión, algo que, en opinión de algunos observadores, garantiza que las tradicionales familias políticas libanesas mantengan el poder.

El analista Michel Naufal dijo que "incluso los legisladores que elaboraron la ley no logran controlar sus mecanismos. Se está en la niebla".

"A pesar de las enmiendas hechas antes de su aprobación, la clase política guarda sus privilegios y continuará en el poder", comentó Naufal, aunque no descartó que las reformas abran espacio para algunas sorpresas, lo que supondría que algunos independientes o partidos minoritarios ganasen un escaño.

El Líbano es un mosaico de 18 comunidades religiosas y se rige por un sistema de reparto de poder en función de la confesión religiosa.

La Presidencia corresponde a un cristiano maronita, la jefatura del Gobierno a un musulmán suní y la del Parlamento, a un chií; a la vez los 128 escaños de la cámara se reparten en dos partes iguales de 64 diputados cristianos y 64 musulmanes.

Una de las contiendas electorales más importantes, por el liderazgo de la comunidad suní, se desarrollará en Beirut, entre el actual jefe de Gobierno, Saad Hariri, y el ex primer ministro Nayib Mikati.

La Corriente del Futuro, de Hariri, obtuvo el mayor grupo político en el Parlamento en las elecciones de 2009, pero no se puede prever si lo mantendrá, dada la floración de nuevas listas y por la crisis abierta el año pasado con la dimisión sorpresa, luego revocada, del primer ministro.

En el norte del Líbano, zona de mayoría cristiana, se presentan tres candidatos que, en función de sus resultados en las Parlamentarias, podrían postularse como aspirantes a la Presidencia en un futuro.

El más destacado es Yebrán Basil, ministro de Exteriores y yerno del actual jefe de Estado, Michel Aoun; y se enfrenta al líder del grupo nacionalista Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, y de la formación prosiria Marada, Suleiman Franyie.

Más clara está la disputa en territorio chií, donde el duopolio que forman la formación política Amal y el partido-milicia Hizbulá, mantienen su hegemonía desde hace décadas y sólo son amenazados por algunas pequeñas familias políticas y candidatos independientes.

Según Naufal, en estas elecciones, dadas las peculiaridades del sistema electoral, se ha diluido la bipolaridad entre el bloque proiraní y prosirio del 8 de Marzo, liderado por Hizbulá, y del 14 de Marzo, prooccidental y prosaudí, encabezado por Hariri.

"En esta campaña no hay ni principios políticos, ni programas electorales. Sólo alianzas locales que hacen que uno puede ser aliado en una región y no en otra, lo que equivale a que todos están con todos y todos contra todos", dijo Naufal.

Las únicas excepciones a esa premisa, según el analista, son Hizbulá y el partido Kataeb, la falange cristiana, grupo de derecha y principal antagonista de la milicia chií.

El analista y profesor universitario Hyamn Mallat anticipa "problemas" para la formación del Gobierno debido al nuevo sistema de voto proporcional, lo que, de concretarse, conllevará complicaciones "para aplicar los proyectos elaborados para sacar al país a flote".

Mallat incidió en que "no hay partidos políticos sólidos", por lo que compañeros de formación se han presentado en listas adversas con el objetivo de ganar un escaño.

El nuevo sistema, según el analista, también propicia que los grupos parlamentarios presenten programas de desarrollo regionales, pensando en el electorado, "tratando de obtener el mayor beneficio para ella y no para el resto de la nación".

Familiares de desaparecidos en la guerra civil esperan ser escuchados

El Comité de Familiares de Desaparecidos y Secuestrados durante la guerra civil libanesa (1975-1990) intenta que sus reivindicaciones sean escuchadas en las elecciones legislativas de hoy, domingo, los primeros comicios que se celebran en el país desde 2009.

Se estima que 17.000 personas fueron secuestradas o desaparecieron durante el conflicto y miles siguen en paradero desconocido, por lo que ese comité ha creado una "lista electoral" simbólica en la que aparecen los ausentes, como una forma de honrar su memoria y reivindicar el derecho a que se haga justicia.

La presidenta del Comité de Familiares, Wadad Halwani, declara a Efe que esa lista es la única de las 77 que compiten en los comicios que incluye a "candidatos" desaparecidos y procedentes de todas las comunidades religiosas que conviven en el Líbano y de todas las regiones del país, aunque en la realidad no podrán votar por ellos.

"Sólo votaremos por aquellos candidatos que se comprometieron por escrito a aprobar en el Parlamento el proyecto de ley que elaboramos en 2001 y que sigue en los cajones de esa institución", dice Halwani en referencia a una propuesta que está siendo estudiada por una comisión parlamentaria.

Los parientes de los desaparecidos, así como ONG y otras voces, piden que se recojan y conserven muestras de ADN, que se forme un ente oficial de investigación y que se declare el 13 de abril como día nacional de la memoria, ya que en esa fecha dio comienzo el conflicto en 1975.

"No queremos saber quién los hizo desaparecer", clarifica Halwani, pero sí que "los libaneses reflexionen sobre la guerra y aprendan las lecciones del conflicto para que nunca se repita".

"Los dirigentes (políticos) actúan como si esta no hubiera tenido lugar y como si no les importara que se repitiera", denuncia.

En el caso de Halwani, su marido desapareció en 1982 y la mujer asegura que su dolor es el mismo hasta el día de hoy, aunque ha aceptado la idea de que probablemente esté muerto.

"Creo que está muerto, porque si no lo mataron seguro que no ha podido sobrevivir (...), pero las madres no piensan igual y creen que podrán volver a ver a sus hijos", explica.

Abir Halaui, una activista a favor de los desaparecidos, asegura que "la mayoría (de los libaneses) trata de olvidar lo sucedido, no pensar en ello y continuar su vida", pero para ella "el expediente de la guerra nunca se cerrará si no se sabe qué pasó con esas personas".

"Hay 17.000 desaparecidos y sus familiares tienen derecho a saber lo que ocurrió con ellos", insiste.

Por ello, también el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en el Líbano está apoyando esta causa y exige desde hace años a las autoridades libanesas que den respuestas a las familias de los desaparecidos y aprueben una ley específica para ello.

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