Padres de familia, una preocupación para maestros

El Día del Maestro se celebra el 6 de junio tras el Decreto Supremo del 24 de mayo de 1924 promulgado por el presidente Bautista Saavedra, en homenaje a la fundación de la Escuela Normal de Maestros abierta en el...

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FAMILIA. No todos los padres de familia llevan a sus hijos a la escuela.

FAMILIA. No todos los padres de familia llevan a sus hijos a la escuela.

MAESTRO. El profesor ha recibido varios reconocimientos por sus aportes no sólo en educación.

MAESTRO. El profesor ha recibido varios reconocimientos por sus aportes no sólo en educación.


    ?Mariana Calizaya Vargas
    Panorama / 03/06/2018 01:29

    El Día del Maestro se celebra el 6 de junio tras el Decreto Supremo del 24 de mayo de 1924 promulgado por el presidente Bautista Saavedra, en homenaje a la fundación de la Escuela Normal de Maestros abierta en el natalicio de Modesto Omiste

    Una profesión “especial”, con vocación y responsabilidad, son tres cosas que destacan maestros en Sucre. No obstante, a veces esa labor se ve opacada por la actitud de algunos padres que no se responsabilizan por la educación de sus hijos, dejando la carga en mayor porcentaje para las aulas. Los valores de sus profesores son cosas que varias generaciones no olvidan y que aunque pasen los años, muchos de los “profes” son considerados amigos.

    A pocos días de la conmemoración al Día del Maestro en Bolivia, el 6 de junio, varias personas recuerdan con cariño y admiración a sus profesores, incluso siendo profesionales y habiendo formado una familia.

    El rastro que deja un maestro entregado a la enseñanza de sus alumnos es indisoluble, coinciden los sucrenses en un sondeo de opinión realizado por este diario, aunque también lamentan que los que no se desempeñaron “bien” son recordados por ello y son un ejemplo de lo que no se debe hacer.

    Entre los aspectos positivos que sobresalen son la dedicación, el buen humor, las bromas e ingenio en clase para no caer en el aburrimiento, adaptarse a situaciones juveniles o de la realidad infantil para que ciertos temas resulten más atractivos, sin olvidar el impulso que suelen dar hasta el último momento para que un compañero “flojito” apruebe una materia.

    Además de un “buen consejo” en el peor momento de la vida o una llamada de atención con el permiso de los padres, son agradecidos ahora, porque eso los llevó a tomar el camino correcto, entre un sinfín de anécdotas que los ciudadanos dicen recordar con cariño. Muchos son considerados buenos amigos, aunque otros sólo quedan en el corazón porque ya partieron al encuentro con Dios.

    El Día del Maestro se celebra cada 6 de junio desde 1924, cuando el presidente Bautista Saavedra emitió un Decreto Supremo para festejar la creación de la Escuela Normal de Maestros, el 6 de junio de 1909. La escuela en Sucre se abrió en homenaje a los 100 años de la gesta libertaria de 1809 y a Modesto Omiste Tinajeros, nacido el 6 de junio de 1840, considerado el “Padre de la educación boliviana”, quien dedicó su vida a la educación popular. Su personalidad y su talento lo llevaron a crear y orientar las escuelas municipales.

    Una segunda madre 

    "Como una gallina con sus 30 pollitos"

    “Yo he estudiado por vocación y si tuviera que volver a ese día para elegir la profesión, la volvería a elegir y (para profesora) de kínder, porque no me sentiría bien ni en primaria ni secundaria”, relata emocionada Vivian Ceballos, quien ocupa el cargo de directora en el Kínder San Roque.

    La maestra expresa el gusto por su trabajo porque para ella la niñez “es pura e inocente” y los frutos de su trabajo son visibles.

    El ser profesora no termina ni empieza en el aula, se extiende más allá, cuando sus alumnos la reconocen en el mercado o en la calle, pero no sólo los de generaciones recientes. Relata sonriente que muchos de los que ya alcanzaron una profesión e incluso formaron familias, no dudan en saludarla, pero por el paso de los años no siempre es fácil recordarlos; sin embargo, anécdotas como llorar los primeros días en el kínder o hacer ciertos berrinches, son anécdotas que su memoria evoca con facilidad.

    “Una maestra es como una gallina con sus 30 pollitos”, compara Ceballos, cuyo trabajo también está ligado a la enfermería, el cuidado de su integridad e incluso abarca campos como la psicología o la consejería matrimonial, porque los niños confían sus problemas sin necesidad de ser cuestionados, señala.

    Respecto a la intervención de los padres manifiesta que es necesario que las “cosas básicas” como saludar o hacer caso a la profesora, deben ser enseñados en los hogares, algo que en los centros educativos sólo se refuerza. Sin embargo, se cuestiona preocupada por las actividades que los pequeños realizan luego de dejar las aulas, dado que la situación laboral de muchos padres los obliga a dejarlos solos o por lo contrario los sobreprotegen y obstaculizan su desarrollo.

    Ser profesora para Ceballos es sinónimo de responsabilidad, porque afirma que son ellos los que forman a los futuros ciudadanos del país que no significa sólo transmitir conocimientos. “Los niños son como un barro que vamos moldeando artesanalmente” agrega.

    El valor de los años

    La vocación por la educación y la instrucción es importante

    Retrocediendo en el tiempo, el profesor jubilado Luis Ríos Quiroga, con 30 años de servicio en el colegio Nacional Junín, relata que la Escuela Normal de Maestros se convirtió en un centro de renovación educacional.

    La Normal empezó con trabajos experimentales, mediciones antropométricas, aplicación de los tests sobre los estados afectivos de los adolescentes. La enseñanza penetrada de un fuerte espíritu científico sin ánimo de mostrarse como anticlerical, fundada por George Rouma.

    “George Rouma, el fundador belga, afirmaba con cierto énfasis que la enseñanza clerical de hace tiempo había formado generaciones de esclavos que sufrieron sin quejarse los yugos más odiosos. Esas circunstancias hicieron que en la escuela normal se estableciera por primera vez la educación de hombre y mujer. Hizo que los elementos conservadores en el país, por ejemplo en nuestra ciudad, iniciaran violentísimos ataques. Se la acusó de atea, materialista, de estar destinada a formar generaciones agonistas que reducirían la vida y la moral a la lucha por la existencia a una mera satisfacción de necesidades orgánicas”, relata.

    La educación por Rouma y las maestras belgas se hizo dificultosa en Sucre puesto que hasta nuestros días, “Sucre es la ciudad más prejuiciosa de Bolivia”, opina. Sin embargo, la labor siguió y la escuela consiguió un personal docente que en pocos años modificó el espíritu vocacional, creando una nueva conciencia y una nueva mentalidad pedagógica en el país que permitiera a pensar a los educadores por sí mismos.

    Asevera que en aquella época los métodos y objetivos de la formación de los maestros estaban direccionados a una idea racional de educación para la vida y el desarrollo de las aptitudes de sus alumnos, poniéndolos así en un “alto nivel profesional”.

    La literatura pedagógica que no existía en el país, asegura, fue enriquecida con producciones de normalistas que constituían importantes aportaciones: La Historia de la pedagogía boliviana de Enrique Finot; la Educación del indio, de Alfredo Guillén Pinto; la Transformación de las escuelas municipales de Carlos Beltrán, o los Métodos modernos de la educación secundaria de Ángel Chávez Ruiz.

    Cuenta que Daniel Sánchez Bustamante, entonces ministro de Educación en la época liberal, reorganizó el sistema educativo que se caracterizó por la indización de la enseñanza y la preocupación por la educación indígena.

    Ríos, con sus casi 80 años de vida, dice que extraña la vocación de los maestros de antaño. Según su lectura, las generaciones actuales la han perdido y hay una ausencia de espíritu de renovación de los conocimientos.

    Invita además a diferenciar con claridad entre “educación e instrucción”, título de uno de sus artículos en el que detalla que “educar es formar espiritualmente al educando; instruir es darle conocimientos, pero en nuestros días, pese al avance científico de métodos, la educación en general carece de la vocación para la enseñanza”, que se confunde, afirma.

    Recuerda con cariño y gratitud a su escuela Daniel Sánchez Bustamante donde, según relata se dedicaban al cuidado de la naturaleza, desde su ingreso a las 6:00 y donde sus maestros se entregaban por vocación. Lleva muy bien guardadas las palabras del entonces director Alfredo Vargas: “El hombre en contacto con la naturaleza se hace bueno”.

    “El maestro siempre ha tenido un sueldo miserable, pero de ese sueldo, el profesor o la profesora nos invitaba en sus casas a tomar un tecito con galletas, pero la finalidad no era tomar el té, sino que invitaban al alumno o alumna que veían que estaban atrasados en la lectura y escritura para reforzarlas, lo cual ya se sabía que los que egresaban de la escuela lo hacían sabiendo leer y escribir. (…) si falla la enseñanza primaria, falló todo el edificio”, sostiene.

    En el caso del nivel secundario recuerda que se dedicaban a la formación científica a dar conocimientos especialmente prácticos.

    Consultado sobre la intervención de los padres en la educación de los hijos, dice que es fundamental, pero cree que al haber una generación de progenitores que en su mayoría no han terminado sus estudios, tampoco pueden reforzar los conocimientos en sus hijos y en muchos casos tampoco tienen las condiciones.

    “Qué va a hacer aquella madre que para el pan de cada día está en el mercado vendiendo; qué va a hacer el papá que es herrero”, se cuestiona. 

    Cruzando ríos y quebradas…

    Una profesión "especial"

    Más allá de las urbes y las comodidades que éstas ofrecen, el magisterio rural es el que debe adaptarse a las necesidades de los estudiantes en las comunidades y a los medios y herramientas para poder enseñar.

    “El maestro rural trabaja en el último rincón del país, como en el último rincón de los departamentos. Es el único maestro que llega a trabajar en las últimas unidades educativas donde no hay camino, el maestro llega a pie, cruzando ríos, quebradas y demás, para llegar al niño que necesite educación”, manifiesta Eliseo Mamani, profesor de la unidad educativa 9 de Marzo de la comunidad K’uchutambo del distrito Sucre “A”.

    Estando lejos de todo, muchas veces el maestro rural, sin serlo también ejerce la carpintería, la abogacía o la medicina en caso de no contar con postas sanitarias, además debe ser apto para las lenguas originarias. Otro de los sacrificios es alejarse de su familia y las condiciones en las que deben vivir, incluso pagando alquileres de viviendas construidas durante la conocida participación popular, pero también se corre peligro porque muchas infraestructuras son de adobe.

    Los conflictos con los padres no son distintos en el área rural, según relata Mamani, no faltan aquellos que no cumplen con enviar a sus hijos a la escuela o descuidan sus materiales, lo que perjudica con su aprendizaje; llegado el momento se cree que el maestro coloca malas notas adrede, cuando hay un reglamento de evaluación que se aplica, señala.

    “Algunos papás no reconocen la labor de docente”, sobre todo porque se trabaja con el modelo sociocomunitario productivo, de acuerdo a ley y que a falta de su conocimiento o discrepancias, piden el cambio de los educadores; incluso autoridades piden aquello, dice.

    Más allá de esa situación, Mamani dice estar satisfecho porque conoce que varios de sus alumnos alcanzaron una profesión, lo que considera que el ser profesor “algo especial”.

    Himno al Maestro

    Letra : Juan Manuel Thorrez

    Entonemos un himno de gloria

    cual se canta una marcha triunfal

    en honor al maestro que enseña

    el camino de fe y bondad.

    Mil coronas de lauros le ciñen

    esa frente repleta de ideal,

    es el maestro que lleva en su alma

    la pureza de luz y verdad.

    Tiene el alma tan pura y serena,

    cual las aguas de un gran manantial,

    estrechemos sus manos tan tiernas,

    que están llenas de felicidad.

    Nada puede quebrar su conciencia,

    nada agota su sed de verdad,

    es el maestro a quien canta la gloria

    sus canciones de paz y bondad.

     

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