Combatir el hambre, el anhelo de los venezolanos que huyen

El peor éxodo de ciudadanos en la historia de la región tiene un origen común

LIMITACIONES. Vista de un restaurante de comida rápida totalmente vacío en Caracas. La escasez de alimentos e insumos... LIMITACIONES. Vista de un restaurante de comida rápida totalmente vacío en Caracas. La escasez de alimentos e insumos...

Jorge Payares y Gonzalo D. Loeda/EFE
Panorama / 02/09/2018 05:58

En una barriada irregular sin agua, luz, ni servicios básicos, centenares de venezolanos sobreviven como pueden en la ciudad colombiana de Barranquilla, a orillas del mar Caribe, en un antiguo lote baldío donde cultivan su única obsesión: superar el hambre.

"En Venezuela era el hambre, o yo, no había comida, mi hija de 11 años dejó de ir al colegio porque no tenía el alimento", explica Neivis Yohana, de 40 años y originaria de Maracay, en el estado Aragua.

Ella, como los cerca de 650 venezolanos que se han convertido en sus vecinos, viven en el barrio Villa Robledo, en plena Avenida Circunvalar, la que conduce al Estadio Metropolitano en el que la selección colombiana de fútbol juega sus partidos.

Hasta hace unos meses, Villa Robledo era apenas un lote baldío, un secarral que levantaba entre los vecinos de Barranquilla pesadillas, pues ese descampado era lugar ideal para robos y agresiones.

Hoy, más de un centenar de casas se levantan, erigidas por los propios venezolanos con restos de otras construcciones, latas y maderas que ellos mismos recogen en los manglares y de los árboles caídos.

Para subsistir, muchos de ellos recurren a las ventas ambulantes, Neivis explica que sus tres hijos venden agua en la calle para ayudar a los barranquilleros a sofocar el fuerte calor de la Costa Caribe.

"Mi sueño es tener mi casa, sea acá o en Venezuela", explica la mujer.

Pero su sueño, también está con su familia que sigue en Venezuela: "Cuando hay posibilidad le envío ayuda a la familia, para ellos soy el ingreso principal porque mis padres están mayores".

Mientras busca cómo ayudarles, lo que le desvela es como sobrevivir en Villa Robledo, en el que sólo los más afortunados consiguen agua o luz al conectarse a los surtidores de forma irregular.

Tener un baño es un sueño lejano.

Con la ropa tendida de casa en casa, los niños corretean mientras las madres improvisan fogones con barriles de metal para poder cocinar algo para mitigar el hambre.

En medio de las necesidades Carmen Barrios, de 47 años, se ha convertido en una suerte de líder comunal.

Nacida en Barranquilla fue una más entre los millones de colombianos que emigraron a Venezuela en busca de un mejor vivir. En su caso se fue a Maracaibo con 15 años y se ha visto obligada a regresar a sus 47 para volver empezar de cero.

Tiene una ventaja sobre sus nuevos vecinos, una identificación al día, ya que para los venezolanos conseguir un pasaporte es una quimera.

"Yo era secretaria ejecutiva del banco de sangre del Hospital Materno Infantil de Maracaibo, el Cuatricentenario, pero renuncié, me vine (a Barranquilla) porque lo que me pagaban mensualmente no me alcanzaba ni para pagar el autobús para irme a trabajar", comenta.

Para Carmen, la vida en Venezuela se había transformado "en un infierno", por lo que sus tres hijos y su nieto de cuatro años se fueron con ella.

"Nosotros éramos una familia de clase media y un poquito más y nos convertimos en pobres, pobres y repobres", dice con el dolor de quien ha dejado toda una vida atrás.

Ahora vive en un barrio de invasión, sin servicios, trabaja limpiando a deshoras en una discoteca, pero asevera que prefiere "mil veces" eso a la situación que vivía en Venezuela.

"Por lo menos aquí conseguimos comida en la tienda, aquí trabajas un día y comes. Allá con lo que trabajabas un mes no se alcanzaba para comer un día", explica Carmen.

El dilema para muchos venezolanos comienza a ser cada vez mayor, antes podían buscarse la vida en Colombia, regresar a su país o intentarlo en algún otro punto de Sudamérica.

Sin embargo, el cierre ayer de la frontera en Perú para todos aquellos sin su pasaporte en vigor, les deja menos margen de maniobra para escapar de la crisis de su país.

Ecuador, paso obligado para muchos venezolanos tras atravesar Colombia, iba a hacer lo mismo, pero un tribunal de Quito anuló el viernes la regulación del Gobierno de exigir pasaportes a los emigrantes venezolanos que entran al país y dio un plazo de 45 días a la Cancillería para presentar un plan de contingencia humanitario.

Sólo queda el avión, impagable para la mayoría de los 2,3 millones de venezolanos que han huido del país como consecuencia de la crisis, según la ONU.

Por eso, Yohana toma la palabra en nombre de los centenares de venezolanos que malviven en Villa Robledo para subrayar: "Huimos del hambre".

Una restricción bancaria supervisará el flujo migratorio 

La novedosa restricción bancaria impuesta por el Gobierno de Venezuela a sus ciudadanos que viven en otros países serán los nuevos ojos del chavismo sobre las finanzas de los millones de venezolanos que han emigrado en los últimos años debido a la crisis económica.

El órgano rector de la actividad bancaria (SUDEBAN) ordenó a las entidades financieras del país bloquear las cuentas de los venezolanos que accedan a ellas desde el exterior sin haber notificado previamente su itinerario de viaje, en el que se deberá incluir destinos y fechas contempladas de salida y regreso.

Esta medida se pone en marcha en el marco del plan de "recuperación económica" impuesto por el jefe de Estado, Nicolás Maduro, y persigue hacer crecer el flujo de divisas en el mercado oficial donde la tasa es muy inferior a la que se maneja en el paralelo ilegal.

Los más de 2,3 millones de venezolanos que viven en otros países, según estimaciones de Naciones Unidas, serán los principales afectados por esta decisión, pero no los únicos, según ha advertido el presidente de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco), Roberto León Parili.

El abogado explicó que el decreto de la Sudeban "crea un precedente muy importante de supervisión y fiscalización de los venezolanos directamente" sin ningún distingo de si está fuera del país o planea viajar pronto.

La medida, argumentó, viola el derecho a la confidencialidad de su información, por el que ningún ciudadano tiene que dar a conocer su itinerario de viaje a nadie y menos que estos datos sean suministrados luego a la Unidad Nacional de Inteligencia Financiera (UNIF), como ha indicado el Ejecutivo.

"Pareciera más bien como una suerte de investigación a cada uno de los ciudadanos: cómo viaja, cuándo viaja, cuánto gasta, cómo moviliza desde afuera sus cuentas", dijo y consideró que la resolución podría tener objetivos "más allá" de los expresados.

León Parili explicó que casi la totalidad de las cuentas bancarias nacionales no son usadas para el ahorro debido a la inflación –que según cálculos del Fondo Monetario Internacional cerrará el año en 1.000.000%– sino para el pago de bienes y servicios.

 

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