¿Por qué Chile tiene que devolver el mar a Bolivia?

Investigador potosino argumenta, desde el punto de vista histórico, las razones que llevaron a Chile a invadir suelo boliviano

¿Por qué Chile tiene que  devolver el mar a Bolivia? ¿Por qué Chile tiene que devolver el mar a Bolivia?

Potosí/Franz Gustavo Morales Méndez
Panorama / 30/09/2018 18:01

A horas del fallo de La Haya sobre la demanda marítima de Bolivia a Chile, se avizora un panorama relativamente incierto después del veredicto final; sin embargo, luego de 139 años de enclaustramiento marítimo, por primera vez todos los bolivianos tienen esperanza en volver a las costas del mar. Claro está que todo pasa por Chile y los más de diez compromisos que hizo para devolverle una salida al Pacífico a Bolivia.

El Gobierno –no el pueblo chileno–, arguye como principal argumento para no hacer aquello el Tratado de 1904, que ambos países firmaron cerrando este tema. Pese a que la demanda boliviana no toca ese Tratado, hacer entender a nuestros hermanos chilenos (porque eso somos), que el mismo fue firmado a la fuerza y que, además, el Artículo VI dice: “La República de Chile reconoce en favor de la de Bolivia, y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puertos del Pacífico”. Con esto Bolivia tiene acceso al mar, sin embargo, Chile no cumple con lo firmado.

Por otra parte, lo que no sabe el pueblo chileno –tampoco el boliviano– es que más que una guerra fue una invasión muy bien concebida por la entonces mayor potencia del mundo, Inglaterra; ese país, desde la Colonia, ambicionaba las posesiones españolas sin éxito alguno y aquellos años que atravesaba una profunda crisis alimentaria, siendo el guano y el salitre las salvaciones a su triste realidad.

La riqueza del guano y el salitre, la colosal presencia de minerales preciosos en territorio boliviano, motivaron a Inglaterra a que la oligarquía chilena, incrustada en el gobierno chileno, juegue su papel de peón de ajedrez en esta incursión. Decimos esto, porque, muy pronto sería Inglaterra y no Chile, el que mayor beneficio obtenga del enfrentamiento entre estos dos países, pero también del Perú.

Al puro estilo colonial, en 1789, se repetía lo acontecido en la invasión española al territorio del Tawantinsuyo, que entonces comprendía Bolivia, Chile, Argentina, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, con Francisco Pizarro a la cabeza, que en 1532, no por la guerra, sino por "intrigas, arrojos, mentiras, engaños, lealtades y traiciones", se apoderaron del imperio más rico del mundo, desangrando a todo un continente.

Fue la oligarquía chilena-boliviana y peruana la que fraguó la estrategia inglesa, mucho antes de aquel funesto 14 de febrero; buscaron un pretexto para adueñarse, ese fue el impuesto de diez centavos al quintal de salitre exportado por la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta. Hay mucho que decir y que lo denunciamos en los cuatro libros referidos al mar que publicamos. Es el caso de la participación de Aniceto Arce, de Bolivia; Ignacio Prado del Perú y Aníbal Pinto. de Chile, Estos dos últimos, presidentes de sus países. Los tres amigos íntimos, socios en varias minas de plata, de piedras preciosas, de salitre y guano, de cobre y otros, juntamente con empresarios ingleses, fueron funestos personajes y tramaron la pérdida del Litoral boliviano.

¿Cómo se puede comprender que Bolivia, siendo el más afectado, se salga del conflicto, a poco más de un año, con la mayor desvergüenza y humillación que se pueda concebir y deje sólo al Perú en el conflicto y que, igual, quedó mal parado después de 1884, cuando finaliza la contienda?

Insistimos, fueron intereses de particulares y no de las naciones que enfrentaron a tres pueblos hermanos. Aniceto Arce tramó la arquitectura para que Bolivia no se defienda y recupere el Pacífico. Pese a las victorias de la Quinta División del Ejército boliviano en Canchas Blancas y Tambillos, esto no ocurrió porque Arce convenció a su comandante Narciso Campero, con la promesa de hacerlo Presidente, que no vaya a la guerra. Esta alta traición a la patria se llevó a cabo resguardando los bolsillos de la oligarquía y en desmedro de Bolivia. El Presidente del Perú, compadre del Presidente de Chile y socio de bolivianos en las minas de cobre de Camarones, hizo lo mismo con la Batalla de Alianza, emborrachando al extremo al Ejército boliviano y huyendo cobardemente con todo lo recaudado en su país y Bolivia y con mucho sacrificio, hacia Europa.

Los trenes en Bolivia no cumplieron jamás su rol; asociada a la pérdida del Litoral, es otra amarga realidad que hasta ahora, en vez de procurar su desarrollo, ha traído desolación y pobreza. De ninguna manera fue concebido pensando en Bolivia y menos en su desarrollo industrial. Fue pensado para compensar la invasión chilena y disfrazar los intereses oligárquicos y posteriormente hacer ver que el Tratado de 1904 no fue una imposición, sino un acuerdo de paz y amistad entre Chile y Bolivia, por esto se lo incluyó en el Artículo III. Los trenes significaron desangrar mucho más a Bolivia, sacando sus recursos en cantidades colosales.

Tres pueblos incautos estuvieron a la sombra de los intereses de los grupos de poder, manejados por intereses foráneos. Ninguno de ellos se benefició a más del pueblo chileno que jamás fue dueño del territorio y la costa que enajenaron a Bolivia, porque desde 1789 esa oligarquía se apropió de los mismos, contando desde entonces su versión acerca de lo que ellos llaman la “Guerra del Pacífico”.

Hoy estamos ante un hecho sin precedentes. Dos pueblos hermanos, más allá del resultado final de La Haya, tienen la oportunidad de sentarse y conversar de sus realidades, sus capacidades y necesidades nacionales, no sólo de los intereses de grupos de poder. Ya un amplio conglomerado de hermanos chilenos hacen eco de esta realidad y de la demanda marítima de Bolivia, exteriorizando jurisprudencia, con el caso de Croacia, que le da salida al Mar Adriático a Bosnia y Herzegovina a través del corredor de Neum. Este es un gran avance en las relaciones bilaterales.

Chile y Bolivia se complementan, se necesitan mutuamente. Por supuesto, el agua y la energía que Bolivia tiene en grandes cantidades, esa oligarquía no la necesita, porque también tiene en abundancia, el que sí la necesita es el pueblo chileno, que compra a precios exorbitantes esos recursos de estos grupos de poder; esta dura realidad tiene que hacer que después de La Haya, los dos pueblos se sienten y negocien su presente y su futuro, porque desde siempre han estado umbilicalmente unidos y separados solamente por intereses minoritarios. Cuánta razón tiene la alcaldesa de Antofagasta, Karen Rojo, cuando señaló a los medios de comunicación: “los de Antofagasta un día fuimos bolivianos y ahora chilenos”. Ese reconocimiento engrandece las relaciones entre estos dos países consanguíneos, que antes fueron uno solo.

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