Costurería: Un buen negocio pese a la falta de telas

Hoy, 14 de octubre, se celebra el Día de la costurera, o del trabajador textil

OFICIO. Efraín Mejía instaló un negocio de costura de ropa deportiva en la zona del Mercado Campesino luego de pasar och

OFICIO. Efraín Mejía instaló un negocio de costura de ropa deportiva en la zona del Mercado Campesino luego de pasar och

CORTINAS. Las tiendas ocupan parte de la calle Junín.

CORTINAS. Las tiendas ocupan parte de la calle Junín.

MÁQUINA. El equipo es imprescindible para las costureras del Mercado Negro.

MÁQUINA. El equipo es imprescindible para las costureras del Mercado Negro.

VARIEDAD. La escasez de telas en diferentes materiales afecta el negocio de la costurería en Sucre.

VARIEDAD. La escasez de telas en diferentes materiales afecta el negocio de la costurería en Sucre.


    Alina Cuentas Cedro
    Panorama / 14/10/2018 23:50

    Por las máquinas de costura pasan diariamente los sueños de mujeres y hombres dedicados a este oficio que, pese al ingreso masivo de ropa americana y china, y a la falta de variedad de telas, permite que familias enteras se sustenten en Sucre.

    El arte de vestir –no solamente a personas, sino también a las viviendas e incluso a los animales– hace que el negocio de los trabajadores textiles, que hoy celebra su día a nivel internacional, tenga una clientela asegurada.

    Sin embargo, aprender el oficio hasta perfeccionarlo y presentar una prenda impecable cuesta años de sacrificio y estudio, además de que exige pasión, paciencia y entrega de los costureros.

    Desde casetas y tiendas ubicadas en zonas populares hasta refinados atelieres caracterizan a este oficio en la Capital, donde el sonar de las máquinas trae consigo historias de amor, esfuerzo, solidaridad y familia.

      

    Aprendiendo el oficio

    Debido a la falta de empleo en Bolivia, Efraín Mejía partió hace ocho años rumbo a Argentina, siguiendo los pasos que dieron previamente dos de sus hermanos. “Yo soy boliviano, de aquí, de Sucre, y aprendí a costurar en Buenos Aires”, dice orgulloso mientras anota pedidos de sus clientes.

    Con 17 años, el joven sabía de antemano que el trabajo era duro, pero que la retribución económica era buena. “Según vayas trabajando, en el transcurso de los años aprendes a coser”, afirma, así que comenzó como ayudante; sin ningún estudio o práctica previa, se limitaba a escuchar atentamente a un tallerista. “Trabajábamos como diez personas y entregábamos 300 pantalones al día”, recuerda.

    Cuenta que sin documentos, los compatriotas –en su mayoría cochabambinos, potosinos y paceños– trabajan fuera de los horarios establecidos por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). A diario debía levantarse a las 6:00 para salir de su casa a las 7:00 y así llegar al taller a las 8:00, allí se quedaba hasta las 22:00 (13 horas seguidas, con descanso de una hora al mediodía). “La calle es peligrosa, no puedes vivir tranquilo porque hay mucha delincuencia”, añade.

    “Siempre uno va por motivo de trabajo, por quererse superar”. Cuenta que por su interés, en el lapso de un mes ya se encontraba ocupando una máquina. “Tienes que ser activo para aprender, tomar interés”, asegura. Con un capital acumulado, hace tres años retornó a Sucre y abrió su propia tienda de costura de ropa deportiva cerca de la plazuela San Juanillo.

     

    VESTIR A LOS HOGARES

    Maribel Fuentes, propietaria de una caseta de costura ubicada en el Mercado Negro, cuenta que pasó cursos de costura durante dos años en la academia del arzobispado Mechtilde. “Primero nos han enseñado a hacer ropa para niños, trazados, costuras, te enseñan cómo se toma la medida. En el segundo año ya diseñamos camisas, vestidos, overoles, sacos”, detalla.

    “Yo ayudaba a mi esposo. Trabajábamos en cuero, pero la gente pedía cortes y confecciones; entonces, me decidí a aprender”, afirma al relatar que la mayoría de la gente trae ropa americana para adecuarla a su medida. “Hacen reducir, entonces yo se los reduzco a su medida. Hay que dejarlo igualito, tal como estaba, que no parezca arreglado”.

    Otro sector importante en el rubro de la costura es el de la confección de accesorios para el hogar como cortinas, persianas, tapices, forros de living. “Nosotros nos dedicamos a vestir las casas, el material, el trabajo, eso se cobra de la cortina”, dice por su parte Hortencia Villagómez, propietaria de Confecciones Belén, ubicada en la calle Junín.

    “Cuando alguien termina su casita, nosotros le ponemos el último detalle”, comenta. “Ahorita todo el mundo quiere cortinas, trabajan para tener un confort en su hogar. Antes no daban mucha importancia a las cortinas, pero ahora que hay mucha construcción sí llevan cortinas porque cuando una casa está tapada con cualquier otra cosa no se ve con elegancia”, afirma.

    Recuerda que cuando era joven, en el taller que trabajaba, todos los trabajos se mezclaban, había costura de pantalones, camisas, deportivos y cortinas, pero ahora los servicios se diferenciaron por rubros. “Ahora la persona que hace ropa deportiva se dedica exclusivamente a eso, nosotros nos dedicamos a la cortinería y a las cosas del hogar”. Si bien no tienen una asociación, en la zona se encuentran más de 15 negocios dedicados a “vestir el hogar”.

     

     

    Negocios unifamiliares

    Hay muchas empresas de costura que nacieron de núcleos familiares u optaron por convertirse en negocios unifamiliares debido a las normas laborales, que obligan a las empresas a pagar un sueldo mínimo a los trabajadores.

    “Tenemos que delegar funciones:  'tú colocas', 'tú confeccionas'. Yo me dedico a medir, a cobrar o hacer depósitos o a hacer pedidos, trabajo con mi familia”, dice Villagómez, recordando que hace 15 años la empresa tenía trabajadores. “Antes podíamos pagar al personal, pero ahora no se puede porque hay el sueldo mínimo, por eso la empresa que tengo es familiar, como se dice, ¿no?”.

    Maribel Fuentes también optó por una empresa unipersonal. “Mis hijos son los que a veces me ayudan, yo les he enseñado y les he enviado a que pasen cursos; es un buen negocio para sostenerse”. Afirma que el rubro es lucrativo y que inclusive por motivos de tiempo rechazan algunos trabajos. “Al menos es cómodo para uno: si vos te sacrificas más, ganas más. Yo trabajaba bastante, a veces hasta el mediodía, no almorzaba y entonces me he enfermado. Por eso ahora limitado agarro el trabajo”, cuenta al mencionar que sus hijos tomaron su propio rumbo.

     

    Falta de telas

    El principal obstáculo con el que tropiezan los costureros en Sucre es la falta de variedad de telas, las cuales deben comprar de ciudades como La Paz y Santa Cruz.

    “Ha crecido todo lo relacionado a la moda, nuestro mercado es Sucre y Potosí por la cercanía”, dice la diseñadora Avilés, identificando el problema general que tienen quienes se dedican a este rubro: no hay distribuidoras y tampoco empresas que produzcan tela. Incluso la lana de alpaca se trae desde el Perú, agrega.

    Coincide en esto Mejía: “No tenemos los materiales necesarios aquí, en Sucre, falta variedad de telas para producir y vender”.

    Cuando hay un pedido grande, necesariamente deben viajar a las ciudades del eje para obtener la materia prima de su trabajo. “A veces nos piden trabajos en telas que no encontramos acá y por eso a veces perdemos el trabajo”, asegura Mejía.

    Lo mismo dice la dueña de Confecciones Belén quien se ve impedida de atender prontamente a sus clientas que buscan cortinas en diferentes materiales.

    Otro gran problema es el monopolio de empresas chinas, que internan desde la tela hasta las prendas costuradas en masa. “En Bolivia no hay muchas fábricas de tela, al menos nosotros no podemos acceder. Sería útil que también produzcamos nuestra materia prima, sobre todo, para competir con los precios de productos chinos que nos llegan y es nuestra máxima competencia”, dice la diseñadora Avilés, quien también ve como un problema la falta de capacitación para jóvenes que quieran dedicarse a la alta costura.

    “Hay muchísimo talento, lo que sí falta es una mano de obra especializada, no hay muchos lugares donde estudiar”, manifiesta al sugerir a la Universidad  San Francisco Xavier que abra una carrera de dis eño de modas. En la actualidad, una persona interesada en formarse en alta costura tiene como opción más cercana a Santa Cruz, donde pueden profesionalizarse en instituciones privadas.

     

    Un emprendimiento para ayudar

    Sonia Avilés, reconocida diseñadora de modas, vivía en Italia cuando comenzó a trabajar en un proyecto para ayudar a mujeres migrantes, entonces decidió comenzar una labor social. “Mi idea era sobre todo ayudar a las mujeres en estado de desventaja y darles un instrumento importante con lo que ya sabían hacer, corte y confección, costura, tejido y bordado”, comenta.

    En Bolivia, el proyecto se materializó durante 18 años con “Arte Mujer Bartolina”, un emprendimiento de alta costura, que ofrecía fuentes de empleo a las mujeres bolivianas que migraban del campo a la ciudad.

    Ahora, la diseñadora continúa la línea de ayuda social con su propio atelier “Sonia Áviles, Moda Boliviana”, que desde 2011 apoya a 12 emprendedoras que cosen y bordan las prendas que esboza Avilés. “El talento de las artesanas, el trabajo manual es importante porque hace un vestido único y hermoso”, asegura.

    Etiquetas:
  • Costurería
  • telas
  • negocio
  • Compartir:

    También le puede interesar


    Lo más leido

    1
    2
    3
    4
    5
    1
    2
    3
    4
    5
    Suplementos


      ECOS


      Péndulo Político


      Mi Doctor