Pujllay: El compromiso de la reivindicación yampara
Decenas de comunidades originarias le rinden hoy, su homenaje a la Gran Pucara
La Gran Pucara y el Pujllay de Tarabuco son dos expresiones culturales indisolubles que vuelven a cobrar brillo hoy, domingo.
Mientras la pucara honra a los caídos en la batalla de Jumbate y a la Pachamama (Madre Tierra) por el rendimiento agrícola del último año, el despliegue artístico demuestra la riqueza yampara en arte textil, música y danza. En los últimos años se ha buscado la manera de preservar la esencia de ambas manifestaciones desde las comunidades originarias.
Anualmente, cada tercer domingo de marzo, se celebra la fiesta de la Gran Pucara y el Pujllay tarabuqueños. Desde las comunidades las personas se auto convocan para homenajear a los guerrilleros independentistas del 12 de marzo de 1816 en Jumbate, como los cabecillas Ildelfonso Carrillo, Pedro Calisaya y Prudencio Miranda, explicó a CORREO DEL SUR, el dirigente yampara Humberto Guarayo.
“La pucara va junto con el pujllay. En sí, la fiesta es la pucara, el armado, donde se cuelgan productos de la comunidad y del valle, fruto del intercambio que siempre ha habido de nuestros ancestros. Para la preparación de la pucara se suele organizar con mucho más tiempo, no sólo los días del Carnaval”, sostiene Guarayo.
Se trata de toda una organización no sólo familiar, sino de la mink’a (trabajo comunitario). La leña, la chicha, el pan para los pujllay, la misma producción agrícola está pensada en la pucara.
“Si (alguien) tiene que hacer pucara tiene que destinar desde la siembra, qué cosas se necesita. Como por ejemplo, trigo para los panes, maíz para hacer chicha, papa para la comida. Así empieza la familia, casi una semana antes de la realización”, añade.
LA PUCARA
El también investigador yampara indica que la pucara se celebra por lo general durante tres días.
Comienza con el alzamiento de la “cruz uqhariy” en miércoles de ceniza, cuando se recoge el “alma cruz” que tienen las familias de quien haya muerto trágicamente, para llevarla a la casa donde se armará la pucara. “Día antes, la familia tiene que ir con la coquita, con algunos bailarines donde ya está armándose la pucara y lleva el alma cruz. Ahí empieza el pujllay. Dentro de la pucara tiene que haber la comida y de eso se encarga la familia pasante”, relata.
El segundo día es para la pucara y el baile. Esta fiesta tiene su comida comunitaria, se denomina “qhurpa”, y se convida a los pujllay y a los visitantes. La qhurpa es en realidad papa huayco (papa cocida con cáscara) con queso, pan rallado con queso y zarza de cebolla.
El tercer día está destinado para el "warak’anaku", un juego en el que participan una mujer y un hombre quienes se desafían manipulando ondas con las que se lanzan retazos de membrillo, mientras siguen alrededor de la pucara. El queso también es parte de la actividad lúdica que da pie a la "cacharpaya", con lo que se cierra la celebración.
PREPARACIÓN DEL PUJLLAY
Para el ritual no sólo se alistan los alimentos y la producción, pues el pujllay también es algo que se debe prever con una serie de actividades permitidas después de la "cacharpaya" de Todos Santos en noviembre.
“Llegando la época del Carnaval, los bailarines tienen que ir a caballo en la comunidad, empiezan a caminar en conjunto”, señala. Tanto músicos como danzarines montan equinos y visitan a las familias.
En caso de ser bailarín por primer año, con mayor razón, los familiares esperarán la visita. Allí se les entregará los “pillus” (rosquetes grandes que se ponen sobre la cabeza con frutas de temporada). Casi todas las familias están acostumbradas a preparar chicha, por lo que es algo que también se comparte.
“Es como una motivación que se le da al bailarín pujllay –es un ritual–, bailan un poco, se sientan y piden el permiso para bailar (en la Gran Pucara) a los familiares”, continúa.
Tras la institucionalización
En la fiesta de marzo y con el paso de los años, la pucara crece en altura. Según Guarayo, ese no es el sentido original, pues en sus antepasados siempre se armó en un tamaño relativamente mediano, de acuerdo con la posibilidad económica y sólo de un lado. Esta idea de elevarla más alto cada año fue desde su institucionalización hace 20 años.
“Podríamos decir que con el tiempo ha ido cambiando, por ejemplo, (la inserción de) los enlatados, sodas, no era parte. ¿Eso acaso es producto de la tierra?, claro, son transformados, pero ya son procesados. No son oriundos propios de la producción de la comunidad. Entonces en eso se ha estado distorsionando. Yo decía a las autoridades, (que) tenemos que volver a la pucara original, no es que hay que colocar todo, sino estaríamos cambiando el sentido”, reflexiona.
Por eso, “ya nadie quiere” ser pasante de la pucara porque se convierte en una gran responsabilidad. Para solucionar esto, cree que es importante institucionalizarlo al igual que la fecha de su celebración, es decir, insertar un presupuesto en el Plan Operativo Anual (POA) de Tarabuco para fortalecer, por otro lado, la participación de bailarines, pero también para recuperar la esencia de la pucara.
“Eso ha estado perdiendo el sentido. Si vemos años antes había más participación de los bailarines. La pucara sin el pujllay no tiene sentido y quienes hacen todo el conjunto son los bailarines pujllay. ¿Ante eso cómo se está motivando? Tal vez no ha habido una política clara a pesar que en 2015 se ha declarado Patrimonio Cultural, pero faltan muchas cosas que hay que ir trabajando”, explica.
Todo el conglomerado que hace del ritual un patrimonio de la humanidad debe ser protegido a detalle, incluso con motivar a las nuevas generaciones a reivindicarse con la nación yampara, insiste. Como la motivación a confeccionar las prendas de vestir; de extinguirse este diseño de arte, se perdería también el pujllay y su autenticidad. Se pondría en riego su originalidad. Lo propio con los creadores de instrumentos. “Si nosotros vamos a estar criticando que no pueden tergiversar la danza como tal, hay que partir de la casa. Hay que mostrar la naturalidad, la originalidad en nuestra pucara y el baile”, advierte.
Uno de sus planteamientos de salvaguarda –dice– es llevar la celebración a un lugar cerrado que se permita mayor organización y espacio para su apreciación.
“Si evidentemente se hace una serenata, está bien, pero que no se convierta en una borrachera, haciendo autocrítica, porque la actividad central es la pucara y el pujllay. Las autoridades tendrían que ir trabajando y reflexionando sobre esto, cómo potenciamos turísticamente, pero se tendría que ir planificando y normando”, comenta.
Música
“La música en el pujllay son composiciones de wayñus que los músicos componen e interpretan en melodías pentatónicas que se ejecutan con pinkillus hechos de cañahueca, waqras hechas de cuernos de toro, tuquru “sinqa tanqana”, una flauta grande cuyos orificios están muy abajo en relación a la embocadura y permite que el músico adopte una única y particular pose, asimismo algunos de ellos cantan temas relacionados con la festividad del pujllay. Los músicos van vestidos con la vestimenta de diario”.
(Fuente: "Yampara Suyu. Historia, Cultura, Identidad", Casa de la Libertad).
Lugares para visitar
En Tarabuco y sus alrededores también se pueden apreciar atractivos turísticos como el enorme Casco del tarabuqueño, que está al ingreso de la localidad.
Está el sendero de Jumbate, una ruta angosta de más de 8 kilómetros de distancia que inicia en Las Carretas y finaliza en el pueblo; en su trayecto se pueden apreciar animales silvestres y una agradable vista natural.
El Centro Cultural “Samay Wasi" acoge a turistas con gastronomía y exposiciones artísticas.
El Rostro del tarabuqueño (cerros que aparentan mostrar a un indígena) y la Feria de artesanías también cuentan en la oferta. Desde este año, las comunidades de Pisily y Puka Puka fortalecen el turismo comunitario.
Celebración
En la entrada de la Gran Pucara y el Pujllay participan cada año al menos 40 comunidades de Tarabuco y otras regiones de Chuquisaca y Bolivia. En 2018, más de 8.500 turistas participaron de la celebración.
Como es tradicional, comienza con una eucaristía en la ex estación. Los grupos danzantes se concentran a primera hora del día para la entrada por la plaza central en presencia de las autoridades. Luego se llega a la Gran Pucara en la cancha del estadio.